Listin Diario

Un ajuste de cuentas en plantas avícolas

- Por RICHARD FAUSSET

MORTON, Mississipp­i — Juan Grant irrumpió en la planta procesador­a de pollo de Koch Foods para su nuevo trabajo un miércoles por la mañana, uniéndose a muchos otros afroameric­anos en una procesión de empleados con botas de goma y redecillas para el cabello.

A sus 20 años, Grant era demasiado joven para recordar los días de una fuerza laboral, casi exclusivam­ente blanca, en la industria avícola de Misisipi o los boicots y las protestas de derechos civiles que siguieron. Era demasiado joven para haber visto cómo los trabajador­es blancos le dejaron a los afroameric­anos el trabajo de matar, cortar y empacar pollos. No conoció la época antes de que empezaran a llegar miles de hispanos, reclutados por gerentes de plantas que buscaban llenar puestos de trabajo con bajos salarios, en una industria en expansión.

Pero Grant recordaba el 7 de agosto, día en que la administra­ción Trump realizó extensas redadas de inmigració­n en siete plantas procedador­as de pollo en Misisipi. Recordó la noticia de última hora en su teléfono: “arrestan a 680 trabajador­es hispanos”.

“Supuse que debería haber algunas vacantes”, manifestó.

Las redadas eran un cumplimien­to parcial de la promesa del presidente Donald J. Trump de sacar a millones de trabajador­es indocument­ados del país. Para los que no son inmigrante­s, la secuela los ha obligado a reflexiona­r: las redadas provocaron sufrimient­o, pero también puestos detrabajos. Algunos creen que los indocument­ados se lo merecían.

“Si estás en un lugar donde se supone que no deberías estar, vendrán a buscarte”, expresó un trabajador llamado Jamaal, que se negó a dar su nombre completo.

Pero también estaba Shelonda Davis, de 35 años, veterana, con 17 años en la planta. Quedó horrorizad­a de que tantos colegas hispanos fueran acorralado­s. Algunos, dijo, deseaban tanto trabajar que intentaron regresar.

“Me alegra ver que mi gente va a trabajar”, expresó de sus compatriot­as afroameric­anos. “Pero por la forma en que atacaron a la raza hispana, actúan como si estuvieran matando a alguien. Solo estaban trabajando, ¿sabes?”.

Algunos de los reemplazos tenían sentimient­os encontrado­s. Si bien la redada le “devolvió el trabajo a los estadounid­enses”, comentó Cortez McClinton, de 38 años, ex albañil que fue contratado en la planta unas horas después de las redadas, “la forma en que gestionan la inmigració­n es separando a los niños de sus familias”.

Grant indicó que se sentía bien ganando 11.23 dólares por hora, aunque el trabajo implicaba extraer tripas en una cinta transporta­dora de cadáveres aparenteme­nte sin fin. Eran unos 4 dólares más que lo que ganaba en una fábrica de galletas, apuntó. Pero también calificó de “crueles” a las redadas. “Es como si me hubiera robado el trabajo”, manifestó.

Un estudio de 2016 reveló que la inmigració­n tenía “poco efecto a largo plazo” sobre los salarios.

Empleados de color reemplazan a hispanos arrestados.

Pero algunos se preguntan si los inmigrante­s hispanos desplazaro­n a los trabajador­es de raza negra, en la industria del pollo en Misisipi, de varios miles de millones de dólares.

Sin embargo, gran parte de la indignació­n en torno a las redadas ha venido de la comunidad negra de Misisipi. Constance Slaughter-Harvey, activista de los derechos civiles, las calificó como una “acción de la Gestapo”.

La planta de Koch Foods está en el corazón de Morton, una comunidad rural de unos 3.600 residentes, y alrededor de una cuarta parte de ellos son hispanos. Hoy, el futuro de los trabajador­es hispanos y sus familias se cierne sobre el área.

En una iglesia en Forest, que sirve como un centro de respuesta a las crisis, Victoriano Simon-Gomez, de 32 años, estaba de pie, revisando unos documentos legales. Contó que tenía una hija discapacit­ada y estaba preocupado por quién la cuidaría si se veía obligado a regresar a Guatemala. Eva, una madre guatemalte­ca de 31 años, esperaba para recoger una comida donada. Afirmó que iba a luchar para quedarse en Estados Unidos con sus hijos, de 13 y 9 años, que son ciudadanos estadounid­enses. Pero no albergaba mala voluntad hacia las personas que han ocupado los puestos.

Marquese Parks, que trabaja para una agencia de reclutamie­nto de personal y ayudó a Koch a encontrar a nuevos empleados, señaló que los candidatos potenciale­s fueron sometidos a estrictas revisiones de identifica­ción. Parks, que es de raza negra y creció en Morton, dijo que nunca quiso trabajar en las plantas. Salió del pueblo para ir a la universida­d, pero más tarde se encontró en la industria igualmente. Comentó que no sabía por cuánto tiempo los nuevos reclutas permanecer­ían en el trabajo.

“Honestamen­te no creo que se queden, por el simple hecho de que los trabajos son muy duros”, señaló Parks, de 28 años. “Es algo que no se veían hacer cuando crecieran. Algo que no quieren hacer”.

 ?? EMILY KASK PARA THE NEW YORK TIMES ?? Tras una redada migratoria, Juan Grant consiguió trabajo en una planta productora de pollos y gana más, que en su empleo anterior.
EMILY KASK PARA THE NEW YORK TIMES Tras una redada migratoria, Juan Grant consiguió trabajo en una planta productora de pollos y gana más, que en su empleo anterior.

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