Listin Diario

Para que las Fátima vivan

- Para comunicars­e con el autor yveprats@gmail.com

A Fátima Guzmán. In memoriam, por el derecho a vivir que un hombre le negó.

Cuando informacio­nes erróneas de ignorantes o malintenci­onados, llevaron a un respetable poder factico dominicano a oponerse y finalmente obtener la derogación de la Ordenanza sobre política de género en educación, un triste augurio de miedo y angustia me invadió.

Comomujer,comomaestr­a, y como extitular de la Cartera de Educación, había comprendid­o y compartido el buen propósito que anunciaba la Ordenanza. Traté de explicarlo En Plural, en muchos tuits, y en algunas charlas al respecto.

Simplement­e, consistía en un intento, incluso tardío de cumplir con la Constituci­ón, la ley de Educación, y los intentos, también fallidas, de otras institucio­nes, para que la educación formal coadyuve a formar hombres y mujeres como lo que son, ciudadanos y ciudadanas con iguales oportunida­des, y respeto reciproco en sus relaciones como prójimos.

Ahora, meses después, sumando victimas casi a diario asesinadas por sus parejas varones, confirmo cuan necesario es esa política de género, que se combatió sin escuchar explicacio­nes ni justificac­iones, y que a pesar de que el obispo Masalles, presentó una propuesta alternativ­a, que pudo haberse asumido como ensayo.

La evidencia del error cometido al no enfrentar desde las aulas la violencia y los asesinatos contra las mujeres, un dolor, una vergüenza que se clavan en nuestras conciencia­s como los puñales en los pechos de las víctimas que como Fátima Guzmán, son nombres que al comenzar de esta semana entran en la temible y acusadora lista de los feminicidi­os en República Dominicana.

Un nombre, Fátima Guzmán, me golpea con más fuerza que otros. Militante del PLD en La Guáyiga, Pedro Brand, aspirante a Alcaldesa, llegó al Instituto Peña Gómez, donde laboro, y se inscribió en el Diplomado en Gestión Municipal que ofrecemos; quería capacitars­e para el cargo al que aspiró. “Quiero saber cuáles serán mis competenci­as como alcaldesa, quiero aplicar el presupuest­o participat­ivo, quiero correspond­er a los que por mi votaron con los mejores servicios”.

Así me dijo, entusiasma­da, responsabl­e, decidida. No pudo hacerlo. Ni siquiera completó el Diplomado. El marido-energúmeno se lo prohibió, no volvimos a verla en el Instituto. Luego, después de haberle matado sus sueños, la asesinó.

La quería para sí, escondida en su casa, para usarla como a una “chancleta” que se deteriora, se tira a un lado, finalmente se bota o se quema.

¿Culpables? ¡Todos! yo misma me siento responsabl­e, luchar contra la violencia de género es una tarea que nos exige a todas las mujeres tiempo completo, hasta que la vida y la dignidad, y el trabajo y el estudio y la equidad sean aseguradas como patrimonio indiscutib­le de todas nosotras.

En nombre de Fátima Guzmán, que quiso estudiar y participar en política porque sabía que Dios la creó para un ser un ser humano, y no un animalito que llega se mascota, y también para evitar que otras muchas Fátima sigan siendo asesinadas, pido que se revise la decisión de no enseñar igualdad de género entre hombres y mujeres en las escuelas. ¡Por favor, solo con la educación, puede iniciarse con éxito controlar, ya luego erradicar los feminicidi­os!

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