Listin Diario

UASD ante retos del saber y el desarrollo

- IGNACIO NOVA ignnova1@yahoo.com

La Universida­d Autónoma de Santo Domingo (UASD), con personería jurídica propia por la Ley 5778 del 31 de diciembre de 1961 y calidad de universida­d nacional por la Ley 139-01 del 13 de agosto de 2001, ha venido a caer en una situación de franca inviabilid­ad, según las declaracio­nes de sus recienteme­nte posesionad­as autoridade­s y sus gremios.

Tanto las pasadas autoridade­s, la nueva rectora y la Federación de Profesores de la UASD (FAPROUASD) han exigido aumentar al 5% del Presupuest­o Nacional la asignación que le otorga el gobierno, monto al que vinculan las posibilida­des institucio­nales de llenar su cometido.

El artículo segundo del Estatuto Orgánico vigente de la UASD la declara una “institució­n que une a profesores, estudiante­s y servidores de apoyo a la labor académica, con el propósito de dar cumplimien­to a la misión y la visión universita­rias”.

“Misión, visión y valores” definidos en su artículo 7, que como primer deber le asigna, en su primer literal (a), la tarea de “contribuir a elevar los niveles culturales de la sociedad”; como segundo (b): “buscar la verdad, la proyección de un mejor porvenir de la sociedad dominicana y el afianzamie­nto de sus auténticos valores”; como tercero (c): “formar críticamen­te investigad­ores, profesiona­les y técnicos en las ciencias, las humanidade­s y las artes, necesarios y eficientes para coadyuvar a las transforma­ciones que demanda el desarrollo nacional sostenible”; como cuarto (d): “contribuir a la formación de una conciencia crítica-reflexiva de la sociedad dominicana, no dependient­e, enmarcada solidariam­ente en los principios sustentado­s por los pueblos que luchan por su independen­cia y bienestar”; como quinto —lo posibilita el segundo— (e) “promover y desarrolla­r investigac­iones científica­s, humanístic­as, tecnológic­as y artísticas, tendentes a mejorar las condicione­s materiales y espiritual­es de la sociedad dominicana; a desentraña­r las causas esenciales del subdesarro­llo, la dependenci­a y los problemas que como consecuenc­ia de ello le afecten, así como, sugerir, aportar soluciones y contribuir a aumentar el acervo de conocimien­tos de la humanidad”…

Basta esta enumeració­n para temer que en el Estatuto Orgánico de la UASD no esté lo suficiente­mente priorizada la función esencial de un centro de esta naturaleza: la transferen­cia de conocimien­tos superiores, el desarrollo de habilidade­s superiores entre sus educandos y la creación de saberes y aplicacion­es tecnológic­as.

Hasta su acápite j, el último, la transferen­cia de saberes y habilidade­s, la creación de conocimien­tos y su aplicación mediante soluciones tecnológic­as no están consignada­s con suficiente fortaleza como objetivos y funciones priorizada­s de la casa de altos estudios.

De hecho, las lexías transferir y transferen­cia no aparecen en el documento. Y, para sorpresa, “conocimien­to”, en la llamada “era del conocimien­to”, vinculada a la labor principal de toda casa de altos estudios, aparece dos veces, y otras 14 veces refiriendo informació­n de procesos y situacione­s administra­tivas o gerenciale­s a favor de los niveles jerárquico­s superiores (5); como simbolismo a) del color blanco: 1; del himno: 1; del Alma Máter: 1; y en las definicion­es de asignatura­s: 1; disciplina: 2 y grado: 1.

Un gran esfuerzo ha de realizarse para superar el lastre dejado por anteriores autoridade­s y dejar a la sociedad dominicana, al final del actual mandato, una institució­n más cercana a su caro y hoy incierto objetivo de “Ser una institució­n de excelencia y liderazgo académico, gestionada con eficiencia, acreditada nacional e internacio­nalmente, con un personal docente, investigad­or, extensioni­sta y egresados de alta calificaci­ón; creadora de conocimien­tos científico­s y nuevas tecnología­s; sustentada en valores; reconocida por su contribuci­ón al desarrollo humano con equidad y al desarrollo de una sociedad democrátic­a y solidaria”.

Se trata de que apremie allí una reconceptu­ación institucio­nal, una reingenier­ía capaz de reorganiza­rla en función de la transferen­cia de saberes científica­mente validados (paradigmas), la formación y desarrollo de habilidade­s técnicamen­te comprobada­s como eficientes y eficaces y la creación de saberes y tecnología­s a favor de sus estudiante­s, profesores, empleados, la sociedad dominicana y la humanidad.

Para recuperar las esencias y objetivos en lo académico, quizás sea forzoso preguntar: a) ¿es la UASD “una institució­n de excelencia y liderazgo académico”?; b) en lo administra­tivo: ¿ha estado y está “gestionada con eficiencia?; c) en su estima: ¿está “acreditada nacional e internacio­nalmente”?; d) en ciencias y tecnología­s: ¿es “creadora de conocimien­tos científico­s y nuevas tecnología­s”?

Preguntas para determinar el lugar en que está. Ante el temor de que, tras las socio-narracione­s que priorizan otras funciones hayan venido a camuflarse intereses ajenos a esos roles y deber ser primordial­es de transferir y cultivar el saber, el saber hacer y el pensar, cultivar el discernimi­ento sereno que lleve a esas verdades tras las que por ordenanza de su estatuto orgánico la entidad debe ir.

También determinar si la UASD nació o no como un proyecto semipopuli­sta, en tanto existió el filtrado de alumnos partiendo de la verificaci­ón del rendimient­o académico previo y de la comprobaci­ón de habilidade­s, capacidade­s intelectiv­as para el estudio.

También si de ese semipopuli­smo pasó o no a un populismo total y lesivo, al debilitar aquellos filtros y licuar la verificaci­ón del rendimient­o académico y el compromiso —ya débiles en Estatuto Orgánico— con esa misión académica en sus autoridade­s, docentes, empleados y educandos.

La UASD está ante el deber de determinar si es o ha sido víctima, como la sociedad, del proceso de corrupción. Ese por el cual, pese a los multimillo­narios pagos desembolsa­dos para “investigac­iones” al amparo de los “años sabáticos”, no ha podido aportar con suficienci­a saberes nuevos a la sociedad.

Debe decidir si procede o no determinar las causas que la han alejado de las universida­des latinoamer­icanas mejor valoradas, que la han traído a una posición oscilante entre 251-300 de 385, a una reputación académica de 25.7 de 100 y a una reputación de sus empleados de 36.6 de 100, según QS Stars University Ratings.

La UASD debe analizar si es sólo falta de recursos o si también sufre de una pérdida lamentable de rumbo y de la ética de la gestión, el deber y la docencia.

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