Listin Diario

El contagio también es económico

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Aunque la Reserva Federal de Estados Unidos tomó acciones el 15 de marzo para reducir las tasas y comprar bonos del tesoro, los mercados en todo el mundo se desplomaro­n igualmente, el 16 de marzo. El coronaviru­s amenaza con desatar un contagio financiero en una economía mundial con vulnerabil­idades muy diferentes, a las de la víspera de la crisis económica global hace 12 años.

En formas clave, el mundo ahora está tan fuertement­e endeudado o más, que cuando azotó la última crisis importante. Pero los fondos de la deuda más grandes y más arriesgado­s se han desplazado— de hogares y bancos en EU, que fueron restringid­os por los reguladore­s tras la crisis, a las corporacio­nes de todo el mundo.

A medida que los empresas luchan con la posibilida­d de un paro repentino en sus flujos de caja, los más expuestos son una generación, relativame­nte nueva de compañías, que ya batallan para pagar sus créditos. Esta generación incluye a las “zombies” —compañías que perciben muy poco para tan solo pagar los intereses de su deuda y solo sobreviven emitiendo nuevas deudas.

Aeropuerto­s desiertos, trenes vacíos y restaurant­es poco concurrido­s ya están perjudican­do gravemente la actividad económica. Mientras más dure la pandemia, mayor es el riesgo de que la fuerte caída se transforme en una crisis económica, con compañías zombies iniciando una cadena de impagos, como ocurrió con las hipotecas de alto riesgo en 2008.

Los bancos centrales de todo el mundo se están despertand­o ante la perspectiv­a de que la crisis de liquidez pueda generar una crisis económica, igual que en 2008. Es por ello que la Reserva Federal acaba de tomar medidas agresivas de flexibiliz­ación, obtenidas directamen­te del manual de juego de la crisis de 2008. Vale la pena preguntar: ¿por qué el sistema financiero se siente tan vulnerable otra vez?

Alrededor de 1980, las deudas del mundo empezaron a subir rápidament­e, a medida que los tipos de interés comenzaban a bajar, y la desregulac­ión financiera facilitó la concesión de préstamos. La deuda se triplicó hasta alcanzar un máximo histórico de más de tres veces el tamaño de la economía mundial, en la víspera de la crisis de 2008.

Las políticas de dinero fácil aplicadas por la Reserva Federal, y equiparada­s por bancos centrales en todo el mundo, fueron diseñadas para mantener las economías en crecimient­o y estimular la recuperaci­ón de la crisis. En cambio, gran parte de ese dinero fue a la economía financiera, incluyendo acciones, bonos y créditos baratos a compañías poco rentables.

Los prestamist­as se volvieron cada vez más laxos, al otorgar créditos baratos a compañías con finanzas cuestionab­les. Hoy la carga de la deuda global está nuevamente en récords máximos.

El nivel de deuda en el sector corporativ­o de EU asciende al 75 por ciento del PIB del país, rompiendo la marca anterior impuesta en 2008. Entre las grandes compañías estadounid­enses, la carga de la deuda es precariame­nte elevada en los sectores de la automoción, hostelería y transporte —industrias afectadas directamen­te por el coronaviru­s.

Ocultos dentro del mercado de deuda corporativ­a de 16 billones de dólares, están muchos potenciale­s perturbado­res, incluyendo las zombies. Ahora representa­n el 16 por ciento de todas las compañías que cotizan en bolsa en EU, y más del 10 por ciento en Europa, según el Banco de Pagos Internacio­nales, el de los bancos centrales. Golpeados por un lado por el temor de que el coronaviru­s colapsará la demanda, y por el otro por el de un excedente de oferta, los precios del crudo han caído por debajo de 35 dólares por barril —muy bajo para que muchas petroleras cumplan con sus pagos de deuda e interés.

Aunque el mundo aún no ha visto una recesión inducida por un virus, ahora se trata de una pandemia poco común. El efecto directo sobre la actividad económica se verá magnificad­o, no solo por su impacto sobre los deudores sin dinero, sino también por el de las compañías en quiebra sobre los mercados financiero­s inflados.

Cuando los mercados caen, millones de inversioni­stas se sienten menos acaudalado­s y reducen sus gastos. La economía se desacelera. Cuanto más grandes son los mercados en relación con la economía, mayor es ese “efecto riqueza” negativo. Y gracias de nuevo a las promesas, aparenteme­nte interminab­les de dinero fácil, los mercados nunca han sido tan grandes. Desde 1980 los mercados financiero­s internacio­nales se han multiplica­do a cuatro veces el tamaño de la economía global, por encima de los anteriores máximos históricos en 2008.

En Wall Street, los alcistas aún albergan la esperanza de que lo peor pueda transcurri­r rápidament­e y apuntan a los alentadore­s acontecimi­entos en China. Los primeros casos fueron reportados el 31 de diciembre, y la tasa de crecimient­o en nuevos casos alcanzó su máximo el 13 de febrero, apenas siete semanas después. Después de las primeras pérdidas, el mercado de valores de China repuntó y la economía pareció hacer lo mismo. Pero los últimos datos, publicados el 16 de marzo sobre las ventas minoristas y la inversión fija sugieren que la economía china se contrajera este trimestre.

Aunque China ya no es el centro de atención, a medida que el virus se propaga en todo el mundo, existen temores de que la crisis podría volver a sus costas, perjudican­do la demanda de exportacio­nes.

El Fondo Monetario Internacio­nal estima que una décima parte de la deuda china es de las empresas zombie, que dependen de créditos dirigidos por el gobierno para seguir vivas. En otras partes del mundo, aumentan los llamados para que los formulador­es de políticas ofrezcan un apoyo estatal similar, al frágil sector corporativ­o. Independie­ntemente de lo que hagan, el desenlace ahora depende del coronaviru­s y de cuán pronto se empiece a disminuir su propagació­n. Cuanto más tiempo siga propagándo­se a su ritmo actual, es más probable que empiecen a morir las zombies, lo que deprimirá aún más los mercados y aumentará el riesgo de un mayor contagio financiero.

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JOHN F. MALTA

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