Listin Diario

El corazón de piedra

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Intento seguir explicando qué es eso de “pecado original”. Es original, porque es tan antiguo como los orígenes de los seres humanos.

¿Y qué me dice del paraíso terrenal? La pregunta no es si existió el paraíso realmente, alguna vez y en algún lugar, sino, ¿qué significa el paraíso? Teniendo en cuenta a los profetas, “el paraíso es más un paradigma del futuro que un reportaje del pasado. Es la expresión plástica del designio de Dios para con el hombre y la mujer”. Este designio ha presidido la creación, no puede menos de proyectars­e sobre el comienzo de la historia. Ocurra lo que ocurra, tal designio está indeleblem­ente impreso en el acontecer histórico, es el fin de la creación, en este sentido, el final de la historia, la realizació­n del proyecto del Señor, no puede menos de asumir los rasgos paradisíac­os.

Con el término “pecado original” denotamos nuestra solidarida­d con la maldad humana, que nos precede, antes de que hagamos ningún mal, “nacemos con un «corazón de piedra», como le gustaba decir al profeta Eze¬quiel (11, 19; 36, 26). Pues bien, ese «corazón de piedra» es lo que la tradición de la Iglesia —a partir precisamen­te de San Agustín— llamó pecado original.”

Cualquier descripció­n seria de la situación existencia­l del ser humano tiene que dar cuenta de esta contradicc­ión interna que vivimos, muchas veces, no llevamos a cabo el bien al cual aspiramos, sino el mal que rechazamos (lea Romanos 7, 15 – 24).

Se le llama pecado al pecado original, no porque sea fruto de una decisión o acción nuestra, sino porque nace de una situación de desamor, de alejamient­o de Dios y de los hermanos de la que somos solidarios desde que nacemos. Se nos pide no ratificar esta situación de desamor” (Luis González – Carvajal,1998, Esta es Nuestra Fe).

Desde los orígenes, a los humanos nos afecta “ese egoísmo profundame­nte enraizado mediante el cual hombres y mujeres ordenamos todo para nuestro servicio y no el de Dios ni el de los hermanos” (Rausch, 2016: 141).

Mediante la fe y el bautismo, nos vincularno­s con la comunidad de Jesús de Nazaret, Aquél que pasó haciendo el bien, curando a todos los oprimidos (Hechos 10, 38).

El pecado original impactó el bautismo de niños y hasta ¡lo sociopolít­ico!

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