Enfermedad cardiovascular y cáncer, ¿dónde se entrecruzan?
Los avances en la detección precoz y el tratamiento de cáncer han aumentado de forma significativa la supervivencia de los pacientes. Aun así, aproximadamente un 50 % de los supervivientes de cáncer presenta algún tipo de secuela física, psicológica o cognitiva secundaria al tratamiento.
Varios estudios han demostrado que el tratamiento oncológico (para cáncer), ya sea con radioterapia o quimioterapia, multiplica por tres el riesgo de complicaciones cardiovasculares. De hecho, la toxicidad cardiovascular secundaria a los tratamientos oncológicos es actualmente la causa más frecuente de mortalidad en mujeres que sobreviven a un cáncer de mama o linfoma de Hodgkin.
Los efectos son muy diversos y dependen del tipo de fármaco o del tipo de radioterapia. Con respecto a esta última, la más peligrosa desde el punto de vista cardiológico es la radioterapia torácica. La radioterapia produce daños a nivel del miocardio, del pericardio, de las coronarias y del tejido valvular, lo que deriva en insuficiencia valvular, enfermedad coronaria precoz, pérdida de la fuerza del corazón y patología pericárdica. Con respecto a los fármacos utilizados en quimioterapia, los efectos secundarios más conocidos están ligados a las antraciclinas (uno de los fármacos claves en el tratamiento de muchos tumores). Las antraciclinas producen daño directo sobre las células del miocardio, produciendo disfunción ventricular. Tanto es así que el riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca es 10 veces superior después de recibir antraciclinas que tras un infarto no complicado. Por este motivo las guías de práctica clínica de la American College of Cardiology Fundation y la American Heart Association consideran la quimiterapia como un factor de riesgo cardiovascular. Sin tratamiento adecuado la miocardiopatía por antraciclina tiene una mortalidad que alcanza el 60 % a los dos años.
La buena noticia es que la cardiotoxicidad secundaria al tratamiento oncológico es una causa evitable de insuficiencia cardiaca y en la mayoría de los casos (cerca 80 %) el tratamiento precoz de la disfunción ventricular mejora la supervivencia libre de eventos. La terapia hormonal sustitutiva, utilizada en mujeres menopaúsicas, se ha visto asociada tanto a mayor riesgo de cáncer de mama, como de insuficiencia cardiovascular. El tabaquismo (fumar) es un claro factor de riesgo cardiovascular. En el caso de cáncer de mama, múltiples estudios sugieren que también es un factor de riesgo para su desarrollo.