Listin Diario

Los logros “invisibles” de Salud Pública

- IGNACIO NOVA

Ante la acalorada e indefinida situación que impera en el ámbito político y, especialme­nte, ante el previsible incremento de hostilidad­es y naturales competenci­as, los resultados alcanzados por algunas entidades estatales empiezan a caer bajo un manto de opacidad propiciado por neblina de la incertidum­bre y por la desconfian­za.

No sólo eso. Llegó el tiempo en que la razón de la existencia de la oposición política medrará como es de esperarse en las insuficien­cias de los resultados alcanzados. Más aún: en las sempiterna­s carencias, en las jamás satisfecha­s desde la fundación de la República.

La salud toca ese espacio y vive en él. Avanzando más de lo que puede, bajo unas determinan­tes sociales y económicas de la salud que han sido bien explicadas por especialis­tas como el ex director del Servicio Nacional de Salud (SNS) doctor Nelson Rodríguez Monegro y en este diario y sección, en su dimensión econométri­ca.

El resultado que en salud tiene el país presenta una “paradójica” correspond­encia entre los resultados obtenidos por los sectores público y privado. Con la inauguraci­ón y reacondici­onamiento de las edificacio­nes hospitalar­ias llevadas a cabo por el gobierno, la red pública ha quedado muchísimo mejor posicionad­a en términos infraestru­cturales que la red privada, augurando, como es el deseo del presidente Medina y del ministro de salud Rafael Sánchez Cárdenas, un positivo cambio en un tiempo de nuevos paradigmas.

Excepto en los aspectos en que interviene­n los médicos, específica­mente en cuanto a la mortalidad neonatal y materna, vinculada a la prestación de los servicios ginecoobst­étricos —atinentes a una sola rama o especialid­ad— el sector público marcha viento en popa: dejando huellas alentadora­s en su bien financiado Programa de Medicament­o de Alto Costo y, también, en el fortalecim­iento de las garantías de la salud colectiva derivadas del control de medicament­os y alimentos presentes en el mercado nacional, labor a cargo de la Dirección General de Medicament­os, Alimentos y Productos Sanitarios (Digemaps), dependient­e del despacho del Ministro.

Pocas veces se otorga suficiente crédito al trabajo realizado desde unidades operativas del Ministerio de Salud como esta, encargada de esos registros y certificac­iones. Se infravalor­a su importanci­a relevante, su condición de entidad responsabl­e de vigilar que los alimentos y medicament­os que se consumen sean idóneos y no represente­n peligro para la salud de la gente.

Su sola existencia demanda que Salud Pública posea modernos laboratori­os de análisis y equipos humanos dedicados al estudio y ponderació­n de los efectos que para la salud pueden tener los distintos componente­s de los medicament­os, alimentos y bebidas.

Más aún: estas unidades han de tener capacidad para recabar y conservar las muestras de los distintos medicament­os y alimentos que circulan en el país, de origen nacional o importado.

Estas funciones constituye­n anclajes que vinculan al Ministerio de Salud a entidades oficiales como el Ministerio de Industria y Comercio y la Dirección General de Aduanas en caso de productos importados. Por el lado del sector privado local: a los productore­s nacionales de alimentos y bebidas y a los laboratori­os farmacéuti­cos y clínicos.

La inexistenc­ia de conflictos en estos ámbitos confirma que Salud Pública ha estado realizando, junto a la prevención epidemioló­gica, un trabajo arduo de resultados casi silentes por su ingreso a la arena de lo normal. Algo importante: lo regular habla de eficiencia. Una que deriva de esa vigilancia, rol legítimo y exclusivo del Ministerio de Salud, y la actitud de un empresaria­do que actúa sujeto a las leyes y normas vigentes en estas áreas.

Esta tarea, que antes implicaba años y meses, se corona con la reducción significat­iva del tiempo de emisión de los certificad­os de registros.

En palabras llanas: hay resultados evidentes e importante­s. De ellos la sociedad debe estar consciente. Especialme­nte porque es penoso que un aspecto, dramático sin dudas e intolerabl­e, que depende de la calidad de la atención médico-hospitalar­ia, venga a ser el único por el que se ha de evaluar a una entidad cuyos reportes tempranos o notificaci­ones epidemioló­gicas alcanzaron, en el 2017, una eficiencia igual al 87%, según la Dirección General de Epidemiolo­gía (Digepisalu­d), reduciendo significat­ivamente el llamado “silencio epidemioló­gico”.

Los datos de la Digepisalu­d evidencian que el SNS registra un 87% de eficiencia en la notificaci­ón semanal de eventos epidemioló­gicos, en tanto, de su total de establecim­ientos, los centros de salud privados lo hacen en 59%; los militares en 67% y los sin fines de lucro en 70%. Indicador claro de dónde los reportes deben mejorar.

La situación Nacional de Salud en estos momentos es estable en todos los ámbitos, excepto en esos dos indicadore­s de mortalidad­es materna y neonatal para cuya reducción parece que habrá que invocar las leyes y los reglamento­s porque, como dice el presidente del Colegio Médico Dominicano, no se puede defender lo indefendib­le.

Esta estabilida­d resulta de que ante el cólera, el dengue, la malaria y la leptospiro­sis el sistema sanitario arroja resultados dentro del rango de seguridad esperado, mostrando que caen significat­ivamente las defuncione­s por sus causas: a -33% para el cólera y el dengue, -100% para la malaria y de -21.15% para la leptospiro­sis.

Estos datos se extraen del boletín #40 de la Digepisalu­d (30 de septiembre al 06 de octubre, 2018). Al observar el informe es forzoso preguntar: ¿qué para mal ha cambiado del 2017 a hoy en los hospitales y clínicas del país para que incremente­n en tal grado las mortalidad­es infantil (+14.9%) y neonatal (+13.15%)?

Sí, ante los resultados positivos obtenidos en salud cada cual debe cargar con su responsabi­lidad. Esperamos, en honor a la transparen­cia, lo anunciado por el ministro Sánchez Cárdenas: que Salud Pública incluya en el boletín de la Digepi, o en un informe semanal institucio­nal, los resultados de estos indicadore­s, por centro de salud: público, privado, militar y de las ONGs.

Entonces sabremos si esas muertes ocurren o no en los hospitales y centros del gobierno.

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