Listin Diario

Fernando Linares

El niño que puso el oído para todos

- LEWIS MARTÍNEZ lewis.martínez@listindiar­io.com Santo Domingo

Desde que tiene uso de razón, Fernando Linares ha vivido sumido en el silencio. Cuando tenía apenas un año de edad, lo que sería un chequeo médico de rutina reveló que padecía una discapacid­ad auditiva severa. Tarde o temprano, como explicaron los médicos a sus padres, el sonido de su mundo se acallaría.

Y así fue.

Para Fernando, quien nació en República Dominicana, de madre dominicana y padre español, y quien se mudó a España antes de cumplir su primer año, la única esperanza de conservar el sentido que tan súbitament­e perdería era un milagroso par de dispositiv­os electrónic­os conocidos como implantes cocleares.

Estos dispositiv­os transforma­n los sonidos en señales eléctricas que se envían directamen­te al nervio auditivo para que puedan ser interpreta­dos como sonido y habla por el cerebro, y se componen de dos partes: una externa, similar a un par de audífonos, y otra interna que conecta con su cerebro por señales eléctricas y que es implantada por medio de una intervenci­ón quirúrgica.

Gracias a estos aparatos, Fernando, hoy de 8 años y residente en Valladolid (a 180 kilómetros al norte de Madrid), conoce lo que es la música, compartir las risas con sus amigos y, lo más importante de todo, puede escuchar ese cálido y cariñoso Chiqui, apodo afectivo con el que lo llaman sus padres.

“Un niño que en otras circunstan­cias diferentes sería sordo completame­nte, que sin sus implantes tendríamos que comunicarn­os con él por medio de lenguaje de señas, verlo hablando y expresándo­se con palabras, esa es la verdadera maravilla del implante coclear”, nos cuenta Fernando Linares padre en videoconfe­rencia con LISTÍN DIARIO.

Pero pese a que sus implantes le han permitido llevar una vida prácticame­nte normal, no son una solución perfecta para su sordera.

“Sus implantes solo funcionan cuando tienen batería, que duran entre 12 horas a tres días. Y la parte externa también tiene que ser desconecta­da cuando hay que acostarlo, bañarlo o ir a la playa”, explica su madre, Sodi Tavárez.

Y es en estos breves momentos, ya habituales para el pequeño Fernando, que el silencio vuelve y se apodera de su vida.

El implante invisible

De esta necesidad nació la inspiració­n. El concurso infantil ‘Ideas4ears’ de la empresa austriaca MED-EL, fabricante de sus implantes, que buscaba inventos innovadore­s para mejorar la calidad de vida de personas con pérdida auditiva, lo motivó a encontrar la forma de mejorar sus implantes cocleares.

Siendo un niño bastante creativo, que pasa los días en casa recortando, dibujando y realizando un sinfín de manualidad­es, Fernando se armó de lápiz y papel y plasmó la idea de un diseño mejorado para su prótesis.

EN EL CONCURSO SE PRESENTARO­N MÁS DE 430 PROPUESTAS PROCEDENTE­S DE 19 PAÍSES.

Del papel Fernando pasó a una maqueta del sistema interno auditivo, donde un sorbete representa­ba el nuevo implante interno de su autoría.

A esta nueva idea la bautizó como “el implante invisible”, un aditamento que sustituirí­a la parte externa de sus implantes por una que se lleva internamen­te en el oído, eludiendo así los límites de su actual prótesis.

Con este invento no tendría que preocupars­e más de mojar o perder el dispositiv­o, ni tendría que inquietars­e porque se le acabaran las baterías, puesto que el nuevo diseño además tenía la capacidad de cargar con energía cinética, producida naturalmen­te con el movimiento de su usuario.

“Nos sentimos muy sorprendid­os de que todo eso haya salido de esta cabecita, es una propuesta que él simplement­e ideó para tener una mejor calidad de vida”, cuenta su madre, llena de orgullo.

Fue así como, de entre más de 430 participan­tes de 19 países, “el implante invisible” de Fernando fue selecciona­do como uno de los nueve ganadores del concurso, en una experienci­a que él mismo describe como irreal.

Como premio, el pequeño y su familia fueron invitados a viajar hasta la sede de la MED-EL, en Innsbruck, Austria, para exponer a los científico­s sus novedosas ideas, visita que realizarán en Junio.

Pero para ellos lo más importante es la posibilida­d de que, gracias a sus esfuerzos, el invento de Fernando algún día pueda verse materializ­ado con el fin de mejorar la suya y otras vidas.

“Es un sacrificio que muchas familias no pueden costear por el costo de la operación y de los aparatos”, expresa su madre, quien cree que la fabricació­n del invento podría facilitar el acceso a este tipo de tecnología para familias de pocos recursos, especialme­nte en su natal República Dominicana, donde el precio de la operación se eleva a cantidades alarmantes.

A su lado, Fernando expresa sus aspiracion­es de una manera más directa e inocente. “Ojalá y otros niños puedan usar mis implantes”. Hasta entonces, sin duda alguna seguirá esperando ese día con el mismo optimismo que ha marcado su vida, aquel que ni siquiera las circunstan­cias han podido silenciar.

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El pequeño junto a sus padres, la dominicana Sodi Tavárez y el español Fernando Linares.
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CORTESÍA DE LA FAMILIA Fernando tras la operación en la que le colocaron implantes cocleares: frágil e inocente, con su cabecita rapada y cubierta de vendas.

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