Esclavos del celular
La gente duerme, se desayuna, conduce su vehículo, trabaja, va al cine, se baña, estudia, se comunica, en fin, convive con sus equipos móviles.
Nos hemos convertido en reos de esta tecnología. Somos esclavos del celular. Cuando despertamos es lo primero que vemos. Cuando nos montamos en el vehículo es lo primero que atendemos. Cuando salimos de una reunión es lo primero que miramos. Cuando llegamos a los semáforos es lo primero que revisamos. Todo lo hacemos con el celular y desde el celular. El es nuestro patrón. El amo y señor de nuestras vidas.
El protagonismo de estos equipos está creando una era silenciosa. Pues sobran las palabras cuando tu interlocutor limita su conversación a algunos monosílabos, sin mirarte a la cara y concentrado en lo que escribe o lee en su aparato. La fiebre es descomunal , al extremo de que una alta proporción de accidentes de tránsito en el país están vinculados al uso de celulares.
La distracción, el “amemamiento”, el embelezo que provocan estos recursos que la tecnología ha ideado para acercar a la gente, para hacerle la vida más fácil, nos está distanciando y llenando de soledad. La gente de hoy comparte más con su equipo que con las personas que tiene a su lado.
Terminaremos hablando solos. Olvidaremos las palabras, las expresiones que vinculan personalmente a la gente y provocan socialización humana.
El protagonismo que tiene este recurso tecnológico en la vida de esta generación, terminará enmudeciéndole. Se olvidará definitivamente usar palabras e hilvanar los conceptos a través de ellas. El lenguaje digital, con sus arbitrarias abreviaturas, terminará suplantando el lenguaje hablado. Se podrá prescindir de las palabras y valernos solamente de la semiótica de los símbolos tecnológicos.
El arte de escribir no tendrá vigencia en el futuro. Por encima de las normas y la elegancia del pensamiento estarán los nuevos códigos de la comunicación digital.