La economía y la integración digitales
Hoy se ha vuelto imposible hablar de economía sin vincularla a la digitalización. Las nuevas tecnologías y lo que hemos denominado la 4ta Revolución Industrial ha vuelto ese vínculo mucho más intenso aún.
Y me refiero no sólo al proceso de creación de plataformas, contenidos y productos digitales, sino también a la multiplicación exponencial de información y datos que sostienen las decisiones económicas, permitiéndonos dirigir energía hacia mercados determinados, comprenden el comportamiento de las personas y optimizar las formas de comercialización de productos y servicios.
Los datos digitales forman parte de la columna vertebral de la economía global. Un informe realizado en el mes de septiembre por la ONU sobre el panorama general de la economía digital, nos mostraba que el tráfico mundial a través del Protocolo de Internet, pasó de unos 100 gigabytes al día en 1992 a más de 45.000 gigabytes por segundo en 2017. Pero el informe además nos da otro dato muy importante: las estimaciones del volumen de la economía digital oscilan actualmente entre el 4,5 % y el 15,5 % del PIB mundial. Para asegurar que el crecimiento de la economía digital en la zona se encuentre a la par de otras regiones del mundo, el intercambio seguro y estable de datos seguros es indispensable.
Ello es imposible sin la infraestructura adecuada.
Sin embargo, el informe que mencioné anteriormente de la ONU nos muestra datos descorazonadores. Para el año 2025 la ONU calcula que el 59% del total de las conexiones en Corea del Sur serán de 5ta generación. En América Latina serán sólo un 8% en América Latina.
Para derrotar esa tendencia estoy convencido en la importancia de contar con un hub digital regional, el cual nos brinde la conectividad segura y estable que requiere el desarrollo 5G, permitiéndonos tomar medidas que además disminuyan nuestra ciberexposición y aumenten nuestra ciberresiliencia.
Para el desarrollo del comercio digital es imprescindible que las prestadoras de servicios de Internet, las entidades gubernamentales, las emisoras de radio y TV, la academia, los proveedores de contenido digital y todos los involucrados en el sector de las telecomunicaciones puedan disponer de un lugar neutro y seguro a través del cual puedan intercambiar tráfico de internet de manera confiable y eficiente.
Eso es lo que logra un hub como el que describo, mejorando la eficiencia en el manejo de grandes volúmenes de tráfico, elemento indispensable como ya he dicho de la economía digital. Con un instrumento de estas características, los proveedores de servicios de internet podrán suplir a sus usuarios con el tráfico de internet local, además, podrán mejorar la experiencia de servicio de sus usuarios al reducir las latencias, y a su vez podrán suplir localmente los contenidos internacionales más demandados. Avanzar en esta dirección es condición para el desarrollo de una economía digital y una región integrada. No hay tiempo que perder.