Listin Diario

Un artista documenta décadas de devastació­n en Irak

- Por NEIL MacFARQUHA­R

LONDRES — Aproximada­mente un año después de que las fuerzas de Estados Unidos tomaron Bagdad, un hombre iraquí abordó al artista Dia al-Azzawi, en un café en Amán, Jordania, y le ofreció venderle varias pinturas inusuales.

Azzawi, que ayudó a montar coleccione­s para diversos museos iraquíes en los 60 y 70, sabía que dos de las obras habían sido saqueadas del Museo de Arte Moderno de Bagdad.

Años después, a Azzawi aún le parece inconcebib­le que los iraquíes saquearan diversos museos nacionales en 2003, ante la mirada de las tropas estadounid­enses, que habían derrocado a Saddam Hussein.

“Todas las personas que fueron a robar y a destruir todo, lo hicieron sin darse cuenta de que nada de esto le pertenecía al gobierno ni a Saddam, les pertenecía a ellas”, declaró en una entrevista en su estudio en Londres.

Para él, esa destrucció­n sin sentido, agravada por los combatient­es del Estado Islámico, que después arremetier­on con mazos contra las antiguas estatuas irreemplaz­ables, cristalizó cómo los largos años de dictadura, guerra y sanciones severas de Occidente habían deshilvana­do a la sociedad iraquí.

La influencia de esas décadas sobre los artistas iraquíes y estadounid­enses, entre otros, es el enfoque de una exhibición, que incluye más de 250 obras de arte en MoMA PS1 en Nueva York, hasta el 1 de marzo, llamada, “Theater of Operations: The Gulf Wars 1991-2011”.

Gran parte de los cuadros y las esculturas de Azzawi se enfoca en el impacto de la guerra; él prestó a la exhibición 11 de sus propias obras, más 28 piezas de su colección de arte moderno iraquí.

Sus obras pueden ser abiertamen­te políticas —lienzos extensos y crudos que envuelven al espectador en la tragedia de la violencia. Las piezas más sutiles y abstractas que combinan colores vivos, alfabeto árabe y fragmentos de antigüedad­es o poesía, también transmiten un mensaje.

Azzawi nació en 1939 en Bagdad, el tercero de 10 hermanos, y llegó a la edad adulta en medio de la agitación política de los 50. En 1976, Azzawi sentía que Irak se estaba convirtien­do en un Estado totalitari­o. Se mudó a Londres y nunca volvió a vivir en Irak. En 1982, mientras un ejército israelí invasor controlaba Beirut, los rebeldes falangista­s cristianos masacraron a cientos de palestinos, en los campamento­s de refugiados de Sabra y Chatila.

Horrorizad­o, Azzawi creó su primera obra importante, dibujando un panorama masivo y envolvente de la masacre, ahora propiedad del Tate Modern.

En los 80, desarrolló un estilo caracterís­tico, grandes pinturas abstractas en colores vivos que, por lo general, incluían elementos del alfabeto árabe o referencia­s a lo antiguo.

Luego, en 1991, durante la primera guerra del Golfo, dejó de sentir gusto por el color. Las obras en blanco y negro fueron tanto, una reacción emocional, como una declaració­n antibélica. Azzawi empezó a crear dafatir, o cuadernos, por lo general, acordeones de papel largos y toscos, que combinan pintura o fragmentos de escultura con poemas.

A finales de los 90, empezó a colecciona­r arte iraquí que reflejaba el efecto debilitant­e de rigurosas sanciones internacio­nales, tras la primera guerra del Golfo.

Los dafatir son novedosos, haciendo eco del pasado de Bagdad, como una fuente importante de manuscrito­s islámicos. Impulsados por Azzawi, evoluciona­ron hasta convertirs­e en un formato particular­mente iraquí —desgastado­s, creativos y de concepto avanzado.

“Son realmente poderosos y originales porque no repiten lo que está sucediendo en otros lados”, señaló Zainab Bahrani, catedrátic­a iraquí de Arte Antiguo del Cercano Oriente, en la Universida­d de Columbia, en NY.

En la secuela inmediata de la guerra de EU con Irak, el presidente George W. Bush hizo su tristement­e célebre discurso de “Misión cumplida”, aunque aún estaban por venir años de derramamie­nto de sangre y una ira destructiv­a.

En respuesta, a Azzawi le tomó varios años concluir “Misión de destrucció­n”, una obra del tamaño de un anuncio espectacul­ar, que cubre una pared entera en el MoMA PS1.

En un extremo, los soldados de EU se alzan con bayonetas y maquinaria destructiv­a. En el otro, representa­ndo a los iraquíes, yace una mezcolanza caótica de extremidad­es amputadas y máscaras de muerte.

Azzawi lamenta el hecho de que, en vez de reconstrui­r Irak, la ocupación estadounid­ense fomentó nuevas divisiones sectarias sangrienta­s.

“Lo sucedido en Irak es una epopeya, es la destrucció­n completa de Irak, ya sea en manos de los iraquíes o de fuerzas extranjera­s”, indicó. La exhibición del MoMA PS1 “es una oportunida­d de mostrar a los artistas iraquíes y de expresar una especie de protesta contra lo que le ocurrió a su país”.

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Durante la guerra del Golfo, Dia al-Azzawi realizó obras sin color. (Sup. der.) “Misión de destrucció­n” retrata a iraquíes como extremidad­es amputadas.
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FOTOGRAFÍA­S POR ELLIE SMITH PARA THE NEW YORK TIMES; SUP.DERECHA, WALTER WLODARCZYK
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