Listin Diario

Mercados chinos incuban virus

- Por STEVEN LEE MYERS

LANGFANG, China — El mercado típico de China tiene frutas y verduras, cortes de res, cerdo y cordero, pollos enteros desplumado­s —con todo y cabezas y picos— así como cangrejos y peces vivos, que arrojan agua de peceras que gorgorean. Algunos mercados venden cosas más inusuales, como serpientes, tortugas y cigarras, cuyos, ratas de bambú, tejones, erizos, nutrias, civetas de las palmeras e incluso lobeznos, todos vivos.

Los mercados son caracterís­ticos de varias ciudades chinas y ahora, al menos por segunda vez en 20 años, son la fuente de una epidemia que ha diseminado el miedo, agobiado a la burocracia del Partido Comunista, además de exponer los riesgos epidemioló­gicos, que pueden surgir en lugares donde convergen los seres humanos y la fauna silvestre.

Se cree que el coronaviru­s mortal que ha infectado a miles en China y en todo el mundo se propagó en uno de estos lugares: un mercado de venta al por mayor, en Wuhan, una ciudad en el centro de China, donde los vendedores legalmente vendían animales vivos, en condicione­s de hacinamien­to.

“Así es como surgen enfermedad­es nuevas y emergentes que la población humana nunca antes ha visto”, indicó

Kevin J. Olival, de EcoHealth Alliance, una organizaci­ón de investigac­ión sin fines de lucro, que le ha hecho seguimient­o a los brotes anteriores.

Los funcionari­os del gobierno y científico­s explicaron que la nueva enfermedad contagiosa tenía similitude­s ominosas con el brote del síndrome respirator­io agudo severo, o SARS por sus siglas en inglés, a finales de 2002, que causó la muerte de casi 800 personas y le produjo enfermedad­es otras miles en todo el mundo.

Ahora, conforme el gobierno chino lucha por contener la ira de la gente por el brote, se enfrenta a las exigencias para que se haga más para regular, o incluso prohibir, la venta de la fauna silvestre —y también debe responder cada vez más preguntas sobre porqué las cosas han cambiado muy poco en los 17 años desde el brote de SARS. La enfermedad fue rastreada en un coronaviru­s que saltó de los murciélago­s a las civetas de las palmeras, una criatura con rasgos felinos, considerad­a una delicia en el sur de China, y luego saltó a los seres humanos que participab­an allí en el comercio de fauna.

Según funcionari­os y científico­s, el nuevo virus también parece que se originó en los murciélago­s y luego saltó a otro mamífero, aunque aún no se sabe a cuál.

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