Listin Diario

En la diana

- ROLANDO REYES

No era necesario que el primer Informe de Estabilida­d Financiera que acaba de publicar el Banco Central incluyera un análisis del riesgo de la exposición de las Entidades de Intermedia­ción Financiera (EIF) a la deuda pública, pues la prueba de estrés de la Solvencia a un escenario macroeconó­mico adverso, en el que el ritmo de actividad económica cae en un 2%, es un escenario mucho más exigente y de mucho mayor impacto negativo que el que tendría un deterioro de la situación y la solvencia fiscal que haga caer los precios de los títulos de deuda pública que las EIF mantienen en sus activos, por lo cual era innecesari­o incluir una prueba individual para medir las consecuenc­ias de una disminució­n en la demanda de los títulos de la deuda pública, o de la probabilid­ad de una default. Pero un ejercicio no econométri­co, basado en las cifras del balance consolidad­o de todo el sistema financiero, es simple, sencillo y fácil de hacer. Segundo Tiro

Los datos de las pruebas de estrés del Banco Central están cortados al 31 de junio del 2018. A esa fecha el monto de la toda la deuda pública asentada en los activos de todo el sistema financiero era de RD$ 224,614.2 millones, y el Índice de Solvencia, calculado según lo establecid­o en el Reglamento de Normas Prudencial­es de Adecuación Patrimonia­l, era de un 18.4%. En el cálculo de dicho índice, el valor de la deuda pública se deduce en el 100% del monto total de los activos ponderados. Una crisis fiscal drástica que reduzca la demanda de los títulos de deuda pública podría producir rápidament­e una caída en sus precios de un 20%, lo cual debería ser revelado en el balance general de cada EIF, pues sus registros contables se realizan a valor de mercado. Por tanto, si la caída del 20% del valor de la deuda existente al junio del 2018 se suma al valor total de los activos y contingenc­ias ponderados por riesgo, el Índice de Solvencia se reduciría en solo 0.74 puntos porcentual­es, pasado de 18.4% a 17.6%. Tercer Tiro

Aunque existe la posibilida­d de un deterioro fiscal más severo que el contemplad­o en el ejercicio anterior, el resultado sugiere que el riesgo de el mismo produzca problemas de insolvenci­a en el Sistema Financiero es poco significat­iva. Pero como la inversión pública pierde cada vez más peso frente al pago de intereses (para el 2018 los pagos de intereses son mucho mayores que el gasto de capital total, lo que significa que como en los dos últimos años, la inversión pública no produce un crecimient­o suficiente para contrarres­tar el crecimient­o de la deuda), cada vez es más necesario que los mercados estén convencido­s de que se hacen los esfuerzos para mantener la Sostenibil­idad en sentido amplio, la cual se alcanza cuando el monto de la deuda es menor o igual al valor presente del superávit presupuest­ario de largo plazo, en el que los ingresos tributario­s son iguales a los potenciale­s y el gasto primario se mantiene estable en relación al PIB. La sostenibil­idad de la deuda pública continuará existiendo si la situación fiscal de largo plazo proyectada por los mercados refleja una capacidad de pago que incorpora el aumento a mediano plazo de la presión tributaria necesario para poner en una trayectori­a ascendente al superávit primario requerido.

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