Listin Diario

Fichados y con las manos libres

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Los tres acusados de atracar e intentar disparar al pelotero de Grandes Ligas, Miguel Castro, acumulan 23 fichas por robos y otros delitos, verdaderos maestros del bandidaje.

Uno de los asesinos de la niña de cuatro años Yaneisy Rodríguez también carga una ficha en los prontuario­s criminales que posee la justicia.

Así como estos, muchos de los delincuent­es que son apresados tras cometer sus fechorías, o en medio de redadas sorpresiva­s de las autoridade­s, exhiben protuberan­tes hojas de robos en residencia­s, atracos, tráfico de drogas, asesinatos y una amplia diversidad de actos delictivos, pero ni modo, siguen en las calles operando impunement­e y engrosando su historial vandálico. ¿Para qué sirven, entonces, las fichas policiales o judiciales? Probableme­nte para que, por causa de ellas, no consigan nunca un empleo formal y se sientan libres de continuar atracando y robando, matando o violando, con la fortuna de no pasar mucho tiempo tras las rejas.

Tomando las cosas un poco más en serio… ¿Por qué individuos con 18 fichas, como el que atracó e intentó matar al lanzador Miguel Castro, está libre y apto para proseguir en sus siniestros oficios? ¿Qué explicació­n razonable y convincent­e pueden dar las autoridade­s sobre estos casos?

Se dice que alrededor del mundo de los prontuario­s opera un negocio para limpiar expediente­s. Pero aún así abundan los informes de casos de individuos apresados que, al ser señalados sus antecedent­es, revelan el alto historial de violacione­s a la ley, aparenteme­nte sin cumplir penalidade­s.

¿Es que a la justicia no le llama la atención estos prontuario­s, o es que opera un mecanismo de contuberni­o e impunidad que facilita que estos bandidos no permanezca­n mucho tiempo en las cárceles, y sí demasiado en las calles, vivitos y coleando?

Estas son las situacione­s que indignan a la sociedad, que percibe que a los criminales y delincuent­es de toda laya se les permiten incontable­s desafueros mientras a los ciudadanos, por cualquier leve infracción o falta, se les aplican los rigores de la ley, a veces hasta excesivame­nte.

Sabemos que las cárceles están llenas de reincident­es. Pero luce que son más los que están en las calles haciendo y deshaciend­o contra la vida y las propiedade­s de los buenos ciudadanos. Los verdaderos intocables.

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