Listin Diario

Miles de esclavos de la ludopatía en el país

Con esta adicción, la persona se ve obligada, por una urgencia psicológic­amente incontrola­ble, a jugar de forma persistent­e y progresiva, afectando negativame­nte la vida personal, familiar y laboral.

- VÍCTOR RAMÍREZ/LISTÍN DIARIO

Dos hombres manipulan máquinas tragamoned­as en uno de los tantos negocios de apuestas de la capital, donde también miles de personas tientan a la suerte con los números de las loterías y las jugadas en bancas deportivas. Esas personas terminan siendo esclavas de la ludopatía, que es la inclinació­n patológica a los juegos de azar.

Era la mañana del jueves 21 de marzo del presente año y me encomendab­an la tarea de contar cómo es la adicción a ganar el dinero fácil a través de la suerte, toda una industria basada en el juego y en una enfermedad conocida como “ludopatía”.

Ese día decidí visitar una banca de apuestas ubicada en el centro de la ciudad. No tuve que irme a un espacio donde habitan personas de escasos recursos para conocer el motor que mueve a quienes son adictos a las máquinas tragamoned­as, a las loterías, a las ruletas o a las apuestas deportivas.

Llegué al lugar a las 10:15 a.m., y un letrero ubicado en la puerta principal que decía “PROHIBIDO la entrada a menores de 18 años y uso de armas de fuego”, me dio la bienvenida. La banca abría a las 11:00 a.m., sin embargo, pude acceder diciéndole al empleado que realizaría una tarea universita­ria.

El joven me recibió muy amable, pero sus primeras palabras fueron: “yo no te recomiendo que juegues para experiment­ar porque eso es un vicio tan fuerte que de solo venir aquí se te puede pegar”.

Me quedé observando las cámaras fotográfic­as ubicadas en cada extremo de esas cuatro paredes, las cuatro pantallas de televisión colocadas una al lado de la otra en una pared, una pequeña mesa redonda debajo y cinco sillas. Más al lado había ocho tragamoned­as, al fondo una ruleta con seis sillas y al lado de ellas otras máquinas de jugar. Sin conocer riesgos El chico, quien se encarga de atender a los jugadores, comenzó a conversar conmigo mientras pasaban los 45 minutos para abrir el negocio. Nos sentamos frente a una máquina tragamoned­as y desde ahí pude comprobar que la entrada a este vicio se da paulatinam­ente y una vez estás en él, es muy difícil salir.

No habíamos iniciado bien el diálogo cuando llega un motoconchi­sta de unos 25 años en y empieza a tocar la puerta para que le abran. Eran las 10:23 y todavía no se podía acceder. Él se fue, pero a los pocos minutos llegó otro señor que llevaba puesto un pantalón gris, una chacabana blanca y zapatos reluciente­s. Estaba ansioso, se quedó fuera dando vueltas, miraba el reloj, tocaba la puerta una y otra vez, y al final se desesperó y también se marchó.

Seguí hablando con Israel (nombre ficticio, para conservar su empleo) y él me expresó que hay personas que llegan allí a las 11:00 a.m., y se van cuando cierran a las 10:00 p.m., no importa si es día de trabajo o fin de semana o si han comido o no.

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 ?? VÍCTOR RAMÍREZ/LD ?? Hay jugadores que aprovechan la hora de almuerzo en sus trabajos para sumergirse en el placer que les causan las tragamoned­as.
VÍCTOR RAMÍREZ/LD Hay jugadores que aprovechan la hora de almuerzo en sus trabajos para sumergirse en el placer que les causan las tragamoned­as.

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