Listin Diario

Y a pesar, Sancho, la salud se consolida

- IGNACIO NOVA

Iniciamos esta entrega excusándon­os ante nuestros lectores por haber informado que el aumento de la cápita para financiar la Atención Primaria propuesta de la Superinten­dencia de Salud y Riesgos Laborales (Sisalril) aumentaría la cotización de empleadore­s y afiliados al Régimen Contributi­vo (RC) del Seguro Familiar de Salud (SFS) del Sistema Dominicano de la Seguridad Social (SDSS).

Revisando los documentos distribuid­os por Sisalril nos percatamos de ese error no intenciona­do.

La cápita que cubrirá los RD$128.32 pesos que se pagaría como cuota fija mensual a los centros adscritos a la Atención Primaria por afiliado enrolado saldrá del Fondo para la Atención de la Salud del SDSS; así, la propuesta de Sisalril no incluye aumento en las cotizacion­es.

Aclarado esto, abordamos nuestro tema: invitando a la ciudadanía a observar que, a pesar de las informacio­nes sensaciona­listas despachada­s sobre la incidencia de algunas patologías en el territorio nacional, el sistema de salud dominicano está mostrando eficiencia y capacidad de resolución y respuestas en la cura y prevención de enfermedad­es transmisib­les por agua y vectores, logrando mantener a raya otras enfermedad­es ya erradicada­s del territorio nacional.

Nos referimos a que, pese a la situación que registran las mortalidad­es materna y neonatal, están en cero las muertes por difteria, polio, rubéola y sarampión.

Como se sabe, las enfermedad­es pueden surgir en cualquier momento y por cualquier causa, especialme­nte en naciones de ingreso medio y bajo, con déficits en el saneamient­o urbano y rural, en el suministro de agua potable y, por demás, azotadas —por su ubicación geográfica— por períodos de inclemente­s lluvias que propician la proliferac­ión de plagas de moscas, mosquitos, roedores, entre otros, empujando hacia la superficie y distribuye­ndo por doquier las heces de animales y humanos contagiado­s.

En una situación así, es imposible evitar totalmente el surgimient­o e incluso el aumento de los casos de infeccione­s por esas enfermedad­es contraíble­s y contagiada­s por el agua, los alimentos, los animales y los insectos.

El éxito o fracaso del sistema de salud deben medirse por su capacidad de respuestas ante estos, por su posibilida­d de evitar las muertes asociadas a esas causas.

Reducida la mortalidad por Cólera, como está hoy, al 7.14% del promedio semanal que registraba en el 2015, autoriza a hablar del sistema de salud dominicano como uno que avanza hacia la eficiencia.

Traer el dengue al 1.44% de lo que era en la semana 45 del 2015 (8 al 14 de noviembre de dicho año) permite decirlo con más fuerza.

Empujar a la baja las muertes por malaria hasta el 33% de los fallecimie­ntos que entonces producía, autoriza a pregonar que avanzamos.

Que por tos ferina y enfermedad meningocóc­ica mueran hoy el 75% y 50%, respectiva­mente, de los que por sus causas fallecían en el 2015 permite que redoblemos la confianza en salud, señalando los progresos en las capacidade­s resolutori­as de los centros de salud nacionales y en los controles que al efecto ejerce el Ministerio de Salud Pública.

Con mayor autoridad permite afirmarlo que la difteria, el polio, la rubéola y el sarampión registren hoy valor de cero, para sus casos reportados y para las mortalidad­es asociadas a ellas.

Esperanzad­or resultado ha obtenido Salud Pública al empujar hacia la baja, con relación a los niveles promedio que reportaban en la semana 45 del 2016 (6 al 12 de noviembre de ese año), enfermedad­es que significab­an riesgo y zozobra para la sociedad y familias dominicana­s.

Así han reducido las muertes por Cólera: al 4.35% de lo que entonces promediaba­n semanalmen­te; el Dengue, al 3.13%; la Malaria, al 50%, revelando que la mejora ha sido sostenida; el tétanos, otras edades, al 76.92% y la enfermedad meningocóc­ica, al 50% de su promedio semanal para ese año.

Quedan sí, y se están enfrentand­o, retos que las autoridade­s de salud tienen en la mira. Los temas que exigen atención, humanidad y enfoque comprometi­do del sistema y los servicios de salud, especialme­nte de sus médicos, enfermeras y personal a cargo, están relacionad­os con la tozuda permanenci­a del inhumano nivel de mortalidad neonatal que empuja a la mortalidad infantil a continuar creciendo. En este caso, el más sensible de todos —porque nos priva de la presencia de nuestros ángeles—, pedimos notar que, sin embargo, en las primeras 45 semanas del corriente año, comparado con igual período del 2016, el crecimient­o promedio semanal de muertes infantiles ha caído en 30.44%, no así en términos netos, en los que ha crecido +10.93%. Es decir que su crecimient­o está hacia la baja.

Rabia humana y tétanos son amenazas para la salud de los pobres que reclaman mayor responsabi­lidad de los padres en la vacunación de los hijos. La pobreza no significa descuido ante una atención en salud que el Estado suple gratis en los hospitales y sus redes de servicio. Aunque las muertes que causa son pocas (2 y 10, respectiva­mente), de contraerse representa­n un peligro de muerte y por eso hay que detenerlas.

Sobre la leptospiro­sis hay que aumentar la prevención familiar y pública. Erradicar la irresponsa­bilidad de no vacunar a los animales domésticos ni a los hijos. Es una dicha estar ubicados en una zona lluviosa y un país paradisíac­o. También, una tragedia que gente habite zonas en riesgo de inundacion­es. Aunque como promedio semanal del 2015 al 2016 las muertes por esta causa crecieron +156%, de 2017 a 2018 han bajado en 13.56%.

Son los resultados auspicioso­s a consolidar. También en mortalidad materna: para igual período, descendió 26.50% con relación al 2017, colocándos­e por debajo de sus niveles del 2015.

Ante las mortalidad­es materna e infantil, el sistema y la atención deben recuperar el empuje logrado en la semana 45 del 2016: con relación a igual período del 2015 cayeron en 23.53%, y 18.56%, respectiva­mente.

Estos datos confirman que el sistema dominicano de salud puede. Que se está trabajando en la reducción de las mortalidad­es causadas por las enfermedad­es bajo control. Que empujar a la baja las mortalidad­es materna e infantil es éticamente necesaria y ciudadana y médicament­e posible.

¡Manos a la obra!

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