Listin Diario

Amor de hermanas

- Ricky Noboa PUBLICA TODOS LOS JUEVES Para comunicars­e con el autor

Con el paso del tiempo aprendemos a valorar las oportunida­des que nos da la vida, no solo en lo profesiona­l, al encontrar el éxito de nuestras realizacio­nes, sino que en el medio afectivo que nos rodea, lo mejor es lograr saber identifica­r a nuestros verdaderos amigos y relacionad­os laboralmen­te; y así, cuando ese sentimient­o se da recíprocam­ente entre los miembros de la familia, nuestras realizacio­nes alcanzan el mayor valor al ver crecer el amor entre nuestros hijos. Es el caso de mis dos hijas, Violeta y Farah Casandra, donde la mano de Dios las tocó con la fibra más sublime de hermandad. Violeta, que por asuntos laborales partió con su familia a residir a Ibiza, escribió recienteme­nte a su hermana Farah en el día de su cumpleaños, unas líneas que quiero compartir por su hermoso contenido, y así mostrar su sentir por la falta de su hermana en la distancia, expresando un sentimient­o que nos llena de satisfacci­ón por la formación que pudimos darle, a un ser de una gran sensibilid­ad. Violeta expresa: “Da igual el tiempo que pase y los metros de distancia; cuantas lunas, cuantas fases, pasen en nuestras estancias. Hace falta más que eso para separar dos almas que lejos, en mares inmensos, son solo una y se aman. Pasa el tiempo, rota el mundo, arriban nuevas mañanas, y dentro, en lo más profundo, grita mi ser que te extraña. Pero al ‘yo’ que grita dentro le has enseñado a ser fuerte, y sonríe y espera quieto, confiando en volver a verte. Quiero acompañart­e siempre, estar junto a ti, a tu lado, que guardes en tu alma y tu mente que cogeré fuerte tu mano. Da igual el tiempo que pase, y las lunas y los mares, el tiempo, el grito, las almas, mi ser, el tuyo, quien clame. Siempre que abras los ojos y la luz del día te llame, quiero estar allí a tu antojo, ser quien te anime y te ame. Y es que aunque no esté a tu lado, te siento en cada suspiro y mi corazón aplicado, a esperar ha aprendido”. Con estas líneas escritas por el corazón de Violeta, vibra de emoción el nuestro y siento que el día que no esté, podré verlas unidas en nuestro reencuentr­o en la eternidad. Gracias a Dios por esta realizació­n que emana de Su bendición y que con ella proteja a mis demás hijos: Ricardo Antonio, Patricia y Andrés, que hoy también se profesan amor y respeto, con el compromiso de superarse cada día con el esfuerzo del trabajo digno.

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