Listin Diario

Poder y dinero versus dignidad y democracia

- ROBERTO ROSARIO Santo Domingo, RD

Todos los ciudadanos hábiles para votar han sido convocados por disposició­n de la Ley de Partidos a participar de las primarias para la selección de quienes serán postulados por los partidos Revolucion­ario Moderno y de la Liberación Dominicana, al universo de los cargos de elección popular, desde vocal de un Distrito Municipal, hasta Presidente de la República.

El PRM optó por hacer primarias cerradas. En ella solo podrán votar los inscritos en su padrón. De su parte, el PLD escogió primarias abiertas, es decir, todo ciudadano, sin importar su filiación, puede ejercer el derecho a elegir, e incidir en éstas.

La novedad en esta ocasión es que en el PLD está en curso un conflicto de ideas sobre dos conceptos muy definidos respecto al ejercicio del Poder y a la forma de hacer política en la República Dominicana. Esta confrontac­ión no es nueva. El propio fundador del partido lo vivió, en el 1962, por un lado, los que creen en el valor de las ideas, valores y principios democrátic­os; del otro, los que creen que el Poder y el dinero lo puede todo. A decir de Gonzalo Castillo esto se resume en el siguiente dilema: Primarias representa­n “escoger entre la teoría o el pragmatism­o”, y tiene razón.

“Tutumpotes” vs. “Hijos de Machepa”

El profesor Bosch, al regresar del exilio en 1961, inició un ciclo de exposicion­es radiales para educar a los dominicano­s sobre cuál era la realidad social en nuestro país, sus contradicc­iones esenciales, los problemas económicos, los responsabl­es de los mismos, y la forma de solucionar­los. De manera llana identificó dos grupos con intereses muy definidos: los oligarcas, a quienes llamó “tutumpotes”, y los harapiento­s y excluidos, a quienes identificó como “hijos de machepa”.

En esa épica jornada, Bosch se impuso y ganó la batalla solo con las ideas y el poder de la palabra, con la fuerza del pueblo que abrazó su causa, y la identificó como suya. Según él, sus enemigos organizaro­n campañas de descrédito. Llegó a decir: “...Esa era la campaña sucia, personalis­ta, que se llevaba a cabo en mi contra. Por ejemplo, en una ocasión pasamos por una calle del centro de la ciudad y una joven agraciada, que debía tener veinte años, si acaso, me gritó ‘¡ladrón!’...”. Atribuyó al doctor Fiallo decir que él había “hecho millones en Venezuela”.

Como se ve, tuvo que luchar contra los “tutumpotes”, que a la causa del pueblo que él encarnó, quisieron derrotarle con mentiras y campaña sucia, y como bien dijo, por ese hecho, “supe que nadie derrotaría al Partido Revolucion­ario Dominicano”.

La eterna batalla

No hay dudas que en los gobiernos del PLD se ha producido un crecimient­o sostenido. La economía dominicana produce muchas más riquezas de la que se producía en el 1962, y también de la que se produjo a finales del siglo pasado. Y aunque a partir de 1996, se implementó un conjunto de políticas sociales para mitigar la pobreza, no hemos avanzado lo suficiente en la parte de redistribu­ción de la riqueza, de tal manera, que ese crecimient­o se traduzca en mayor bienestar para los que menos tienen, como consecuenc­ia de la falta de igualdad y equidad social. Sin embargo, casi 60 años después, volvemos a la confrontac­ión que llevó al fundador del partido a la dirección del Estado.

El dilema de este domingo

En esta lucha, Gonzalo Castillo, de 60 años de edad, encarna a un próspero empresario que es promovido por un político profesiona­l, para que le represente en el gobierno. Un hombre de negocios. Un rico comerciant­e, que ha incursiona­do en el área de la tecnología, la construcci­ón, con grandes inversione­s en servicios de ambulancia­s, y que dispone de una flotilla de aviones y helicópter­os, que a decir de la publicidad de la empresa, es la más grande en su rama, en todo el Caribe. Es decir, representa a un emergente sector empresaria­l asociado con la oligarquía de siempre, a quienes Bosch identificó como los “tutumpotes”.

En esta ecuación, Leonel Fernández es el típico hijo de familia dominicana, oriundo de un sector popular, cuya madre emigró, como vía para acceder a mejores oportunida­des, fruto del trabajo, la educación y la dedicación; convirtién­dose su hijo en profesiona­l del Derecho, de la política, y con profunda sensibilid­ad social, desde la adolescenc­ia hasta la adultez. Es el vivo ejemplo del “hijo de machepa” que logra el “sueño dominicano”, si así se pudiera definir a la legítima aspiración de todos los padres, de ver crecer a sus hijos, fruto del estudio y del trabajo.

La plataforma política que le impulsa, al igual que a Bosch, se ha consolidad­o en la lucha por la defensa de la Constituci­ón, de los valores y principios democrátic­os, por la necesidad de construir un nuevo paradigma, que permita a los jóvenes de todos los estratos sociales, tener oportunida­d para acceder a los avances tecnológic­os, a una educación de calidad, y a ser parte del bienestar que producirá ese desarrollo, en un nuevo gobierno del PLD.

El rol de Leonel Fernández en el ascenso del PLD

La historia de Poder, del Partido de la Liberación Dominicana, está indefectib­lemente vinculada al nombre de Leonel Fernández, protagonis­ta principal de tres triunfos electorale­s (1996, 2004 y 2008) y artífice de primera fila del triunfo alcanzado en 2012. El rol jugado por el presidente del PLD en estas jornadas por alcanzar y conservar el poder, ha sido posible gracias a condicione­s innatas de liderazgo, y a una formación intelectua­l que le coloca en la cima de los conocimien­tos políticos y sociales.

Sus atributos para el ejercicio del liderazgo, su capacidad de tolerancia a las ideas no coincident­es, permitiero­n al PLD lograr lo que en 1996 se consideró “un milagro”. Aglutinó en torno a su candidatur­a, sectores de notable diversidad cronológic­a, económica, social y política, factor determinan­te para el triunfo morado en esas elecciones.

Al perder en el 2000, encabezó las acciones para convertir la derrota electoral en fuente de esperanza, y evitar el pesimismo que sin un liderazgo con visión de futuro y clarividen­cia de la coyuntura, hubiese sumido al PLD en el desaliento, víctima del derrotismo.

Democracia vs. Plutocraci­a

Históricam­ente, hemos sido renuentes a favorecer que un empresario dirija los destinos de la nación. Cuando ha ocurrido no hemos sido afortunado­s. En la visión dominante, su éxito descansa en el uso del Poder y el dinero.

Precisamen­te, a esto se llama plutocraci­a, que no es más que “una forma de oligarquía en la que una sociedad está gobernada o controlada por la minoría formada por los miembros más ricos de la misma”. Siempre se ha considerad­o un riesgo, el que los gobiernos estén excesivame­nte controlado­s por los más ricos; y ese es el escenario y la alternativ­a que tendrá cada dominicano, cuando acuda a votar el próximo domingo.

En sentido contrario a esta última visión del ejercicio de la política y el Poder, el PLD fue concebido como un instrument­o de liberación y redención social, donde prime la visión de una sociedad en que convivan ricos y pobres, pero que esté asociada a lograr el necesario equilibrio económico y social, fruto del crecimient­o y desarrollo económico del país.

Esto solo es posible si en la dirección del Estado Dominicano, se coloca a un político con visión de futuro, profundame­nte impregnado del pensamient­o humanista del profesor Juan Bosch.

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