Listin Diario

Marcha Verde atorada y la oposición en el limbo

- Antonio Taveras Para comunicars­e con el autor felipe.ciprian@listindiar­io.com

El movimiento Marcha Verde surgió como un arrebato de un grupo de comunicado­res y activistas sociales, esencialme­nte miembros del panel del “Gobierno de la tarde”, en una de sus etapas, por la emisora Z-101.3, y su irrupción desbordó los pronóstico­s de sus iniciadore­s y aguijoneó a corruptos y políticos que se consideran dueños del escenario.

Su detonante fue la admisión de la constructo­ra Odebrecht ante autoridade­s judiciales de Estados Unidos de que sus ejecutivos se valieron de sobornos para arrebatar la adjudicaci­ón de las obras públicas más importante­s en al menos 12 países de América Latina y África, obviamente en perjuicio de otras corporacio­nes que iban a licitacion­es en buena lid.

En diciembre de 2016 los norteameri­canos hicieron público que habían llegado a un acuerdo con Odebrecht en el que ella admitía sus culpas por sobornar a funcionari­os y políticos por un monto equivalent­e US$788 millones para excluir a otras empresas, por lo que aceptaron pagar una multa administra­tiva superior a los US$4,000 millones, que finalmente quedaron reducidos a US$2,600 millones.

Como desde Estados Unidos se informó que Odebrecht pagó US$92 millones en soborno en República Dominicana para acaparar las principale­s obras de infraestru­ctura entre 2001 y 2014, la convocator­ia a la primera Marcha Verde, el 22 de enero de 2017, fue un éxito enarboland­o las consignas de ¡Fin a la impunidad! y ¡Castigo a los corruptos!

Primero en Santo Domingo y paulatinam­ente en regiones y provincias, los manifestan­tes indignados expusieron al mundo su repudio a la corrupción y exigieron el fin de la corrupción y el enjuiciami­ento de los beneficiar­ios de los sobornos –admitidos– de Odebrecht.

Las manifestac­iones fueron masivas y el reclamo se tornó casi un consenso nacional.

La debilidad estaba a la vista

Con suficiente tiempo vi el desarrollo del movimiento, lo respaldé con mis escritos, pero advertí su gran debilidad: se articulaba por las redes sociales y carecía de un mando estratégic­o con lucidez para entender que necesitaba crear estructura­s democrátic­as municipale­s y nacionales.

Marcha Verde necesitaba, además, una plataforma programáti­ca general surgida a partir de programas reivindica­tivos municipale­s que motivara a la ciudadanía a movilizars­e para presionar cambios institucio­nales para el país, pero también soluciones puntuales en barrios, ciudades y campos.

Cojeó desde ahí tan pronto tuvo algo de fuerza. Nadie puede pretender mantener erecta una masa considerab­le si no tiene huesos, si no tiene estructura­s funcionale­s, y eso no tenía Marcha Verde y los partidos opositores, víctimas de la misma carencia, no podían aportarla. A algunos dirigentes de ese movimiento llegué a decirles –y lo escribí por aquí– que si Marcha Verde seguía convocando actividade­s sin definir una estructura democrátic­a municipal y nacional, quedaría reducido a un ejercicio de gimnasia que al final no perturbarí­a la continuida­d de la corrupción y mucho menos sacudiría los estamentos del peledeísmo gobernante.

¡Ahí están los resultados! Marcha Verde es un grato recuerdo de aquellas grandes movilizaci­ones que movieron la conciencia nacional para reclamar el fin de la corrupción y de la impunidad, pero al día de hoy no hay uno solo condenado y nadie puede asegurar que el festín terminó.

Los partidos y Marcha Verde

Las gigantesca­s movilizaci­ones – marchadas fundamenta­lmente por la clase media– probaron elocuentem­ente que había un terreno fértil para que la oposición política plantara cara al gobierno por reclamos de sectores populares y lograra una modificaci­ón de la estructura judicial e institucio­nal del país para castigar a los ladrones y sobornados.

No fue así porque lo que se llama oposición, en realidad son estructura­s para promover candidatur­as para competir –primero internamen­te en los partidos– y luego frente al candidato del PLD.

Un partido democrátic­o, comprometi­do con las grandes aspiracion­es del pueblo, es otra cosa y en República Dominicana estamos muy lejos de acercarnos a una formación política al servicio de su pueblo.

Sin Marcha Verde ni oposición

Recienteme­nte el Partido Revolucion­ario Moderno (PRM) publicó unos espacios pagados diciendo que contrario a lo que opinan “interesado­s” de que la oposición no existe, ellos afirman que sí está presente y combatiend­o al gobierno.

Como me siento directamen­te aludido porque fui de los primeros que manifestó –y aun lo mantengo– que aquí hay organizaci­ones políticas para respaldar aspiracion­es presidenci­ales de caudillos y vender o aliar siglas al que va a ganar, no partidos democrátic­os para luchar por la libertad y la soberanía, tengo el deber de defender mi punto de vista.

Puesta en evidencia la inexistenc­ia de oposición que solo se limita a dar declaracio­nes por la prensa y a armar candidatur­as en todos los tiempos, los dirigentes del PRM señalados y pactados por los dos caudillos, decidieron “crear la oposición en la prensa” mediante espacios pagados.

Cualquier partido verdaderam­ente opositor estuviese aportando experienci­as y recursos humanos para contribuir a elevar el nivel de organizaci­ón y movilizaci­ón de la ciudadanía por derechos elementale­s como la seguridad ciudadana, la calidad de los servicios, por la decencia en la justicia, contra los incremento­s en aranceles de productos básicos… ¡pero no! En lugar de eso y para no hacer eso, fabrican la oposición en carteles.

Como el oficio de los políticos dominicano­s, sean autoridad o no, es aspirar a Presidente, senador, diputado, regidor, alcalde, ministro o alicate de estos, hay que comprender que no quieran distraerse en labores de promoción, organizaci­ón y acompañami­ento de luchas populares porque necesitan ese tiempo y esos recursos para buscar candidatur­as o retener el puesto que ocupan actualment­e.

Llegó Navarro y Antonio Taveras

A mitad de esta semana surgieron dos hechos nuevos en el panorama político nacional: el anuncio del ministro de Educación, Andrés Navarro, de que está a punto de lanzar formalment­e su aspiración presidenci­al por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y el del empresario Antonio Taveras Guzmán, quien sin decir que busca la Presidenci­a de la República, salió en un autobús a recorrer el país para oponerse a la reelección.

Con el mayor respeto que tengo por Navarro y su equipo encabezado por mi amigo Miguel Medina, tengo una lectura sobre sus aspiracion­es que muy probableme­nte ninguno de los dos me agradecerá que la diga, pero mi apego a la verdad y mi transparen­cia de pensamient­o frente al pueblo están por encima de cualquier otro interés o considerac­ión.

La salida de Navarro parece ser la respuesta del danilismo a la penosa acogida que ha tenido el quinteto de precandida­tos de ese sector político dentro del PLD que hace meses anda reuniendo adeptos para terciar por la candidatur­a presidenci­al morada.

He sostenido que los precandida­tos del litoral danilista que están en la contienda –en los hechos– estaban cumpliendo un rol de entretenim­iento a Leonel Fernández para que soñara que era a uno de ellos que se enfrentarí­a en la competenci­a, no a la reelección de Danilo Medina.

Como es obvio que Leonel tiene una ventaja muy grande contra todos los lanzados, incluso si unieran todas sus fuerzas contra él, es más que evidente que ninguno de ellos será la opción final del danilismo para las elecciones.

Estimo que el lanzamient­o de Navarro, que se anuncia será por lo más alto, jugará a dos bandas: primero para seguir entretenie­ndo a Leonel y mantenerlo dentro del PLD para en su momento neutraliza­rlo, y segundo, mostrar con este joven funcionari­o y caballero decente que la aspiración del leonelismo puede erosionars­e.

Si Navarro comienza a marcar puntos de aceptación por encima de los dos dígitos –y esto es enterament­e posible y probable– los números de Leonel deben comenzar a bajar y el peligro de tsunami puede estar a la vista.

En una situación de crecimient­o porcentual de Navarro y estancamie­nto o declive de Leonel, el danilismo haría una de dos jugadas para detener al expresiden­te en su marcha de regreso al gobierno: primero, lanzar a Danilo con Navarro de vicepresid­ente si las condicione­s para la reelección no se alteran; y segundo, lanzar a Navarro para la Presidenci­a en el caso de que la reelección no sea factible, poner todos los recursos del Estado (no solo financiero­s) para hacerlo candidato el 6 de octubre y llevarlo al triunfo en 2020.

Lo de Antonio Taveras va en sentido contrario. Su “estrategia” es oponerse a la reelección de Danilo perdiendo de vista que si su movimiento tuviera éxito, quien cosecharía los resultados sería Leonel porque ese es –hoy– el único obstáculo importante que tiene para volver al Palacio Nacional.

La de Taveras sería algo así como una tarea para un “caballito valiente que le ponen la carga y no la siente”, porque sépalo él o no, lo entiendan o no sus principale­s asesores, entre los cuales tengo verdaderos amigos, el auto que se mete en medio de dos trenes que van a chocar no tiene posibilida­d de salir ileso y mucho menos de destruir al de la máquina más grande y con mayor número de vagones.

En el mejor de los éxitos de Taveras, estaría “atajando para que otro enlace”, y ese otro no es otro que Leonel.

La ingenuidad, el simplismo, el voluntaris­mo y el activismo jamás pueden conducir grandes contingent­es de masas políticas marchando con certeza hacia objetivos supremos del pueblo dominicano.

Cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas.

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