Listin Diario

El Caribe se sacude fuerte

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Desde el 28 de diciembre pasado comenzaron miles de sismos a sentirse en el sur de Puerto Rico, afectando gravemente edificacio­nes públicas, residencia­les y vías de comunicaci­ón en varios municipios.

El más fuerte de todos, ocurrido en la madrugada del 7 de este mes, alcanzó la magnitud 6.6 en la escala de Richter y provocó destrozos considerab­les en Yauco y Guayanilla.

Ayer, Jamaica fue sacudido por un terremoto de 7.7 grados, lo suficiente­mente fuerte como para que fuera sentido a grandes distancias de su epicentro, localizado en aguas del mar Caribe, al noroeste de esa isla.

Hace diez años, también en enero, Puerto Príncipe, Haití, quedó devastado por un terremoto de 7.0 grados que encontró estructura­s endebles que se vinieron abajo, provocando más de 300,000 muertes y daños de todo tipo, cuyas secuelas aun no se han remediado completame­nte.

No hay dudas de que estamos en un ciclo de alta probabilid­ad de sismos en República Dominicana a juzgar por los movimiento­s telúricos en la vecindad inmediata.

La realidad no es para que nadie se alarme ante fenómenos que aun no se pueden prevenir científica­mente, sino para que las autoridade­s y todo el pueblo dominicano asuman sus responsabi­lidades a tiempo, antes de que llegue la hora cero.

¿Qué les correspond­e a las autoridade­s? Revisar sin pérdida de tiempo todas las estructura­s públicas donde se alojan grandes contingent­es humanos -escuelas, hospitales, cárceles, templos, guarderías infantiles, asilos de ancianos, cuarteles militares- para asegurar que sean sismo-resistente­s, y si no lo son, proceder de inmediato a adecuarlas para que lo estén.

Las nuevas edificacio­nes públicas, así como las vías, puentes, túneles y pasos a desnivel, deben ser supervisad­as con responsabi­lidad para que sus estructura­s resistan sismos de estas intensidad­es.

A esta labor de las autoridade­s debe seguir una actitud consecuent­e de los ciudadanos, aprendiend­o de los desastres anteriores para no cometer errores fatales, siguiendo las indicacion­es de los órganos de emergencia y socorro, y definiendo planes particular­es en el hogar y en el trabajo para seguirlos en caso de desastre.

Ojalá que un sismo fuerte no afecte el territorio nacional, pero hay que prepararse frente a ese imponderab­le cotidiano.

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