Un Programa para el voto consciente
En unos mediocres versos de los que escribí siendo muy joven, calificaba “yo” y “mío” como palabras deformes que aullaban. Esta columna se llama En Plural, y ratifica mi adhesión invariable al “nosotros”.
Por eso postulo, el Socialismo Democrático, por eso me entusiasmo y comparto con lectores y alumnos las categorías sociopolíticas de inclusión, igualdad, solidaridad.
Por esa convicción de que los humanos somos seres sociales, que logramos solamente lo que soñamos, planificamos, ejecutamos y evaluamos juntos, apuesto en mi ejercicio partidario por programas, no por individuos.
El programa, en este caso partidario, representa ante los posibles votantes todo, de la organización política, suponiendo, lógicamente, que ese programa es el producto de una consulta democrática hecha, no solo a los dirigentes y militantes de las diferentes tendencias, sino a la ciudadanía en su conjunto, para conocer las urgencias de soluciones.
¿Qué es, qué significa, programa de un partido? ¿Qué papel juega en una campaña electoral, y ya luego, en la elección de un nuevo gobierno?
Lo que presento como definiciones, tiene como fuente mis convicciones ideológicas, me adelanto a advertirlo. Considero que hacer una campaña basada en los ejes programáticos que en las consultas trazó el pueblo, es garantizar de antemano que gane, el partido que gobernará con el pueblo como socio y aliado.
Aplicando ese criterio mío, el partido lograría transformar una superficial, rutinaria e infuncional campaña electoral, que lleva a las urnas a muchos engañados, o comprados, por otra nutrida, por la información previa y convincente puesta a disposición de la ciudadanía para que conscientemente pueda manifestar en las urnas su apoyo a esa organización política que le ofrece la solución de los problemas cardinales que aquejan al país.
Ese programa, para lograr el milagro de recuperar para un partido político la confianza de una población cada vez más escéptica y disgustada con la forma actual de hacer política, tiene que ser claro, comprensivo, factible, por lo tanto sincero y honesto, con números inteligibles que avalen lo que se ofrezca.
Debe ser, además, un compromiso que incluye, no solo al o los candidatos que figuran en las boletas, sino al partido en su totalidad.
El programa no es, por tanto, propiedad del aspirante que logró vencer en las primarias a sus compañeros, que con el pulsearon. Es la “tarjeta de presentación”, por así decirlo, del partido y que por tanto tiene el valor agregado de que representa la unidad interna de quienes compitieron y de sus seguidores identificados con postulados programáticos que dan identidad marca de fábrica, al organismo.
Por supuesto, durante la campaña interna que conduzca a las primarias que decidirá a los candidatos oficiales del partido, los aspirantes presentarán lo que podríamos llamar preprogramas. En el caso de mi partido, Hipólito Mejía, Luis Abinader y otros compañeros que compitan plantearan en ellos sus propósitos y sus planes de gobierno si resultaren electos. Esos documentos, obviamente, deberán encuadrarse en los postulados ideológicos de nuestro partido.
Pero es al PRM, al que corresponde, puesto que será desde sus casillas que aspirarán quienes quieran asumir la responsabilidad de gobernar, presentar el programa definitivo.
Hay cosas que pienso que habrá que hacer desde que se llegue al poder, en la cresta de la ola, para mostrar que las promesas en presente el programa se materializan en acciones.
Transformaciones, algunas radicales, como en justicia, seguridad ciudadana, controles interno para detener la corrupción que se ha vuelto endémica, aplicación estricta de las leyes que ahora son letra muerta.
Ya luego, llegará el momento para enderezar, cambiar, o ampliar políticas públicas, que son el hacer-hacer de un gobierno que no sea improvisador, como los del PLD.
Cuando se embriden la impunidad, discriminación, la corrupción, el crecimiento económico alcanzará para redistribuirse mejor, lo que permitirá una estrategia de gobierno que operativice políticas públicas inclusivas y solidarias.
Estas medidas y otras similares no son, aun ofertas del programa de mi PRM. Son anhelos que hace tiempo sienten los dominicanos cansados de campañas vacuas que se llenan de insultos por falta de argumentos.
Ya lo dijo Chomsky: el discurso, anuncia y afirma la realidad.
Lo que hablamos en política, construye el edificio de lo que somos capaces de hacer, de ser, de creer y destruir o crear.
Anunciemos en programas nuestras intenciones, hagámosle saber a la gente lo que pretendemos hacer cuando seamos gobierno, si ellos así lo determinan con sus votos.
Un programa para el voto consciente: eso abrirá el camino para un gobierno abierto a los cambios de hayan planificado juntos un partido político, el PRM, y la sociedad dominicana.