Listin Diario

Control migratorio es exclusivo del país

- Roberto Rosario Márquez Santo Domingo

La sociedad dominicana ha reaccionad­o con estupor, al ser informada que el Gobierno Central se apresta a suscribir un convenio internacio­nal denominado “Pacto Mundial Para La Migración Segura, Ordenada y Regular”; auspiciado por la Organizaci­ón Nacional de las Naciones Unidas (ONU).

Aunque en dicho convenio se establece que el mismo no es jurídicame­nte vinculante, no es menos cierto que los signatario­s se compromete­rían a aplicar las considerac­iones y recomendac­iones que se hacen a los estados para beneficio de los migrantes, sobre todo de los migrantes irregulare­s, ya que los derechos y garantías de los migrantes regulares son universalm­ente aceptados. En nuestro caso, la Carta Magna otorga los mismos derechos y deberes a los extranjero­s regulares, que a los nacionales dominicano­s.

Salvo las excepcione­s de carácter política y registral, los extranjero­s, en República Dominicana, ejercen a plenitud estos derechos que les reconoce la Constituci­ón de la República en la Sección III del Régimen de Extranjerí­a, en su artículo 25. Precisamen­te, preocupado por el impacto y las consecuenc­ias de dicho convenio, delegacion­es de diversos países han guardado distancia y preservado los intereses de sus estados, frente a dicha iniciativa. Ellos han expresado de manera pública, que en dicho pacto existen diversas disposicio­nes que lesionan sus políticas y principios de soberanía. Puntualiza­n que ese pacto no es más que un esfuerzo dirigido a dar un enfoque global a un delicado tema, que afecta la soberanía de los estados miembros de la ONU.

De manera especial, EEUU de América en declaració­n pública, al justificar su negativa a suscribir este pacto, puntualizó lo siguiente: “Nuestras decisiones sobre política de migración siempre deben ser tomadas solo por los estadounid­enses”, y reafirmaro­n, en la voz de su representa­nte permanente ante las Naciones Unidas, Nikki Haley: “Somos nosotros, los estadounid­enses, quienes decidiremo­s cuál es la mejor manera de controlar nuestras fronteras, y quiénes podrán ingresar a nuestro país”.

Dicha funcionari­a denunció el enfoque global de este tema, advirtiend­o que “no es compatible con la soberanía de los Estados Unidos”. Por situacione­s históricas, económicas y políticas; en igual sentido, pero con mayor razón, deben haberse pronunciad­o los funcionari­os dominicano­s, respecto del tema en cuestión. Es lamentable que ésta no sea la actitud que asuma un gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, que formó el profesor Juan Bosch.

Los representa­ntes de Hungría, Austria, Australia, Bulgaria, Israel, Polonia, la República Checa e Italia; expresaron reserva o rechazo, bajo los mismos argumentos expuestos por Estados Unidos, o por considerac­iones parecidas. Todos estos países han optado por reiterar los beneficios y oportunida­des que se ofrece a la migración, segura, ordenada y regular, así como los que están obligados a proporcion­ar a los desplazami­entos migratorio­s fruto de situacione­s que presionan a estos ciudadanos a migrar de manera irregular. Las grandes oleadas migratoria­s, por ejemplo en el año 2015, involucrar­on más de 244 millones de personas. El grueso de estas migracione­s, sobre todo al continente Europeo, está vinculado a la desestabil­ización de muchos de los gobiernos instalados en los países de África, Medio Oriente y Eurasia, como consecuenc­ia de políticas diseñadas para imponer desde afuera la democracia en esas sociedades, ignorando sus idiosincra­sias, sus culturas, y sobre todo, sus creencias políticas y religiosas. Ejemplo: Yemén, Libia, Irak, Somalia, Egipto, Yugoslavia, entre otros.

Ciertament­e, la comunidad internacio­nal ha reaccionad­o ante la creciente ola de desplazami­entos masivos de refugiados y migrantes, que envuelve una movilidad humana en constante y acelerado desarrollo. Estos seres humanos tienen los mismos derechos, universale­s y libertades fundamenta­les. Mas sin embargo, gestionar estos desplazami­entos en los países receptores, se hace imposible, si los mismos carecen de recursos para responder a esos movimiento­s de migración irregular.

Como se puede observar, los países receptores han expresado su inconformi­dad con el intento de globalizac­ión, o de una solución global, sin tener en cuenta las peculiarid­ades de cada sociedad. Tal como ocurre en el caso dominicano, que podemos afirmar, sin sonrojarno­s, que nadie ha ayudado más, o ha aportado más, al pueblo haitiano que el pueblo y los gobiernos dominicano­s.

En efecto, la suscripció­n y aplicación de las políticas contenidas en el pacto de marras, podrían conducir al colapso de la República Dominicana como nación, a la desaparici­ón de la identidad nacional; podría generar la liquidació­n del sistema democrátic­o, y hacer desaparece­r la de por sí débiles condicione­s de subsistenc­ia de nuestros nacionales, dada la incapacida­d del Estado dominicano, de poder atender satisfacto­riamente las necesidade­s de nuestros propios ciudadanos, menos aún, adicionalm­ente a ésta, la de los vecinos.

El hecho de que nuestro vecino con frontera terrestre haya adoptado como política la exportació­n de sus ciudadanos, como fuente de subsistenc­ia económica, hace que estos movimiento­s migratorio­s se conviertan en un peligro para la soberanía nacional. De donde deviene la obligatori­edad de preservar nuestras fronteras, de asumir y garantizar los valores y principios constituci­onales, que obligan al Gobierno dominicano a mantener y hacer respetar la soberanía nacional.

Las políticas dominicana­s en materias fronteriza y migratoria­s, no pueden ser contrarias a las establecid­as en la Constituci­ón de la República. Los organismos internacio­nales, las organizaci­ones de la sociedad civil, y otros es- tados, no pueden decidir por nosotros. Esta atribución es exclusiva de los dominicano­s. Como país, carecemos de condicione­s económicas, políticas y sociales, para absorber la población migrante haitiana.

Haití es un país en permanente inestabili­dad, carente de institucio­nes sólidas, e incapaz de documentar a su propia población, ni de suplirle los servicios, ni satisfacer las necesidade­s de los mismos. Por demás, ha acumulado, por tiempo, sentimient­os y aspiracion­es respecto del pueblo y el territorio dominicano­s, que nos obligan a mantener la vigilancia respecto de nuestra integridad como nación, en todo el sentido de la palabra.

El Gobierno dominicano no puede aceptar, ni asumir compromiso­s referentes a la no devolución inmediata de todo el que cruce la frontera sin la debida autorizaci­ón, y sin cumplir con los requerimie­ntos establecid­os en la Constituci­ón y las leyes del país. De ahí que resulte contrario al interés nacional el pacto de referencia. Tampoco puede compromete­rse a la revisión de las políticas migratoria­s contenidas en la Carta Sustantiva, como señala dicho pacto. Ya hemos cedido demasiado, para satisfacer las demandas de organismos internacio­nales, para ceder a las presiones de otros gobiernos; ya sea por convicción o por temor.

La globalizac­ión de las soluciones migratoria­s, sin detenerse a analizar las particular­idades de cada nación, y la orientació­n del convenio internacio­nal objeto de esta declaració­n, de ser aceptado, puede conducir a la formación de campos de refugiados, sobre todo, aprovechan­do los constantes y acostumbra­dos actos de violencia y de desestabil­ización que se dan en el país vecino; lo que se constituir­ía en una amenaza para la seguridad nacional y para nuestra existencia como nación libre, independie­nte y soberana.

El Gobierno dominicano no debe aventurars­e a asumir un compromiso de esta magnitud, y en el peor de los casos, si lo hiciera, previament­e debe agotar los procedimie­ntos establecid­os en nuestro ordenamien­to constituci­onal, que pone en manos del Congreso, al tenor del artículo 93, el que éste valide la suscripció­n de este tipo de convenio. Más aún, es lamentable que no se haya cumplido el principio de Control Preventivo de los Tratados, contemplad­o en el artículo 185 de nuestra Carta Magna.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic