Bladimir Díaz de regreso al recuerdo
(+) La propuesta que consta de 35 piezas, está colgada con orgullo profesional y personal, en el Museo Cándido Bidó, de Bonao.
Cargado de nostalgia y reminiscencia el artista plástico dominicano, Bladimir Díaz regresa a su lar nativo, Bonao, provincia de Monseñor Nouel. Luego de tres décadas residiendo en San Juan Puerto Rico y 14 años sin visitar su pueblo trae su exposición: ‘Volver al Recuerdo’, una muestra que consta de 35 piezas, las cuales cuelga con orgullo profesional y personal, en el Museo Cándido Bidó.
Para el artista es un encuentro hermoso, rodeado de sus familiares, amigos y gente de su pueblo querido. Se sintió muy honrado porque se le ofreciera el museo completo para el escrutinio de los espectadores del pueblo donde se crió y estudió pintura en la Academia Lam, fundada por su padre el maestro Lan Díaz, fallecido hace dos meses.
En el curso de la inauguración de sus obras, se le ofreció un merecido homenaje póstumo a la memoria de su progenitor, de cuya escuela salieron varios artistas de Bonao, que hoy agradecen su motivación y enseñanza. Las presentaciones del catálogo ‘Retorno en dos Tiempos’, resalta el trabajo de Díaz. “El artista mantiene su vigencia entre la figuración y el expresionismo abstracto, que en la década del 40 creara Jackson Pollock. El pintor en su búsqueda explo-
Expresándose en variados formatos, pero sobre todo en grandes dimensiones, donde el artista deja en el lienzo toda la carga emotiva que bulle en sus sentimientos, como ser originario de estas tierras inmersas en el mismo trayecto del sol. En ellas, el artista deja su sello distintivo, ratoria, incluye el movimiento muralista de Rivera y Orozco, y Siqueiros, en México; del surrealismo de Miró, así como de otras figuras emblemáticas del arte universal, como lo fueron Picasso, Mondrian y Masson. En esas recurrentes escuelas es que encuentra Díaz su nuevo sendero creativo y lo lleva hasta el presente”. desde el punto de vista compositivo, técnicas pictóricas, dibujísticas y ese color tropical tan lleno de iridiscencia que asemejan el calidoscopio y el reverberar del carnaval, atrapado en su siquis al recordar las fiestas folclóricas de su pueblo en su niñez, cargada de alegría y magia.