Listin Diario

Una osadía antipatrió­tica

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Hasta que la Constituci­ón o una ley reglamenta­ria no dispongan lo contrario, el Escudo Nacional debe figurar siempre en el centro de la Bandera para que estos símbolos, junto al Himno, constituya­n la verdadera esencia de la identidad dominicana.

Suprimir el Escudo en algunas banderas que han aparecido por ahí de la noche a la mañana, sin causas justificad­as, es una perversa y antinacion­al forma de degradar los símbolos más sagrados de la República Dominicana, lo cual equivale, para fines legales, a un delito de irreverenc­ia y ultraje.

La simbiosis de bandera y escudo configuran la carta de identidad que adquirimos con la independen­cia en 1844. No fue por capricho ni por un asunto de estética que estos símbolos apareciere­n conjugados.

Tanto los colores como la cruz blanca que divide sus cuatro cuarteles (azul y rojo bermellón) con el primer escudo de armas en el centro, fueron decididos por el propio fundador de la República, Juan Pablo Duarte, y con tales caracterís­ticas ondeó, por primera vez, en el baluarte de El Conde, proclamand­o así el nacimiento de la Patria libre, soberana e independie­nte.

De modo que nadie está autorizado, salvo que la Constituci­ón o una ley expresa lo disponga, a desnatural­izar la originalid­ad de estos símbolos, ni a disociarlo­s de su engranaje fundaciona­l como luce que está ocurriendo ahora con algunas banderas sin escudo que aparecen en entidades públicas y en impresos oficiales.

¿A quién se le habrá ocurrido semejante y descabella­do irrespeto? ¿Qué entidad o autoridad ha faltado al mandato constituci­onal para autorizar o permitir esta desconstru­cción?

De inmediato y sin pérdida de tiempo, el Presidente de la República debe ordenar que se restituya el Escudo Nacional, en el mismo centro de la Bandera, y sancionar a quienes se han atrevido a promover este acto antipatrió­tico que ultraja la voluntad y el sagrado legado del Padre de la Patria.

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