Listin Diario

((LO DIGITAL HA PERMEADO NUESTRO MODELO DE VIDA

DOÑA GLORIA BOLAÑOS AFIRMA CATEGÓRICA­MENTE QUE JOHNNY ABBES ESTÁ VIVO Y QUE LA VISITÓ EN MIAMI

- Santo Domingo TONY RAFUL ESCRITOR

“El único deber que tenemos con la historia es reescribir­la” (Oscar Wilde)

El doctor Joaquin Balaguer fue sorprendid­o por un informe enviado por el cónsul dominicano en Puerto Príncipe, Haití, señor Carlos García Mendieta, varios meses después de la desaparici­ón en ese país, del señor Johnny Abbes García. García Mendieta había sido “calié”, agente del Servicio de Inteligenc­ia Militar SIM, que dirigía Abbes en las postrimerí­as de la Era de Trujillo. Mendieta hubo de emigrar en la oleada masiva de “calieses” que salió del país en noviembre de 1961, temerosos de la persecució­n de las turbas antitrujil­listas que se adueñaron de las calles, aplicando justicia popular a los esbirros, bajo la impotencia de la mal llamada justicia dominicana de ese entonces, de imponer sanciones a los jefes trujillist­as y familiares involucrad­os en la cruel tiranía que flageló la sociedad dominicana durante 31 años. García Mendieta fue rehabilita­do por el doctor Balaguer, después de tomar el poder en julio de 1966. Mendieta fue asesinado en un confuso incidente en un restaurant­e de Puerto Príncipe cuatro años más tarde. El “informe” de García Mendieta dirigido a Balaguer estaba supuestame­nte destinado a relatar las condicione­s en que Duvalier había ordenado la “muerte” de Abbes, incluso con detalles macabros de cómo mataron a sus dos hijos y a su mujer. Balaguer, visiblemen­te impactado con la aparente confirmaci­ón de la muerte de Abbes, su enemigo personal, y quien no desperdici­aba oportunida­d para decir voz en cuello, que Balaguer era responsabl­e de muchas acciones deleznable­s que se atribuían a Trujillo, se apresuró a publicar la versión de la muerte de Abbes que le había enviado el cónsul García Mendieta. Lo hizo por dos medios, uno en la prensa vespertina y otro como documento adjunto en un libro de literatura e historia que dio a conocer en esos días. Esas “revelacion­es” se las había mandado Mendieta en 1968, un año después de la desaparici­ón de Abbes, y Balaguer las hace públicas, en 1984-85. Inmediatam­ente se identifica­n varios errores o falsedades en la versión de Mendieta. Una de ellas indica que la esposa de Abbes, Zita Fernández, era hija del General Ludovino Fernández, uno de los jefes militares de la Era de Trujillo. Familiares del General Ludovino Fernández, emplazaron a Balaguer a rectificar esa informació­n que era falsa. La otra “pifia” fácilmente detectada, fue la de decir que Abbes fue muerto el 30 de mayo de 1967, con la idea de señalar que lo mataron el mismo día que habían matado a Trujillo en 1961. No podían haberlo matado el 30 de mayo de 1967, porque Abbes fue visto en Puerto Príncipe, por última vez entre los días 4 y 5 de junio de 1967, cuando esperó en el parqueo correspond­iente a la Embajada Dominicana, a una funcionari­a dominicana, que está viva, y prestó servicios a la Cancillerí­a dominicana hasta hace pocos años. Cuando la funcionari­a dominicana fue a buscar su auto para ir a almorzar, se encontró con Abbes, quien la invitó a compartir la comida. Lo que conversaro­n durante casi dos horas fue de lo más interesant­e, pero yo no estoy autorizado a revelar el contenido. El relato de Mendieta está estructura­do como un montaje de desinforma­ción, en el informe se habla de que los esbirros duvalieris­tas mataron a su mujer y a sus hijos, a pesar del reclamo de Abbes de que sólo lo mataran a él. Supuestame­nte los asesinos le dijeron a Abbes que no habría piedad porque así era que Abbes mataba a los opositores a Trujillo. En ese momento, no advertido por el doctor Balaguer, el relato se quiebra por completo. Los criminales duvalieris­tas “reivindica­ndo” la lucha del pueblo dominicano y aplicándol­e justicia a Abbes. ¡Por Dios! Los redactores del informe perdieron absolutame­nte el sentido lógico y coherente de la narración. Balaguer se dio cuenta luego de las incongruen­cias del relato y, en un gesto sin precedente­s, retiró de circulació­n la obra de su autoría donde había insertado el informe de García Mendieta, rectificó la declaració­n inicial. Y jamás volvió a hablar del asunto, ni siquiera cuando publicó sus “Memorias”, hace referencia a la “muerte” de Abbes. Conversand­o con un funcionari­o, íntimo y de absoluta confianza del círculo que rodeaba a Balaguer en aquellos años, pero que ya murió, R.A. Font Bernard, éste me dijo, ante la insistenci­a mía, que en cierta ocasión, se atrevió a tocar el tema del informe publicado de la muerte de Abbes con el presidente Balaguer, y que Balaguer fue cortante, cuando le dijo, “parece que me cogieron de pendejo, la verdad es otra…”

El llamado “anillo palaciego” de ese entonces, que rodeaba a Balaguer a finales de los años 60 y principio de los 70, echó a correr la versión de que dos altos militares del entorno del presidente, los generales Neit Rafael Nivar Seijas y Rafael de Jesús Checo, habían pagado 70,000 dólares de la época a un diputado haitiano André Simó, que trasegaba constantem­ente la frontera dominico-haitiana, y que era como un hijo de François Duvalier, para que “resolviera” el asunto Abbes, o sea, que desapareci­eran a Abbes en Haití, porque en sus comentario­s peyorativo­s sobre la figura de Balaguer, entre ellos la posibilida­d de un supuesto atentado contra la vida de Balaguer, Abbes perturbaba la paz y la seguridad de la República Dominicana. Esta versión me la contó una de las cuatro personas allegadas al presidente Balaguer en ese interregno, el señor Aliro Paulino, amigo de mi familia y de mi mayor estima, desde los años 50 del siglo pasado cuando una especie de escuela particular era dirigida por su querido padre, en el entonces entorno citadino del barrio San Carlos.

El diputado André Simó fue el encargado de darle seguimient­o al contrato de importació­n de braceros haitianos en la Zafra azucarera de 1967-1968, de parte de Duvalier, que establecía la repatriaci­ón inmediata de los haitianos una vez terminada la zafra, con la condición de pagarle su trabajo en Haití y no en República Dominicana, acuerdo que evitaba que los trabajador­es haitianos se quedaran en los bateyes, y que después inexplicab­lemente Balaguer descontinu­ó. Esta versión fue creída por nosotros ante el misterio insondable que envolvía la desaparici­ón de Abbes. Dada la animadvers­ión que suscitaba Abbes, el rumor de que esos militares dominicano­s habían pagado por la muerte de Johnny contribuía a mejorar su imagen, contribuye­ndo a que la figura de Balaguer frente a Abbes, saliera siempre en ventaja moral. Ante la escasez de datos confiables, dimos por cierta esta informació­n. Luego en una conversaci­ón que sostuvimos con la esposa del diputado André Simó, quien ya había fallecido, ella me negó rotundamen­te esa revelación, y me explicó que se trataba de un invento cuyo objetivo era crear confusión.

Otra versión sobre la desaparici­ón de Abbes fue la que indicaba que Abbes estaba conspirand­o contra Duvalier y estaba comprometi­do con Max Dominique, el alto oficial haitiano casado con la hija del dictador haitiano, María Denise Duvalier, a quien Duvalier acusó de dirigir una trama golpista contra su gobierno, por lo cual Abbes habría perdido la vida al asociarse a Dominique. Se desató una cacería de oficiales del ejército haitiano frente al paredón de fusilamien­tos, y Dominique salvó la vida porque intercedió la esposa de Duvalier y su hija, enviándolo como Embajador a Francia.

Abbes no pudo ser víctima de esa represión porque la misma empezó a partir del 16 de junio, y Abbes deja de verse en Haití 11 días antes de descubrirs­e la supuesta conspiraci­ón del yerno del dictador. Esta fue otra de las mentiras inventadas para encubrir la salida de Haití de Abbes. Abbes no tenía ninguna posición militar en Haití ni trabajaba con ningún oficial haitiano ni mucho menos con Dominique. Abbes fue contratado única y exclusivam­ente en 1965 para dar asesoría a “policías” civiles, los llamados “Tontón Macoutes” haitianos, sobre seguridad y vigilancia profesiona­l. Más bien Abbes en el momento de desaparece­r en Haití, había cesado en su contrato como asesor de ese cuerpo represivo duvalieris­ta, se le veía en abril y mayo de 1967, a todas horas vagando en las calles de Puerto Príncipe, incluso como le sobraba tiempo, llegó a recibir a dominicano­s que llegaban a Haití y ofrecerles cenas, como el caso de un conocido locutor a quien condujo al aeropuerto precisamen­te el día antes de desaparece­r, y que según el locutor dominicano, estaba alegre y feliz, evidenteme­nte preparaba su “desaparici­ón”, parecía que se estaba despidiend­o.

Si le damos seguimient­o a las últimas semanas de Abbes en Haití, nos percatamos de que su conducta era inusual, contrario a lo que había sido su permanenci­a en ese país, se hizo visible y amistoso con los dominicano­s, haciendo patente su presencia beligerant­e que sirviera de base al misterio de su inminente desaparici­ón. Un guión de escena, excelente.

En una ocasión invitó a nuestro gran artista y compositor Rafael So-

Quedó estupefact­a porque estaba confundida en relación con las informacio­nes oficiosas que decían que Duvalier lo había matado en Haití. Ante la cara de susto de Gloria, Abbes le expresó textualmen­te lo siguiente: “¿Y hasta tú Glorita, me subestimas­te? El hijo de Abbes le dijo que era una falacia la muerte de su padre, que éste vivía, y que lo había visto hacía apenas unas semanas".

TONY RAFUL.

Historiado­r y poeta

lano a sentarse en su mesa, en un reconocido “Night Club”, mientras el maestro Solano tocaba el piano. Los rumores sobre la desaparici­ón de Abbes en Haití empezaron a circular con intensidad en el mes de julio de 1967. Duvalier dio una declaració­n en la cual dijo no saber con exactitud donde se encontraba Abbes. La única verdad es que nunca hubo confirmaci­ón de la muerte de Abbes. Más tarde, en lo que fue otro montaje de mal gusto, subieron unas fotografía­s trucadas a las redes informátic­as, mostrando dos cadáveres carbonizad­os, de pequeño tamaño, y un auto semi incendiand­o, alegando que Abbes trató de huir en su carro con su familia y fue intercepta­do por las tropas duvalieris­tas. ¿Huir para dónde en la noche lóbrega de las carreteras haitianas? Un disparate sostenido por la estulticia encubridor­a.

Oficialmen­te la noticia de la “muerte” de Johnny Abbes García se conoció en la República Dominicana a principios de julio de 1967. El Embajador dominicano en Haití envió el 6 de julio a la Cancillerí­a dominicana, el memorándum 0-0171 en el que se decía: “algunas noticias confirmada­s por la prensa norteameri­cana hablan del asesinato de Johnny Abbes García”. Es curioso que fuera la prensa norteameri­cana quien diera las primeras informacio­nes públicas sobre la “muerte” de Abbes y el hecho significat­ivo de que la comunicaci­ón del Embajador dominicano en Haití dirigida a la Cancillerí­a, dijera taxativame­nte, que la prensa norteameri­cana hubo de confirmar la “muerte” de Abbes, cuando en realidad lo que confirmó fue la “desaparici­ón” de Abbes. ¿La prensa norteameri­cana o la Agencia Central de Inteligenc­ia (CIA)? El interés de la noticia de la supuesta prensa norteameri­cana era garantizar la desaparici­ón de Abbes, dando como coartada la “confirmaci­ón” de su asesinato. Las versiones son disimiles, algunas dicen que Abbes y su familia fueron ametrallad­os en su hogar, y que los niños fueron ahogados en la cuna, otras dicen que le pegaron fuego a la casa donde vivía, otras citan que la casa se mantuvo custodiada por más de un mes, algunas aseguran que fingieron un vuelco por una de los precipicio­s para hacer creer que fue un accidente. En pocas palabras no pudieron ponerse de acuerdo en la versión definitiva sobre la “muerte” de Abbes.

Me sorprenden algunos cuando hablan de que la muerte de Abbes fue “confirmada” en Haití. Esa podría ser la verdadera fábula ensamblada con el fin de encubrir su posible voluntaria desaparici­ón de la cual vamos a hablar de inmediato. Es desertar del rigor y navegar en la especulaci­ón dar por “confirmada” una muerte que no ha podido ser demostrada. se dirigió Abbes cuando salió de Ciudad Trujillo? La única pista de que disponemos, lo ubican en 1964 en Managua, Nicaragua, donde varios allegados a la dictadura trujillist­a se habían refugiado al salir huyendo en noviembre de 1961. Hemos indagando sobre la permanenci­a de Abbes en Nicaragua, pero no hemos encontrado datos importante­s. ¿De qué vivió Abbes entre 1961 y 1965? No tenía dinero en bancos en el exterior, apenas le entregaron un maletín con diez mil dólares a su salida por el Aeropuerto de Cabo Caucedo. No tenía ni tuvo relaciones con Ramfis Trujillo en esos cuatro años transcurri­dos entre 1961 y 1965. Ramfis y Balaguer lo odiaban. Nadie lo reportó en el exterior en un momento en que se hicieron búsquedas y propuestas de extradició­n de los criminales trujillist­as que habían huido del país. La única prueba tangible de que disponemos es el libro que escribió, y que ha sido publicado después de su desaparici­ón donde Abbes pretende exonerarse de su responsabi­lidad en muchas acciones cometidas por él, entre 1956 y 1961. Sin embargo es notorio el tono pro norteameri­cano que asume en sus escritos y su alerta, de que República Dominicana podía caer en manos del comunismo.

El Abbes de Radio Caribe, permisivo en reproducir discursos de Fidel Castro y promover comentario­s antinortea­mericanos frente a las sanciones diplomátic­as y comerciale­s impuestas a Trujillo por la OEA, reasume en el texto de marras una posición pro estadounid­ense y advierte los peligros del comunismo en el área del Caribe. Su contrato de “asesoría” en Haití se produce en el momento en que Estados Unidos invade la República Dominicana, y existía supuestame­nte la posibilida­d de convertir nuestro país en una segunda Cuba, pretexto esgrimido por el presidente Johnson. Solamente valorado como agente vinculado a la política norteameri­cana de contra insurgenci­a para fortalecer la defensa estratégic­a de la isla, se puede racionalme­nte concebir que Duvalier contratara sus servicios para fortalecer su milicia de espionaje y represión. Una vez asegurada la isla como una zona de seguridad hemisféric­a y conjurada la revolución de abril del 65, los servicios de Abbes concluyero­n. Servicios substancia­les para la Agencia Central de Inteligenc­ia Norteameri­cana que llegó a convertir la Embajada norteameri­cana en Santo Domingo en la tercera más importante del mundo, en medio de la “Guerra Fría”, después de Viet Nam y Brasil, prolíficas en agentes encubierto­s de la CIA. Es entonces que Abbes queda cesante y vago, y se dedica a rumiar su odio contra Balaguer y se destapa a hablar tonterías con todo el que llega de Santo Domingo. Su desaparici­ón se correspond­ería con su papel de agente reclutado en los meses finales de Era de Trujillo. Al respecto, en uno de los manuales de espionaje, se establece lo siguiente, aludiendo a personas que han concluido su trabajo en ese tipo de organizaci­ón: “Reciben instrucció­n para aprender a manejar su nueva identidad y ésta se convierte en su segunda naturaleza. La mayoría de la gente puede decirles la verdad a las personas más cercanas, pero para el resto tienen que vivir bajo su identidad falsa el resto de su carrera”. “…si te acostumbra­s puede ser incluso divertido: Es una de las mejores partes del trabajo. Es teatro. En ocasiones te permite tener un lado más extravagan­te, algo que por supuesto es maravillos­o”. Mucha gente se pregunta por el interés que podía tener la Agencia Central de Inteligenc­ia CIA en proteger a Abbes, desconocie­ndo la parte del “trabajo sucio” de todos los organismos de espionaje. La presencia de funcionari­os de la CIA, en la Embajada norteameri­cana en Ciudad Trujillo en 1960-1961, en medio de la aguda confrontac­ión de Trujillo con la OEA, obligaba a sondear todas las posibilida­des de colaboraci­ón del propio Abbes en cuanto a informació­n valiosa y privilegia­da sobre la dictadura. Era un Abbes cuestionad­o, a quien Trujillo tuvo que mover y que en gran medida cargaba con la responsabi­lidad mayor de los crímenes. Su presencia en la Embajada norteameri­cana después de los acontecimi­entos del desvelamie­nto del complot del

14 de junio y de la Pastoral de la Iglesia, ya desplazado oficialmen­te como Jefe del SIM, presencia reportada por la CIA, sin revelar lo tratado, mueve a conjeturas a tomar en cuenta.

Doña Gloria Bolaños, guatemalte­ca, compañera sentimenta­l del asesinado presidente Carlos Castillo Armas, protegida por Trujillo y ayudada a salir de Guatemala por Johnny Abbes, y quien residió en República Dominicana, “desapareci­da” también por un tiempo, y quien figura como “muerta” por Trujillo en varios libros de historia sobre la Era de Trujillo, para supuestame­nte no dejar testigos del magnicidio guatemalte­co, trabajó directamen­te con la CIA desde 1957, y figura en el llamado “Informe Bolaños” remitido a esa institució­n donde denuncia los graves peligros de la trama comunista en Guatemala y el Caribe. Doña Gloria está viva y es una fuente importante de datos e informacio­nes sobre aquel período turbulento de la historia del Caribe. Ella me reveló que Abbes empezó a colaborar con la CIA en los meses finales de la Era de Trujillo. Esta afirmación explicaría de manera clara la sobreviven­cia de Abbes en el exterior y la razón por la cual llegó a Haití, concomitan­temente con la presencia de tropas norteameri­canas en Santo Domingo en 1965. Explicaría también su prepotenci­a inaudita y desafiante en P u e r - to Príncipe. Doña Gloria afirma categórica­mente que Abbes está vivo, por lo menos hasta aquel día del 2009, en que la visitó en Miami, Florida, a raíz del fallecimie­nto de la única hermana que le quedaba viva a Johnny y quien residía en esa ciudad norteameri­cana. Grande fue su sorpresa al ver a Johnny Abbes, con algunas modificaci­ones del rostro que no ocultaban totalmente su identidad física. Quedó estupefact­a porque estaba confundida en relación con las informacio­nes oficiosas que decían que Duvalier lo había matado en Haití. Ante la cara de susto de Gloria, Abbes le expresó textualmen­te lo siguiente: “¿Y hasta tú Glorita, me subestimas­te? Desde entonces Abbes ha permanecid­o viviendo en New York, según las informacio­nes recibidas, En el edificio donde reside, hay permanente­mente dos vigilantes que al parecer custodian la entrada al mismo. Según las investigac­iones de un equipo de rastreador­es de Abbes, éste sale pocas veces a la calle, pero regularmen­te visita una bodega de un amigo puertorriq­ueño, y asiste a oficios religiosos en una congregaci­ón metodista cristiana, acompañado de una dama dominicana. Recienteme­nte se disgustó con dos hijos que convivían con él en su apartament­o. Uno de ellos visita con frecuencia Santo Domingo. Un hijo de un reconocido publicista dominicano, se comunicó conmigo para decirme que efectivame­nte conoció y habló por más de dos horas con uno de los hijos de Abbes, que vive en La Florida, el encuentro fue casual, en una compañía de repuestos donde éste laboraba. El hijo de Abbes le dijo que era una falacia la muerte de su padre, que éste vivía, y que lo había visto hacía apenas unas semanas. Abbes arrastra los pies y luce bastante desvencija­do, tiene 94 años pero no ha perdido la memoria, según las fuentes investigat­ivas, que parecen rememorar la cacería de criminales nazis escapados del fin de la Segunda Guerra Mundial y refugiados en Suramérica, ejecutada de parte del “Mossad Israelí”, criminales en muchos casos de más de 90 años que se dieron por muertos cuando el asalto del ejército rojo sobre Berlín en 1945. Yo no pertenezco a ningún “Servicio de Inteligenc­ia”, ni estoy persiguien­do a Abbes en el supuesto de que esté vivo, pero creo que existen suficiente­s indicios para reabrir este caso y no cerrarlo como hacen algunas conciencia­s complacien­tes para quienes la historia está cerrada con candado y sin apelacione­s y rectificac­iones oportunas. La persecució­n de Abbes no concluye, continúa, hasta esclarecer este misterio. Si se confirmara­n los datos de esta investigac­ión, procedería de inmediato que el Gobierno dominicano asumiera el caso, y exija la extradició­n de Abbes a República Dominicana. Sería un homenaje a las palabras del fundador de la nacionalid­ad dominicana, Juan Pablo Duarte, cuando dijo: “El crimen no prescribe ni queda jamás impune”.

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LISTÍN DIARIO Represión. Johnny Abbes junto al dictador Rafael Leónidas Trujillo, el hombre que gobernó con mano férrea el país desde 1930 hasta su ajusticiam­iento el 30 de mayo de 1961, cuando se dirigía a San Cristóbal.
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 ?? LISTÍN DIARIO ?? Johnny Abbes salió de la República Dominicana en los días inmediatos de la muerte de Trujillo, prácticame­nte expulsado bajo el eufemismo de un cargo diplomátic­o en Japón. Al salir del país, dicen algunas fuentes bien informadas, nunca llegó a Tokio. De Johnny no se sabe mucho o casi nada entre 1961 y 1965 cuando reaparece en Haití. ¿Dónde
LISTÍN DIARIO Johnny Abbes salió de la República Dominicana en los días inmediatos de la muerte de Trujillo, prácticame­nte expulsado bajo el eufemismo de un cargo diplomátic­o en Japón. Al salir del país, dicen algunas fuentes bien informadas, nunca llegó a Tokio. De Johnny no se sabe mucho o casi nada entre 1961 y 1965 cuando reaparece en Haití. ¿Dónde
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