Ética digital
ser establecidos desde la ética, por ende, la ética misma se convierte en un fenómeno humano que está permanentemente inconcluso, por lo que debe refinarse de generación en generación. Algunos ya afirman que la ética es el gran proyecto común en la historia de la especie humana.
Ese gran proyecto que constituye un reto para el mundo digital, puesto que la tecnología bien puede ayudar a la construcción de una sociedad abierta, pluralista, tolerante, justa y equitativa; como también puede servir para ahondar las dificultades existentes y profundizar las brechas entre los entes sociales. La diferencia está en la forma como podamos potenciar las oportunidades positivas que genera la innovación digital, porque sin lugar a dudas, el progreso que genera la era digital ha de estar al servicio de todos y de la sostenibilidad del planeta.
Al hablar de ética digital, tenemos que abordar con responsabilidad la necesidad de articular un conjunto de reglas que gobiernan las interacciones que suceden en el ámbito digital. ¿Qué es aceptable y qué no en el uso de las redes sociales? ¿Cómo se define el buen uso de la información personal que otorgamos a entes públicos y privados? ¿De qué manera podemos formar conciencia sobre la responsabilidad de cada individuo en el uso de las herramientas digitales?
Un pragmático diría que, por tratarse de un territorio inexplorado, donde aún no existen reglas claras, sería tolerable un margen de errores, hasta tanto se defina un marco normativo. Sin embargo, la ética se trata de fundamentos, principios que están inscritos en el código genético de la humanidad y que son de aplicación universal, sin importar el ámbito de que se trate. Los principios comunes del mundo <<online>> se encuentran en los derechos humanos, en el compás de los valores, en la libertad, la igualdad y la solidaridad.
Al debate sobre la ética digital debemos sumarnos todos, porque requerirá rigurosidad en la tarea de definir un marco común aplicable a todos los usuarios del internet y la tecnología en general.