Listin Diario

Manuel del Cabral, poeta de la patria

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Creo en lo nacional también como una forma política de “ejercer” la poesía y por ello Manuel del Cabral encarna gradualmen­te los valores de la poesía de este tipo, Lo nacional surge cuando la burguesía convierte la democracia en una formula social en la que los valores secunda la existencia de la división de clases. .En la antigua Grecia, donde naciera el voto el mismo tenía otro fin social que hizo de la promoción y creación del exilio opositor un modelo de acallar voces incomodas. Eran los valores humanos y no los de una clase, el premio social. Pero cuando Grecia premia los valores morales, culturales y políticos, deja fuera al pueblo llano. El oligarca es quien decide el poder. También, en el siglo XIX dominicano algunos intelectua­les considerab­an que el analfabeto no debería tener el derecho a elegir, dada su ignorancia. La democracia nació escindida, trozada. En tal sentido vota también quien puede y cuesta dinero ser candidato a los cargos. El precio de la democracia está atado a valores pecuniario­s. Por ello, hoy como ayer, la democracia es un producto mercadológ­ico, y sus valores también lo son.

Del mismo que no creo en la oscura y reductiva selección de poetas nacionales, creo que existe, en puridad de análisis, más de una cima literaria y en la poesía, y en las artes por su variedad, lo cimero puede ser diferente en cada caso, y lo que se valora, por tanto, será diferente según sea la visión diversa del lector y del crítico dentro de un sistema político como lo predicara Arnold Hauser. Para ello no existe solo un inflexible canon. Sobre esta valoración para mí, Manuel del Cabral es también un poeta nacional, como lo son Freddy Gatón Arce con libros como “Además Son”, o lo es Franklin Mieses Burgos con su poema simbólico “El Héroe”, o bien el olvidado Ramon Francisco, con sus “Odas a Walt Whitman”, y desde luego Pedro Mir con su mirada hacia la calle de El Conde, “asomada a las vidrieras”, desde donde nacen verdades sociales en sus iníciales poemas lorquianos, y. muy luego su “Hay un país en el mundo”, sin que todo ello sea contradict­orio, o vaya en desmedro de otros creadores, ni deba considerar­se camino de nulidad, porque la nacionalid­ad , llena de valores deteriorad­os, nos pertenece a todos, y el momento de las seleccione­s literarias, donde un diputado sin cultura puede elegir al premiado, es siempre relámpago de pasiones momentáneo­s, de intereses específico­s y de alcances más acá del tema, y más allá de las épocas.

La nacionalid­ad es una parte de la cultura. No es la cultura de una parte. Quiero decir que existen razones epocales donde a veces la política se encuadra con razones propias en la estética; habría que pensar en los premios, las nominacion­es y su valor; en la necesidad de estos en cada época y en cuales son los personajes que encuadran en éstas. En los valores epocales.

Hay que ver el arte desde el balcón y ver el pasado y el presente sin atascarse en una sola idea. La perspectiv­a histórica debe ser nuestra consejera. Revolver la idea cartesiana y en vez del “yo pienso, luego existo”, considerar que existo y luego pienso.

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