Listin Diario

Agradecimi­ento divino

- MARTA QUÉLIZ

Cuando tenemos fe en el Señor, Él nos escucha, a veces hasta más rápido de lo esperado. Tanto es así que hay momentos en los que no te has dado cuenta de que tu solicitud se ha convertido en milagro. Es ahí cuando escuchas esa voz que te dice: “Ya no me pidas, dame las gracias porque todo está en divino orden”.

Jesús obrando

Es precisamen­te en ese instante en el que te sacudes y, aunque sin llegar a ser como santo Tomás, ves el porqué del mensaje de esa voz de paz. Te enteras de la mejoría de esa persona enferma por la que pedías, te das cuenta de cómo en un abrir y cerrar de ojos lo que te parecía imposible ya no lo es, sientes que esa situación que te atormentab­a ya es pasado, y así vas notando cuán grande es su gloria.

La acción reveladora

Cuando escuchas esa voz quieta, firme y amorosa, sientes ese gran alivio interior que solo se consigue cuando se tiene una fe inquebrant­able en que el Señor todo lo puede. Te sientes como en una ciudad fabulosa donde todo lo que sucede es bueno, sano y productivo. No hay espacio para la preocupaci­ón, solo un llamado a la reflexión de que todo lo que pones en la mano del Todopodero­so estará muy bien protegido.

La voz en tu mente y corazón

Cuando clamas al Creador te das cuenta de que tu mente ya no piensa lo que quieres pensar. Hay un mensaje divino que no se aparta de ella y te asegura que tu fe te ha salvado, como dice la Biblia. Tu corazón se acelera y puedes advertir que algo grande y divino está pasando en ti. Te das cuenta de que verdaderam­ente si tuvieras fe como un granito de mostaza podrás ver hecho realidad aquello que tal vez te parecía imposible.

Él da y lo hace en abundancia

No dudes que el Señor está en tu vida, y que quiere siempre habitar en ella con tu permiso. Abre tu corazón a ese Dios de amor que da y lo hace abundantem­ente. Escucha su voz cuando te dice que cuando clamas a Él con fe, en poco tiempo ya no tienes que seguir solicitand­o ese favor, porque ya te lo ha cumplido.

Su plan es perfecto

Así como su tiempo, sus planes son perfectos. Tú le pides y Él te da, pero detente y observa que siempre es cuando y como Él lo dispone. Nunca tarda porque actúa en su tiempo, y nunca da ni más ni menos, solo hace su voluntad. Y es ahí cuando se hace preciso el agradecimi­ento divino.

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