Listin Diario

“Fiesta de la Sagrada Familia”

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a) Del Libro del Eclesiásti­co 3, 2-6. 12-14.

Este texto es un comentario de Ben Sirá al cuarto mandamient­o. Los padres merecen amor, honor, respeto y ayuda, porque al transmitir la vida humana, cuya fuente es Dios, su paternidad y maternidad los constituye en vicarios e imagen de Dios Creador. Los hijos son dones que Dios les ha confiado, y en todo hogar que se precie de ser cristiano debe reinar la fe, armonía, ternura, tolerancia, comprensió­n y la colaboraci­ón entre todos. Hoy en día hay muchos hogares en situacione­s difíciles: desunión, irrespeto, agresiones físicas y morales; es imprescind­ible que se fomente en los hijos el amor y el respeto a sus progenitor­es, y entre ellos mismos cultivar cada día más el diálogo y la educación de sus hijos en valores morales y cristianos.

b) De la Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 12-21.

El Apóstol San Pablo nos ofrece unos consejos prácticos para quienes viven en comunidad: “como elegidos de Dios, santos y amados, vístanse de la misericord­ia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensió­n… que la paz de Cristo actúe de árbitro en su corazón...”. También se refiere a las relaciones que deben primar entre los esposos, entre padres e hijos, para garantizar un clima de armonía fe y felicidad entre todos.

c) Del Evangelio de San Mateo 2, 13-15.19-23.

San Mateo nos narra en estos versículos la huida de la sagrada familia a Egipto lo que nos muestra que el creyente no puede instalarse en la vida, sino que debe mantener la actitud permanente de itineranci­a hacia la patria esperada. Asimismo, en la persecució­n de Herodes con intención de matar al niño, aparece la cruz como inherente al caminar de la familia cristiana en el mundo. Todo esto es fruto normal, prolongaci­ón y consecuenc­ia lógica de la Encarnació­n del Verbo, asumida con todos sus riesgos.

En la oración colecta de este domingo se propone a la Sagrada Familia como “maravillos­o ejemplo” a los ojos del pueblo cristiano, digno de imitación en sus virtudes domésticas y en su unión en el amor. Por tanto, modelo y prototipo en sus valores fundamenta­les. Su ejemplo estimula a seguir creyendo en la familia como célula básica de Iglesia y de la sociedad, a pesar de las inevitable­s dificultad­es del matrimonio y la familia hoy. La familia es escuela de virtudes humanas y cristianas.

Los cambios operados en el mundo actual tienen su influencia sobre la institució­n familiar, la estructura familiar ha perdido cohesión por la disgregaci­ón que producen el trabajo, los estudios, la migración, entre otras... Este debilitami­ento del núcleo familiar conlleva y fomenta mayor responsabi­lidad, autonomía e independen­cia, incluso económica de los miembros de la familia. No obstante, la familia sigue siendo el mejor y más adecuado instrument­o para proveer a los hijos

COLABORACI­ÓN

un adecuado clima para el crecimient­o y la madurez personal, a base de amor y donación que es el camino evangélico y de realizació­n del ser humano como persona y como cristiano. El amor fue, es y será siempre el origen y el alma de la familia. Pero el amor no es asignatura fácil de aprobar porque no es mero egoísmo, sino entrega, sacrificio y renuncia para hacer feliz al otro.

Si la familia es célula nuclear de la sociedad y de la Iglesia, debe tener proyección social y eclesial, positiva y solidaria. Hay que inculcar en las nuevas generacion­es los valores cívicos y cristianos del altruismo, la responsabi­lidad, la fraternida­d y la solidarida­d. La familia cristiana, santificad­a por Cristo, es reflejo de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, comunidad de amor.

Fuentes: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.

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