La receta infalible
Mi amiga Lourdes Salazar me arrastró hasta la escuela, el domingo en la noche. Llegamos tarde, la clase ya había empezado. ¡Una pena! Nos perdimos de escuchar las preguntas de varias alumnas al Doctor Amor, a cuya aula asistimos. Lourdes me había dicho que nos íbamos a reír y, antes de tomar asiento, estallé en carcajadas. Fue una clase magistral de amor y de actuación. La “Escuela para Mujeres” es una obra de Teatro interpretada por Raeldo López, cuya versatilidad, aplomo y elegancia en escena merecen un gran aplauso. La gracia con que este actor se desdobla de un personaje al otro, interpreta diez, nueve mujeres y un hombre, deja a cualquiera boca abierto. La verdad es que Dios da a cada uno talentos y dones. Y quienes desarrollan los suyos pueden lograr cosas increíbles como permanecer en escena por casi dos horas, hablando sin parar, mientras pasas de la risa al llanto, de la burla a la desesperación.
Aunque lo que más me motiva a escribir sobre esta obra, escrita por el venezolano Carlos Castillo, son los consejos del Doctor Amor, que se entrelazan con las historias, algunas absurdas. Porque el sufrimiento por un hombre causa tal devastación en la vida de una mujer que asume los comportamientos más extraños y protagoniza las situaciones más inverosímiles ante la mirada atónita del resto del mundo, incluso, de quien provoca ese sufrimiento.
La histeria, la parálisis, la auto conmiseración, el aguante sin límites, las esperanzas y las expectativas más irracionales marcan el comportamiento de mujeres envueltas en relaciones abusivas, tóxicas, donde no hay espacio para el amor, especialmente, para el de ellas.
El Doctor Amor recomienda, a sus desesperadas alumnas, romper esas relaciones. Habla de autoestima, de que somos criaturas valiosas de Dios; de que no debemos demostrar que somos superiores, porque, simplemente, lo somos. Ofrece, además, estrategias: comer helado hasta hartarnos, gastar en ropa y zapatos, sonreír, y mostrar una actitud receptiva ante lo bueno que pueda llegar a nuestra existencia. Muchas recetas, la verdad.
Al salir, cuando dejamos atrás el Teatro Enrique Chao, donde tuvo lugar la obra, mi amiga Lourdes y yo hablamos en serio sobre el tema. Estuvimos de acuerdo en que al Doctor Amor le faltó una receta. La única salida para una mujer atrapada en una relación de sufrimiento es Dios. Esa es la medicina infalible.