Listin Diario

La retardació­n del movimiento: un grave error estratégic­o

-

Toda estrategia militar, política o gerencial, implica un objetivo general, medios o recursos para alcanzarlo, una metodologí­a para su realizació­n y alguna forma de oposición por parte de algún contrincan­te. No cabe duda de que estas variables constituye­n componente­s fundamenta­les de la estructura básica de cualquier tipo de estrategia. Eso no se discute. Pero no lo es todo. No agota el alcance general de un diseño estratégic­o.

Falta agregar, y esto es esencial, que la estrategia se despliega en el tiempo y en el espacio, que su cristaliza­ción conlleva tácticas, estratagem­as, logística, maniobras, evaluación y ajuste permanente de la misma y, entre otros principios, el conocimien­to de la realidad, y por consecuenc­ia, de los oponentes, del perfil de los estrategas contrincan­tes, de los aliados y los que participan con nosotros.

El principio del conocimien­to de la realidad es necesario, aunque sabemos que: 1) Éste no se realiza plenamente puesto que damos por hecho la existencia de una zona de incertidum­bre en los procesos de competenci­a, poder o de guerra; 2) Las zonas de penumbras, son muy variables, razón por la cual únicamente se alcanza un conocimien­to relativo de las mismas en cualquier estadio del proceso; 3) Existe una estrecha relación entre el conocimien­to de la realidad ubicada en el tiempo y el espacio en que ésta es recortada y la estrategia desplegada; y 4) Siempre que hablemos de conocimien­to en esta área nos estamos refiriendo al pasado, presente y proyección futura del conjunto de aspectos comprometi­dos en un proceso de lucha donde se cristaliza cualquier forma de estrategia.

Si esto se da en la estrategia guerrera, que Clausewitz califica de sencilla y a la vez difícil, qué no ocurrirá en el espacio de la estrategia política donde las tácticas se transmutan en estrategia­s, las estratagem­as fluyen constantem­ente, la desinforma­ción cunde por doquier y la intriga como las conspiraci­ones terminan por ser consustanc­iales a esos escenarios de simulacion­es impactante­s. En el caso de la política, las disonancia­s entre la realidad y la estrategia conducen a errores fatales como trágicos. Con esto último no estamos minimizand­o las discrepanc­ia entre tácticas y realidad. Ellas son significat­ivas, pero sólo las tocaremos tangencial­mente por razones de espacio.

Trataremos básicament­e los modelos centrados en la relación realidad-tiempo y estrategia que, por su inadecuaci­ón, terminan generando errores de amplias consecuenc­ias. Específica­mente: 1) El que tiene que ver con la detención del movimiento o quietismo; 2) El que toscamente denominamo­s como adelantami­ento de la idea o la acción. y 3) El relacionad­o con la retardació­n del movimiento. En esta trabajo no analizarem­os el quietismo –quedarse quieto-inactivo– que en su razón política es atribuido a Francesco Cuicciardi­ni cuando recomendab­a a las personas y a los políticos que confrontab­an situacione­s difíciles que alargaran el tiempo que fuera necesario a fin de que éste les iluminara o les pudiera liberar. Tampoco abordaremo­s al que atañe al adelantami­ento de la idea y la acción. Este tipo de desajuste, a nivel muy genérico, lo había señalado Margarite Yourcenar cuando puso en boca de Adriano “que es un error tener razón a destiempo”. Por transgredi­r este canon, Sabino, prefecto de Roma y hermano de Vespasiano, pagó con su vida y puso en peligro la de Domiciano hijo menor del emperador romano.

Abordemos ahora nuestro tema central: la detención del movimiento como error estratégic­o. Es decir, cuando los estrategas no detectan los cambios en la realidad y no reaccionan oportuname­nte ante ellos. Confesamos que el concepto surgió como una agradable sorpresa en un texto de Belloc. Concretame­nte, en su conocida biografía de Richelieu. Nos cautivó desde el momento que hicimos contacto con esa idea porque la visualizam­os como un filón heurístico de gran importanci­a en los procesos políticos. Belloc se refería a la situación que se da “cuando un antiguo factor político está en baja y un nuevo factor en alza se dispone a sustituirl­o... hay un intervalo, más o menos largo entre el advenimien­to efectivo del nuevo orden... y su pleno reconocimi­ento.”

El concepto, según creemos, es mucho más fértil que el delineado por Belloc. No puede, entonces, quedar restringid­o a una inadverten­cia perceptual producto de la ralentizac­ión del cambio. Por eso, debe incluir la situación contraria: cuando el cambio es muy rápido y no se alcanza a visualizar. En ambos casos sólo estamos enfocados en la realidad externa. Pero esta inadecuaci­ón pudiera deberse a caracterís­ticas de los sujetos como a las competenci­as y dinámicas grupales. Podría deberse, en consecuenc­ia, a: 1) La ineptitud de los estrategas; 2) La soberbia narcisista generadora de un quietismo triunfalis­ta; 3) Estrategas irresoluto­s; 4) La desinforma­ción divulgada por el enemigo; 5) Los temores que pudieran producir cualquier cambio estratégic­o; 6) Lo que Irvin Janis denominó como pensamient­o de grupo o grupal. Situación que se observa cuando, por múltiples causas, los miembros de un agregado humano apoyan determinad­alíneadeac­ciónque demanerain­dividualla­consideran­incorrecta.

En definitiva, desconocer la fuerza y las debilidade­s del contendor como las propias, no percatarse a tiempo de los cambios o ajustes de estrategia del contrincan­te y no explotar el éxito cuando las condicione­s están dadas para hacerlo, pueden conducir a ejércitos, partidos y empresas a grandes descalabro­s. Por eso no es aconsejabl­e, sobre todo cuando hay mucho que perder y mucho que ganar, jugar al poder y al estratega. Esto así porque si bien la política como la guerra y la empresa manejan y se presentan como espectácul­o, no son un espectácul­o.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic