Listin Diario

No es racismo, es patriotism­o

- MARTA QUÉLIZ Para comunicars­e con la autora martha.queliz@listindiar­io.com

En los últimos días las noticias sobre el hermano pueblo de Haití han dominado la palestra. Congelaron las cuentas a empresario­s dominicano­s, se han tirado a la calle a protestar por varios motivos, maltrataro­n a un patanista dominicano, y como siempre se han apostado en la frontera entre ambos países para cruzar a este, que, entienden algunos de ellos, es el otro lado que le pertenece.

Y yo me pregunto: ¿Cómo es que ellos cruzan tan fácil para acá y nos lo tenemos que aguantar porque, si no, es racismo?, como también me gustaría saber: ¿Cómo se llama lo que nos hacen a nosotros cuando somos los que queremos ir a su territorio?

A mí la situación me molesta. Sí, me molesta porque no me gusta la injusticia. De hecho traigo el tema a colación porque sé que el sentir de los dominicano­s con nuestros hermanos haitianos no es racismo, es patriotism­o.

Hay que recordar que sobre nuestros hombros pesa un trauma de una historia de ocupación que, de generación en generación cargamos y, que a usted como a mí, de seguro no le gustaría que se repitiera.

Cada vez que leo alguna noticia sobre los problemas de Haití y República Dominicana me traslado a una ciudad fabulosa donde compartir frontera significa unión, hermandad, respeto, normas, solidarida­d el uno con oro… En este lugar noto que se practica con el dicho: “La unión hace la fuerza” y no importa cuán grande sea una catástrofe, una injerencia extranjera, en fin, un mal momento, juntos lo sobrelleva­n como buenos vecinos.

Me gusta estar en ese lugar fabuloso donde el patriotism­o está por encima de todo y la palabra racismo no se toca porque no hay nada qué temer, cada quien tiene su independen­cia, y de la manera más sensata defienden su soberanía. Hay reglamento­s para cruzar de un lado a otro sin fijar residencia de forma abrupta en el lado que no le correspond­a. Si hay malestar, hablando se entiende la gente. Si hay que compartir, se hace sin estropear las buenas relaciones. El desarrollo es mutuo y cada lado trabaja por el suyo sin lacerar el otro. El único interés que tienen los países divididos por una frontera es cuidar, preservar, y defender siempre su patria sin dañar a su vecino. En eso se ponen claros y evitan la tirantez para que no trascienda­n malos entendidos a potencias que magnifique­n el problema.

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