Niños en el limbo, en las prisiones del ISIS
NORESTE DE SIRIA — Los prisioneros cubren el piso como una alfombra de desesperanza humana. A muchos les faltan ojos o extremidades, algunos están muy delgados por la enfermedad, y la mayoría usa monos naranja, similares a los uniformes con los que el Estado Islámico, el grupo terrorista al que alguna vez pertenecieron, vestía a sus propios prisioneros antes de ejecutarlos.
En el segundo piso, hacinados en dos celdas con poca luz solar, se encuentran más de 150 niños — de unos 9 a 14 años— de diferentes países. Sus padres los trajeron a Siria y terminaron muertos o detenidos. Llevan meses allí.
A finales de octubre, las visitas a dos cárceles para ex residentes del territorio controlado por el Estado Islámico (ISIS) dejaron al descubierto la magnitud de una creciente crisis legal y humanitaria que el mundo, en gran medida, ha ignorado.
A medida que el califato autoproclamado del ISIS se colapsaba en Siria, decenas de miles de hombres, mujeres y niños que habían vivido allí terminaron en campamentos inmundos y prisiones abarrotadas dirigidas por la milicia, encabezada por los kurdos, que hizo alianza con EU para vencer a los yihadistas.
Sin embargo, ahora que la incursión militar turca contra las fuerzas kurdas ha debilitado el control kurdo sobre la zona, la incertidumbre con respecto a la suerte de una enorme población de detenidos ha crecido.
La mayoría de sus países de origen se han rehusado a aceptarlos de regreso, lo que los ha dejado bajo la custodia de una fuerza encabezada por kurdos, que carece de los recursos para albergarlos.
La muerte de Abu Bakr al-Baghdadi, líder de ISIS, el 27 de octubre, es un golpe importante al grupo terrorista, pero los analistas afirmaron que era poco probable que detuviera los intentos del grupo por sembrar miedo y caos en todo el mundo. Poco sobre las condiciones de los menores parecían cumplir con las normas internacionales que, incluso para presuntos criminales, dan prioridad al bienestar infantil, consideran la detención como un último recurso y requieren atención física y emocional especializada.
Una celda tenía 86 menores — de Siria, Iraq, Islas Mauricio y otros lugares. Otra albergaba a 67 adolescentes y un niño, quien dijo que tenía 9 años y era de Rusia. Cuando se le preguntó dónde estaban sus padres, contestó, “los mataron”.
La confusión en torno a los detenidos solo ha crecido desde que el presidente Trump empezó a retirar a las fuerzas de EU del área, una decisión que allanó el camino para que Turquía iniciara su ataque, contra los aliados cruciales de EU en la guerra contra ISIS en Siria.
El hacinamiento en la cárcel ha aumentado porque cientos de prisioneros fueron trasladados de la zona de batalla, según funcionarios
La crisis humanitaria que el mundo ignora.
kurdos. Y los combatientes que trabajaban como guardias han ido al frente, lo que ha dejado las instalaciones vulnerables.
“Tener estas personas aquí no solo es un peligro para Siria, es un peligro para todo el mundo”, afirmó Can Polat, un celador, asistente en una prisión con más de 5.000 hombres.
A medida que ISIS perdía lo que le quedaba de territorio en Siria en marzo, los combatientes kurdos se encontraron a sí mismos a cargo de unos 11.000 hombres y decenas de miles de mujeres y niños. Así que, con la ayuda de una coalición internacional encabezada por EU, los kurdos establecieron campamentos y un sistema carcelario.
En la prisión de Polat, una cuarta parte de los prisioneros es de Siria, el resto de otros 29 países, entre ellos Iraq, Libia, Egipto, Países Bajos y EU.
En un enorme pabellón médico, hombres con férulas inmovilizando a los huesos fracturados yacen en colchones delgados. Los guardias consideraron que la mayoría de ellos aún se apegaba a la ideología de ISIS, pero minimizaron sus roles. En decenas de entrevistas, nadie admitió ser un combatiente. La mayoría quería regresar a sus países o recibir amnistía por renunciar al Estado Islámico.
Basil Karazoun, quien dijo que se había unido al grupo terrorista en busca de una protección, tras desertar del ejército sirio, temía ser entregado al presidente de Siria, Bashar al-Assad, cuyas fuerzas habían sido acusadas de abusos y asesinatos de detenidos. Después de que Trump anunció que retiraría las tropas de Siria, los kurdos anunciaron un acuerdo para permitir el ingreso de fuerzas del gobierno sirio a la zona.
Polat declaró que las autoridades tenían indicios de que muchos de los menores habían pasado por entrenamiento ideológico como futuros combatientes. Los planes para trasladar a los más pequeños a centros de rehabilitación habían sido retrasados, a raíz de la incursión turca y por falta de apoyo, indicó. “El estar meses así, sin saber qué va a ocurrir, podría empezar a volver loca a la gente”, afirmó un chico de 16 años, de las Islas Mauricio.