No es racismo, es patriotismo
En los últimos días las noticias sobre el hermano pueblo de Haití han dominado la palestra. Congelaron las cuentas a empresarios dominicanos, se han tirado a la calle a protestar por varios motivos, maltrataron a un patanista dominicano, y como siempre se han apostado en la frontera entre ambos países para cruzar a este, que, entienden algunos de ellos, es el otro lado que le pertenece.
Y yo me pregunto: ¿Cómo es que ellos cruzan tan fácil para acá y nos lo tenemos que aguantar porque, si no, es racismo?, como también me gustaría saber: ¿Cómo se llama lo que nos hacen a nosotros cuando somos los que queremos ir a su territorio?
A mí la situación me molesta. Sí, me molesta porque no me gusta la injusticia. De hecho traigo el tema a colación porque sé que el sentir de los dominicanos con nuestros hermanos haitianos no es racismo, es patriotismo.
Hay que recordar que sobre nuestros hombros pesa un trauma de una historia de ocupación que, de generación en generación cargamos y, que a usted como a mí, de seguro no le gustaría que se repitiera.
Cada vez que leo alguna noticia sobre los problemas de Haití y República Dominicana me traslado a una ciudad fabulosa donde compartir frontera significa unión, hermandad, respeto, normas, solidaridad el uno con oro… En este lugar noto que se practica con el dicho: “La unión hace la fuerza” y no importa cuán grande sea una catástrofe, una injerencia extranjera, en fin, un mal momento, juntos lo sobrellevan como buenos vecinos.
Me gusta estar en ese lugar fabuloso donde el patriotismo está por encima de todo y la palabra racismo no se toca porque no hay nada qué temer, cada quien tiene su independencia, y de la manera más sensata defienden su soberanía. Hay reglamentos para cruzar de un lado a otro sin fijar residencia de forma abrupta en el lado que no le corresponda. Si hay malestar, hablando se entiende la gente. Si hay que compartir, se hace sin estropear las buenas relaciones. El desarrollo es mutuo y cada lado trabaja por el suyo sin lacerar el otro. El único interés que tienen los países divididos por una frontera es cuidar, preservar, y defender siempre su patria sin dañar a su vecino. En eso se ponen claros y evitan la tirantez para que no trasciendan malos entendidos a potencias que magnifiquen el problema.