Iglesia de Santa Bárbara Un cofre mágico del Caribe hispano
Alcázar de Diego Colón, la Torre del Homenaje, barcos en el río, Villa Duarte. Además, esta obra fue seleccionada por el curador Luis González Robles (presidente del Instituto de Cultura Hispánica para Iberoamérica) para participar en la “III Bienal Iberoamericana de Arte” en el año 1982, organizada por el Instituto Cultural Domecq, A. G., con la asesoría del Instituto de Bellas Artes de México; y llevaba como título “El paisaje en la pintura contemporánea”.
Para mí Santa Bárbara siempre fue un símbolo mágico, allí bautizaron al Padre de la Patria y era visitada por la familia Duarte, que era eminentemente católica. Además, era un área muy habitada por españoles en diversas épocas, incluyendo a don Pepín Corripio quien, mirando un cuadro que pinté en los años setenta de la antigua Avenida España, me señaló con un dedo la casa donde vivió. Esta calle empezaba donde terminaba la Isabel la Católica, exactamente en la curva que está al este de la Iglesia de Santa Bárbara.
Su gran arquitectura
Cuando dije en el segundo párrafo de este texto que Juan Gilberto Gómez tiene una visión antropológica, es porque ha cuidado bien los aspectos humanos en una obra de conjunto y también los detalles de la restauración de la Iglesia desde el punto de vista arqueológico, estudiando los cambios que se han producido en el tiempo de los restos encontrados allí y conservándolos como huellas del hombre para valoraciones futuras. Así también respetando las expresiones en las transformaciones geológicas del Arezzo y, desde luego, utilizando la asesoría de los mayores expertos en la materia tanto nacionales como internacionales, para su mejor terminación.
En fin, entendemos que la arquitectura del siglo XVI en América presenta siem
Tesoro.
El templo recrea la arquitectura urbanística de la éoca y su remozamiento parte de un merecido respeto a la tradición y a la preservación de sus valores.
La fachada.
La arquitectura de América del siglo XVI preserva las fachadas exteriores de las edificaciones como entes privilegiados de gran esplendor, como es el caso de la Iglesia de Santa Bárbara, la cual se considera como un referente cultural digno de estudio por las nuevas generaciones. pre un doble aspecto donde las fachadas constituyen generalmente la parte privilegiada y el interior, considerado siempre como espacio cerrado y que solo alcanza su verdadero significado si se le entiende como lo que es: casi una excusa para despliegue de la decoración y al final los dos lados de la medalla se unen en la significación total del monumento. Por esa razón el exterior de Santa Bárbara es un cofre mágico del Caribe; con su masa, torres, cúpula, imafronte anuncia el templo que se inserta en el tejido urbano de la Ciudad Colonial y su interior, decorado con temas religiosos, habla más que nada a quien penetra en la Iglesia en busca de refugio, de paz o de consuelo; dando rienda suelta a la expresión de los propios sentimientos.