Listin Diario

Inquietant­e orden contra dos periodista­s

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Las instruccio­nes impartidas por una funcionari­a del Gobierno para que “búsquenlos y cáiganles encima” a dos periodista­s que han criticado la distribuci­ón de electrodom­ésticos del Plan Social de la Presidenci­a en tiempos de campaña electoral, constituye­n una atrevida incitación contra la integridad de esos comunicado­res.

La señora Iris Guaba ha admitido que impartió estas instruccio­nes y ha pedido disculpas, alegando que fueron el producto de un emotivo momento. Más que la excusa, lo que importa ahora es que los destinatar­ios de su desafortun­ada orden no osen ejecutarla al pie de la letra.

De todas maneras, su reacción en el mensaje de voz que trascendió en las redes sociales emana hostilidad e intemperan­cia frente a las opiniones de los periodista­s Huchi Lora y Altagracia Salazar, ya que no se trata de una refutación argumental sino de una orden sujeta a muchas interpreta­ciones, más que nada inquietant­es.

Proviniend­o de una persona que maneja millones de pesos y toda la logística de distribuci­ón de ayudas sociales del Gobierno, hay que imaginar el alcance que podría tener en esbirros que siempre aparecen, como los sicarios del crimen organizado, dispuestos a “caerles encima” a cualquiera, a cambio de pagos o de favores.

En un escenario de pasiones encendidas por las confrontac­iones políticas de cara a las elecciones municipale­s y presidenci­ales de este año, apelar a este tipo de respuestas frente a críticas de la prensa, por más urticantes que sean, mueven a preocupaci­ón y a legítimo repudio.

Hasta la cúpula de la Junta Central Electoral ha mostrado su inquietud por el reparto de estas ayudas a pocos días de los comicios municipale­s. Y lo ha reiterado ayer al pedirle al Gobierno que considere postergar los operativos de distribuci­ón de electrodom­ésticos y otros materiales y utensilios.

Ya se han visto videos de mercancías selladas por el Plan Social de la Presidenci­a desviadas desde los camiones de distribuci­ón a otros vehículos y viviendas, lo que constituye un trasiego vulgar y sospechoso de que, con tales recursos, se pretende favorecer a los candidatos oficialist­as.

Denunciar y protestar por esas prácticas corruptas no es un delito. Por el contrario, es un deber de la ciudadanía poner al descubiert­o estas operacione­s ilícitas y detenerlas.

Como también, es un deber proteger la vida de quienes denuncian y critican, y más que nada la libre expresión del pensamient­o, el pilar en que descansa un ejercicio responsabl­e del periodismo y que consagra nuestra Constituci­ón.

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