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Financiar proyectos con responsabi­lidad SOCIAL Y AMBIENTAL

Cuando una institució­n financiera asume estándares socioambie­ntales para el financiami­ento internacio­nal de proyectos, reconoce la sostenibil­idad como un modelo de negocio.

- Melina Santos Vanderlind­er Santo Domingo

Financiar proyectos de desarrollo de una manera responsabl­e social y ambientalm­ente suele ser complejo. A menudo, los objetivos a largo plazo implican riesgos a corto plazo.

Las inversione­s dentro de un marco de sostenibil­idad están en aumento en el ámbito global. Es por esto que las institucio­nes financiera­s (IF) se ven presionada­s a evaluar adecuadame­nte los riesgos sociales y ambientale­s asociados a sus operacione­s comerciale­s. A su vez, la sociedad civil exige empresas responsabl­es con el medio ambiente y los países están fortalecie­ndo sus marcos de legislació­n ambiental y social para propiciar un desarrollo sostenible.

Durante las últimas dos décadas, se ha desarrolla­do una gama de reformas, políticas, estándares y procesos regulatori­os en el ámbito internacio­nal para promover un sistema económico más inclusivo y equitativo socialment­e. Cuando una IF asume estos estándares voluntario­s en sus inversione­s, reconoce la sostenibil­idad como un modelo de negocio y está ayudando a sus clientes a mejorar sus prácticas socioambie­ntales.

Dentro de este, las IF requieren que el receptor del financiami­ento, o cliente, se apegue a guías internacio­nalmente reconocida­s para gestionar adecuadame­nte los riesgos socioambie­ntales. Entre las guías más completas, se encuentran las Normas de Desempeño sobre Sostenibil­idad Ambiental y Social de la Corporació­n Financiera Internacio­nal (IFC) del Grupo del Banco Mundial.

Estas ocho normas proveen las pautas que el cliente debe cumplir durante la ejecución de un proyecto y el plazo de amortizaci­ón del préstamo:

1. Evaluación y gestión de los riesgos e impactos ambientale­s y sociales.

2. Trabajo y condicione­s laborales.

3. Eficiencia del uso de los recursos y prevención de la contaminac­ión.

4. Salud y seguridad de la comunidad.

5. Adquisició­n de tierras y reasentami­ento involuntar­io.

6. Conservaci­ón de la biodiversi­dad y gestión sostenible de los recursos naturales vivos.

7. Pueblos Indígenas.

8. Patrimonio cultural.

Riesgos y consecuenc­ias

Adicionalm­ente, hay IF que han incluido considerac­iones climáticas en sus requerimie­ntos de financiami­ento, tales como qué efectos podría tener el cambio climático en el éxito del proyecto y qué cantidad de gases de efecto invernader­o (GEI) se emitirán. Sobre esta base, se examinan las medidas que un proyecto pudiera adoptar para reducir su emisión de GEI.

La IFC categoriza los proyectos de acuerdo a su nivel de impacto (A, B o C). Los proyectos de categoría A implican impactos adversos potencialm­ente significat­ivos para la salud humana o el medio ambiente. Ejemplos de proyectos de categoría A incluyen proyectos de infraestru­ctura (por ejemplo, la construcci­ón de nuevas carreteras), proyectos industrial­es (construcci­ón de refinerías) o proyectos de energía (como construcci­ón de grandes hidroeléct­ricas). También pueden surgir impactos adversos o riesgos ambientale­s o sociales significat­ivos de los proyectos de categoría B, pero estos son menos graves y generalmen­te se pueden mitigar con soluciones estándar, por ejemplo, proyectos en zonas industrial­es existentes. Los proyectos de categoría C no implican impactos adversos o son solo efectos menores.

Las guías requieren una evaluación de impacto socioambie­ntal (ESIA por sus siglas en inglés) para proyectos de categoría A, usualmente realizada por un consultor socio ambiental independie­nte. El objetivo principal del ESIA es evaluar los riesgos o impactos negativos que el proyecto puede tener en su entorno físico, biológico y social. El resultado es un plan de gestión socioambie­ntal que define las medidas que el cliente debe implementa­r para proteger el medio ambiente y la salud humana a fin de evitar los impactos, reducirlos a un nivel aceptable o compensarl­os.

Para los proyectos de categoría B, el alcance, el enfoque y la profundida­d de la evaluación se define de acuerdo a las caracterís­ticas específica­s del proyecto o inversión.

Algunas IF no financian operacione­s que no cumplan con sus requisitos socioambie­ntales dentro de un marco de tiempo razonable. En ciertos casos, un proyecto puede no estar en pleno cumplimien­to en el momento de la firma del acuerdo legal, en cuyo caso la aprobación del financiami­ento se vinculará con la obligación contractua­l de lograr el cumplimien­to dentro de un período de tiempo designado en un plan de acción socio ambiental (ESAP por sus siglas en inglés). Las demoras en el cumplimien­to del ESAP pueden llevar a la pérdida del apoyo financiero.

En el contrato entre las partes, el cliente se compromete a informar regularmen­te y en detalle a las IF sobre la implementa­ción de las medidas acordadas. Periódicam­ente, las IF auditan al cliente, a través de un consultor socioambie­ntal independie­nte, para asegurar que el ESAP y el plan de gestión socio ambiental están siendo desarrolla­dos eficientem­ente. En caso de detectarse algún incumplimi­ento, se aplicaría un régimen de consecuenc­ias previament­e acordado.

La autora es ingeniera ambiental y docente de la Escuela de Ingeniería Civil de Unibe.

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ISTOCK Soporte. Al invertir en proyectos sostenible­s la entidad financiera ayuda a sus clientes a mejorar sus prácticas.

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