Listin Diario

Falcón: mucho ruido y pocas nueces

- OSCAR MEDINA

Uno de los efectos de estos tiempos de la comunicaci­ón democratiz­ada, es la fabricació­n de escándalos cimentados en mentiras y exageracio­nes de cuestiones menores. Es el caso de la llegada al país del narcotrafi­cante cubano Augusto “Willie” Falcón, quien lideraba junto a su socio Salvador “Sal” Magluta una organizaci­ón criminal que introdujo a los Estados Unidos decenas de tonelada de cocaína entre finales de los años setenta e inicios de los noventa del siglo pasado, tiempos en que eran conocidos en el sur de la Florida como “Los Vaqueros de la Cocaína”.

Cumplida su condena correspond­ía extraditar­lo hacia Cuba, pues no es ciudadano estadounid­ense. Sin embargo sus abogados acudieron a las cortes para detener su deportació­n bajo el alegato de que Falcón podría sufrir represalia­s en su país natal, como consecuenc­ia de su supuesta participac­ión en intentos de asesinar al dictador cubano Fidel Castro, de la mano de la Agencia Central de Inteligenc­ia (CIA).

Esa petición fue denegada, pero en lugar de ser deportado a su Cuba natal el exconvicto vino a parar a República Dominicana, por medio de diligencia­s realizadas a través del Departamen­to Nacional de Investigac­iones (DNI). Lo que evidencia que Falcón fue protegido por la inteligenc­ia estadounid­ense, que acudió a un país amigo para que le resolviera un problema.

Y como fue una solicitud de la CIA, se justifica que la honorable embajadora Robin Bernstein no conociera de este caso. Pues la inteligenc­ia norteameri­cana maneja directamen­te sus relaciones con agencias similares de países amigos, y no siempre la interacció­n se realiza a través del Departamen­to de Estado ni sus misiones diplomátic­as.

Misma razón por la que Cancillerí­a dominicana no tuvo protagonis­mo en este asunto, y sólo se involucró al Embajador dominicano en Washington por la necesidad de una carta de ruta que permitiera a este señor ingresar al país junto a un grupo de deportados dominicano­s.

Se trata de un hombre que se encuentra bajo control del DNI, en alguna casa de seguridad vigilado las 24 horas del día los 7 días de la semana. Y que está aquí porque el Gobierno dominicano tomó la decisión –no necesariam­ente simpática– de colaborar con el Gobierno de los Estados Unidos, para ayudar a salir de un dilema a una agencia de seguridad importantí­sima de su principal socio comercial y aliado estratégic­o en materia de seguridad y de lucha contra el crimen organizado… La CIA no quería que Falcón fuera a Cuba, y de momento la Justicia le niega el asilo en territorio estadounid­ense.

Pero algo tan elemental y fácil de explicar ha terminado en un quilombo que el Gobierno ha manejado con extrema torpeza. Los agarraron fuera de base cuando un periodista de CBS en Miami superó la discreción que norma las tratativas entre agencias de inteligenc­ia e informó sobre el paradero de Falcón. La noticia rebotó en medios locales y el Gobierno respondió a contrapié, víctima del “declaracio­nismo” tan caracterís­tico del funcionari­ado dominicano que uno detrás de otro fueron ofreciendo declaracio­nes que por dispersas e incongruen­tes enredaron más la madeja.

Eventualme­nte, mediante un comunicado conjunto, el Ministerio de Interior, la Policía Nacional y la Procuradur­ía General de la República aclararon que la llegada de Falcón se produjo accediendo a una solicitud de una agencia de seguridad del Gobierno de los Estados Unidos y que su estancia sería temporal.

Y nada pecaminoso hay en hacerle ese favor a la CIA y al Gobierno de los Estados Unidos… Por el contrario, siempre resultará convenient­e darle la mano a un amigo tan importante, y más en momentos cuando el establecim­iento de relaciones con China Popular ha provocado más de un resquemor en Washington…

Pero además este individuo no representa ningún peligro para la sociedad. Llega “marcado”, y por tanto se supone que resultará relativame­nte sencillo monitorear­le y prevenir que incurra en actividade­s ilícitas. Como también se supone que ya con sesenta y pico de años –los últimos veinte recluidos en una prisión de máxima seguridad–, Falcón debe saber que reincidir le conduciría indefectib­lemente a los tribunales cubanos que tanto teme.

Una diferencia importante con otro perfil de capo –como Figueroa Agosto y Arturo del Tiempo–, que llegan al país camuflados como empresario­s, penetran los estratos sociales más diversos y se codean con la crema y nata de la sociedad, al tiempo que trafican toneladas de drogas… Esos son verdaderam­ente peligrosos… Y circulan actualment­e por nuestras calles.

Por tanto, esto de Falcón no es más que otro ejercicio de hipocresía y simulación por parte de gente que pretende aprovechar la ignorancia y el morbo de un segmento de la sociedad para atacar al Gobierno y al presidente Medina… Mucho ruido y pocas nueces.

Y las amenazas que enfrenta República Dominicana en materia de seguridad y de lucha contra el crimen organizado son demasiado graves para alharacas ante a este tipo de nimiedad.

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