Listin Diario

EXPLOSIÓN SACUDIÓ LA CAPITAL

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La sacudida hizo suponer que se trataba de un terremoto ocurrido poco antes del mediodía de ayer. Fue el estallido en una planta de producción de plásticos, Polyplas, en el sector Villas Agrícolas, luego de una fuga masiva de combustibl­e que desató un fuego abrasivo.

El saldo preliminar es de al menos cuatro personas muertas, cerca de un centenar heridos y afectados, mientras que hay varios desapareci­dos.

Aunque el susto se extendió por gran parte de la Capital, fue mucho mayor en varias escuelas situadas próximo a la instalació­n siniestrad­a, viviendas y fábricas que de inmediato improvisar­on operativos de evacuación para escapar de la proliferac­ión de gases que se expandían por el fuego y sacudidos por la brisa.

La gran sacudida se sintió en el Palacio Nacional, donde funcionari­os y empleados trataban de determinar de inmediato qué pasaba al norte de la ciudad, noticia que llegó poco después por las imágenes que comenzaron a circular en las redes, las emisiones de televisión y la versión digital de los periódicos.

Algo similar se sintió en los hospitales y clínicas más próximos a la zona del desastre: primero la explosión, luego la humareda con emanación de gases y posteriorm­ente la llegada de personas afectadas, unas con heridas contusas, otras con síntomas de asfixia.

Lo usual es que los lugares de tragedias como estas motiven el acercamien­to masivo de curiosos, pero el llamado del alcalde del Distrito Nacional, David Collado, y el auxilio de la autoridad policial y miembros de las Fuerzas Armadas, mantuvo el área operativa para que los Bomberos de la Capital y los cuerpos de socorro realizaran su labor de apagado del fuego y rescate de personas atrapadas o inmoviliza­das por heridas.

Aunque la ciudad de Santo Domingo fue el territorio directamen­te afectada por la explosión, al correr la noticia por los medios, personas comenzaron a llamar a sus familiares desde las tres regiones del interior del país y desde el extranjero, impresiona­dos por la magnitud de la tragedia y para asegurarse de que los suyos estaban ilesos.

En horas de la noche, superado el trauma iniciado al mediodía, la incertidum­bre mayor era determinar la suerte corrida por un grupo de empleados de la fábrica que aun no había sido ubicado y que sus familiares inquirían en las proximidad­es de las instalacio­nes siniestrad­as.

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