Hostos: Que su ejemplo nos guíe
Collado, obrero fecundo e incansable en la investigación devota sobre el maestro.
Juan Bosch concluye su obra “Hostos el sembrador” con una exclamación: “¡Pobre sembrador antillano, semilla y flor él mismo; el ciclón no lo dejó recoger la cosecha!”.
Con respecto a la obra del maestro, es cierto que la cosecha inmediata no fue recogida por él mismo.
Pero la siembra no se secó en sus raíces, y brotó. Las semillas de verdad, de moral, de razón, de un patriotismo singular que abarcaba por igual a República Dominicana, Puerto Rico, Cuba, y en círculo virtuoso, toda América Latina, germinaron en algunas generaciones posteriores.
Las cosechas de los primeros maestros normales, egresados del Instituto de Señoritas que fundó Salomé Ureña, y los primeros discípulos del señor Hostos, alumnos de la Escuela Normal y del Instituto Profesional, mantuvieron sus valores, por lo menos en educación.
En 1954 el concordato firmado entre El Vaticano y el dictador Trujillo, sacó de las aulas dominicanas el hálito bienhechor de la única verdadera gran reforma educativa en República Dominicana.
En 1985, siendo presidente de la República Dominicana Salvador Jorge Blanco, y siendo yo titular de educación, nuestras devociones hostosianas se unieron para recuperar al Maestro olvidado, perseguido, vejado.
Para revivirlo en la memoria de los dominicanos, se organizó un acto solemne de traslado de sus restos que yacían en un patio de la zona colonial, para sepultarlo en el Panteón Nacional.
Así se hizo. Las más altas autoridades boricuas y dominicanas, junto a estudiantes y profesores, desfilaron en el cortejo que condujo sus restos al Panteón Nacional. El discurso del Presidente Jorge Blanco su obra educativa y su lucha por la independencia de los países antillanos.
Desde entonces, Hostos volvió a ser conocido y estudiado como merece, a través de investigadores acuciosos.
Uno de esos persistentes estudiosos de Hostos, Miguel Collado, pudo entonces continuar su obra analítica sobre Hostos con más sosiego, que como la empezó alrededor del 1977.
Lo mantenemos vivo, pese a que ni el clima nacional ni el educativo han sido favorables a sus ideas.
Ahora, necesitamos más que nunca su presencia espiritual, su práctica, su ejemplo; en la anomia de valores y el fracaso comprobado de nuestro sistema educativo hace falta el Maestro.
Hoy es una fecha propicia para invocarlo: 11 de enero, aniversario de su nacimiento. Requerimos, no la falsa revolución educativa, que resultó una involución vergonzosa mostrada por Pisa, sino la que impulsó Hostos en su noble magisterio; razón, verdad y ética, no solo estudiadas, sino practicadas por una ciudadanía consiente.
Como cada vez que escribo sobre Hostos, busco establecer un dialogo con su memoria venerada.
Porque lo siento aquí, con nosotros, pido al Maestro que sea él que concluya este En Plural que escribo como todos los años cada 11 de enero. Escuchemos al maestro: “El hombre no es hombre, si no es bueno. Más alta que la verdad, objeto de razón, está la justicia objeto de la conciencia. Más alto que el sabio, vive el justo: más alta que la ciencia es la moral. Si somos racionales, es para que seamos responsables.”
Comprometámonos con el maestro y que su ejemplo nos guíe.