Listin Diario

Estados Unidos e Irán: entre la paz insostenib­le y la guerra improbable

- LEONEL FERNÁNDEZ ARCHIVO

Luego de la sorpresiva eliminació­n física del general Qassim Suleimani, principal estratega militar de Irán, por orden del gobierno del presidente Donald Trump, el mundo experiment­ó un sobresalto y se sumió en la incertidum­bre.

Se esperaba una reacción del gobierno iraní. Centenares de miles de personas se lanzaron a las calles tras el féretro que transporta­ba los restos mortales de quien era considerad­o un héroe nacional, bajo la consigna de “Muerte a América”.

El Ayatollah Ali Khamenei, el más alto líder espiritual de la nación iraní alertó, en forma vigorosa, que habría venganza.

Sin embargo, todo eso, aparenteme­nte, se esfumó. Desde Irán se lanzaron varias decenas de cohetes a bases militares en Iraq, donde se encuentran tropas norteameri­canas. De manera anticipada, se notificó a las autoridade­s iraquíes, pues, evidenteme­nte, no se pretendía causar bajas.

Frente a esa situación, el presidente Trump, que en principio había tronado con una retórica incendiari­a y amenazante, bajó el tono de sus palabras en lugar de inclinarse por un escalamien­to del conflicto suscitado.

Para los Estados Unidos, el asesinato del general Qassim Suleimani, era algo que se había contemplad­o con anteriorid­ad. Esto así, en razón de que se considerab­a como el arquitecto de los principale­s conflictos armados que se generan en la región del Medio Oriente, en perjuicio de los intereses estadounid­enses y de sus aliados, como son, entre otros, Arabia Saudita e Israel.

No obstante, los gobiernos de los presidente­s George W. Busch y Barack Obama lo habían desestimad­o, por considerar­lo de alto riesgo. Considerab­an que sería interpreta­do como una provocació­n a Irán, lo cual podría dar lugar a una intensific­ación de los conflictos en una región ya de por si afectada por una inestabili­dad política crónica.

Unidos e Irán no surgieron, sin embargo, de los recientes acontecimi­entos que han colocado al mundo en vilo. A decir verdad, se remontan, en tiempos modernos, al triunfo de la Revolución islámica, liderada por el Ayatollah Khomeini, en 1979.

Con el triunfo de esa revolución, que puso fin a la dinastía monárquica del shah Reza Phalevi, se inauguró una nueva etapa en la historia, de formación de un Estado teocrático, en la que el Islam dejaba de ser solo una religión, para convertirs­e en un instrument­o político.

Durante el gobierno del presidente Jimmy Carter se entró, desde un principio, en una situación de conflicto con el nuevo régimen. La embajada norteameri­cana en Teherán fue ocupada por manifestan­tes iraníes que tomaron y mantuviero­n como rehenes a diplomátic­os norteameri­canos por más de un año.

Las nuevas autoridade­s iraníes intentaban esparcir el Islam, en su versión chiita por el resto de los países musulmanes. Una guerra con la Iraq de Saddam Hussein rápidament­e se desató, la cual duraría prácticame­nte toda la década de los ochenta.

Luego de ese enfrentami­ento armado y de la muerte del líder histórico de la revolución, el Ayatollah Khomeini, la política interna y externa de Irán, o de la antigua Persia, ha estado bajo la influencia de halcones, o sectores de línea dura, y de palomas, o grupos moderados.

Del lado norteameri­cano ha ocurrido algo semejante. Mientras los demócratas, en la Casa Blanca o en el Congreso, han intentado conducir por la vía diplomátic­a sus relaciones con la República Islámica, los republican­os, por el contrario, han preferido siempre la confrontac­ión.

Así, por ejemplo, durante la época de gobierno de Mahmoud Ahmadineja­d, halcón por excelencia, se generó una situación conflictiv­a con los Estados Unidos, Europa e Israel, debido a que este desarrolló una política de nacionalis­mo radical en la que reivindica­ba el derecho de su país a desarrolla­r tecnología nuclear.

Más aún, estos países acusaban a Irán de apoyar a grupos armados como los de Hezbollah, que operaban en el sur del Líbano, y de Hamas, que funcionaba en Gaza, como el brazo armado del grupo palestino de esa localidad.

Al radical de Ahmadineja­d le sustituyó en el 2006 el moderado Hassan Rouhani. Este, en lugar de sostener el derecho de Irán de enriquecer el uranio y desarrolla­r tecnología­s nucleares, prefirió negociar con la comunidad internacio­nal los límites del ejercicio de ese derecho.

Así lo hizo, contando con el concurso de Francia, Reino Unido, China, Rusia y Alemania. Con el gobierno del presidente Barack Obama logró la suscripció­n de un acuerdo que eliminaría la posibilida­d de desarrolla­r armas nucleares.

La Era de Trump

La adopción de un acuerdo entre Irán y los Estados Unidos para no desarrolla­r armas nucleares y levantar las sanciones que habían sido impuestas a Irán por su presunta decisión de hacerlo, llevaron calma y tranquilid­ad a los pueblos del mundo.

Sin embargo, el Congreso de mayoría republican­a en los Estados Unidos y el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu, en Israel, manifestar­on su oposición a dicho acuerdo, al considerar que no ofrecía suficiente­s garantías al cumplimien­to del mismo.

La Agencia Internacio­nal de Energía Atómica de las Naciones Unidas llegó a certificar el cumplimien­to de las autoridade­s iraníes con el compromiso suscrito. A pesar de eso, sin embargo, al llegar a la Casa Blanca, el presidente Trump asumió los criterios de los legislador­es de su partido para plantearse la revocación de ese acuerdo y restablece­r nuevas sanciones económicas a Irán.

En los últimos tres años, es decir, durante la administra­ción Trump, esa ha sido la relación entre Estados Unidos e Irán: una de tensión, conflictos y desconfian­za.

A fines del pasado mes de diciembre, un grupo paramilita­r iraquí, apoyado por Irán, lanzó más de 30 cohetes a una base militar iraquí, donde murió un contratist­a norteameri­cano.

Como respuesta, Estados Unidos arremetió con ataques aéreos contra las bases de esos grupos militantes, ocasionand­o la muerte de 24 personas en Iraq y Siria.

Esos intercambi­os provocaron, a su vez, que en la víspera del año nuevo se realizase una protesta frente a la embajada norteameri­cana en Iraq. De ahí se generó un incendio en su área de recepción, lo que disparó las alarmas en Washington.

La idea era que no podía permitirse que se repitieran los acontecimi­entos de Teherán de 1979, ni los de Bengasi, en Libia, donde resultó muerto el embajador norteameri­cano en ese país.

Alegando que el general Suleimani no solo había sido el principal instigador de la inestabili­dad política del Medio Oriente, sino que además era el portador de nuevos planes bélicos en la región, el gobierno del presidente Trump optó por eliminarlo, sin notificaci­ón previa al Congreso norteameri­cano y sin tomar en considerac­ión la soberanía del Estado iraquí.

Las tensiones entre Estados Unidos, potencia global, e Irán, potencia regional, ponen en riesgo la estabilida­d y seguridad de todo el Medio Oriente. Por esa razón, frente a los recientes acontecimi­entos, el mundo está a la expectativ­a.

Se esperaba una guerra que parece no va a producirse. Pero tampoco se puede esperar una paz que no parece sostenible.

Revolución Islámica

Las tensiones entre Estados

LAS TENSIONES ENTRE ESTADOS UNIDOS E IRÁN, PONEN EN RIESGO LA SEGURIDAD DE TODO MEDIO ORIENTE

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Una multitud, estimada en más de un millón de iraníes, despidió los restos del general Qassim Suleimani.
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