Listin Diario

Epilepsia y embarazo

- SAMUEL GUERRERO

La epilepsia es una enfermedad provocada por un desequilib­rio en la actividad eléctrica de las neuronas en alguna parte del cerebro. Hay dos tipos: las crisis tónico-clónicas (o grand mal), donde la persona pierde el conocimien­to y se desploma, se pone rígida y convulsion­a, y las crisis parciales (o petit mal), donde la persona se torna confundida o aturdida y no responde a estímulos o preguntas.

La epilepsia es el segundo trastorno neurológic­o más frecuente durante el embarazo, después de la migraña. Aproximada­mente una de cada 200 gestantes presenta epilepsia (0.5 %). Durante la gestación, la frecuencia de las convulsion­es permanece sin cambios en el 60 % de las pacientes epiléptica­s, aumenta en el 20 % y disminuye en el 20 %.

Medicament­os

Los antiepilép­ticos clásicos, como el ácido valproico, carbamazep­ina, fenitoína, fenobarbit­al, primidona, etosuximid­a y clonazepam, así como los más modernos como la lamotrigin­a, oxcarbazep­ina, topiramato y el levetirace­tam, son capaces de controlar el 70-80 % de casos de epilepsia cuando se utilizan en monoterapi­a. Casi todos se han asociado a diferentes tipos de malformaci­ones fetales siendo las más frecuentes la fisura labial y palatina (labio leporino), defectos cardíacos y del sistema nervioso central, entre otras. Por esta razón se debe explicar a la paciente los posibles riesgos de la toma de estos medicament­os, aunque se recomienda utilizar siempre aquel medicament­o que desde antes del embarazo había demostrado mayor eficacia en prevenir las crisis, siempre a la menor dosis posible, y tratar de usar solo uno. Se recomienda la toma de 5 mg de ácido fólico al día desde el inicio del embarazo.

Manejo

Durante una crisis convulsiva se nota una disminució­n transitori­a de la frecuencia cardiaca fetal y hay riesgo de traumatism­o fetal secundario a una caída, con riesgo de parto prematuro, aunque la mayoría de las embarazada­s con epilepsia dan a luz bebés sanos y a término.

Al ser un embarazo de alto riesgo, se necesita un manejo multidisci­plinario donde participen el obstetra, el neurólogo, el pediatra y el especialis­ta en medicina materno-fetal, que evalúe la integridad anatómica del bebé, descarte malformaci­ones y vigile su bienestar hasta el momento del nacimiento.

El diagnóstic­o de epilepsia no es indicativo de cesárea per se, ya que la paciente puede llevar una labor de parto monitoriza­da y tener un parto por vía vaginal sin mayores complicaci­ones, siempre y cuando las condicione­s materno-fetales así lo permitan.

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