Ante la censura, los periodistas se alzan
Cuando Jacob Wang recientemente vio los informes que circulaban en línea, sugiriendo que la vida estaba mejorando en Wuhan, el centro del brote de coronavirus, se sintió iracundo.
Wang, periodista de un periódico estatal en China, recurrió a las redes sociales para dejar las cosas claras, escribiendo un post condenatorio en febrero sobre los pacientes enfermos, que luchan para obtener atención médica, en medio de una burocracia disfuncional.
“Se dejó morir a la gente, y estoy muy furioso por ello”, enfatizó Wang en una entrevista.
El gobierno chino, ansioso por declarar una victoria en lo que Xi Jinping, el líder de China, describió como una “guerra del pueblo” contra el virus, está censurando los informes de noticias, acosando a ciudadanos periodistas y cerrando webs infomativas.
Los periodistas chinos, animados por apoyo del público, se están defendiendo en un raro desafío alPartido Comunista gobernante .
Están publicando reportajes impactantes que describen el encubrimientos del gobierno y fallas en el sistema de atención médica. Están circulando llamados a favor de la libertad de prensa. Están utilizando las redes sociales para llamar la atención a la injusticia y el abuso.
Muchos acudieron a Wuhan antes de que la ciudad impusiera un cierre a finales de enero. Vistiendo trajes protectores para materiales peligrosos, se aventuraron en las salas de hospital para entrevistar a pacientes y médicos, sometiéndose a pruebas de detección del coronavirus, después de sus visitas.
Sus historias han alimentado una ira generalizada en
China, al hacer un retrato de un gobierno que fue lento para enfrentar el virus y trabajó para silenciar a cualquiera que intentara advertir sobre su propagación.
Profile, una revista de interés general en China, descubrió una grave escasez de kits de pruebas en Wuhan, provocando la ira de los residentes que exigían saber cómo el gobierno podía estar tan mal preparado.
Caijing, una revista de negocios, publicó una entrevista con un experto en salud anónimo, que reconoció que los funcionarios en Wuhan retrasaron la advertencia de que el virus podría propagarse de persona a persona.
Caixin, una revista de noticias, detalló cómo los funcionarios de salud ocultaron las primeras pruebas de que el virus mostraba similitudes sorprendentes con el síndrome respiratorio agudo severo, o SARS, que causó un brote mortal mundial entre 2002 y 2003.
“En esta ocasión, el control del gobierno sobre la libertad de expresión ha dañado directamente los intereses y la vida de la gente común”, indicó Li Datong, un editor jubilado, de un periódico en Pekín. “Todo el mundo sabe que este tipo de grandes
Crece la ira entre los reporteros chinos, por ocultar la verdad.
desastres ocurre cuando no se dice la verdad”.
Caixin publicó uno de las primeras historias en profundidad sobre el virus el 9 de enero, informando que el brote misterioso parecía tener sus raíces en un vecindario, cerca de un mercado de mariscos en Wuhan.
En cuestión de semanas, las autoridades dieron instrucciones a los medios de comunicación para que limitaran las historias negativas. La represión empeoró después de la muerte de Li Wenliang, el 7 de febrero, un médico que fue silenciado por la policía, después de que intentó advertir sobre el virus.
Millones de personas participaron en una revuelta en línea y exigieron la libertad de expresión, aclamando a Li , que había contraído el virus, como un héroe.
A medida que la censura se ha intensificado, los periodistas chinos se han vuelto creativos.
Algunos han centrado sus notas en errores cometidos por funcionarios locales, en lugar de líderes nacionales, para evitar la censura. Otros han compartido consejos y fuentes noticiosas con colegas de organizaciones rivales, por si sus propias historias son suprimidas.
El público chino ha ayudado a los medios de información. A mediados de marzo, Profile publicó una entrevista con un médico, al que se le advirtió que no compartiera información. El artículo desapareció. Pero los usuarios de internet rápidamente revivieron la historia, utilizando emojis, código morse e idiomas poco conocidos para presentar la entrevista de manera que evadiera a los censores.
El gobierno ha desplegado a 300 reporteros en Wuhan para contar historias alentadoras sobre la lucha del partido contra el virus.
Pese a las restricciones, muchos periodistas chinos dicen que están envalentonados y deseosos de demostrar que una prensa sólida puede hacer responsable al gobierno de sus errores y ayudar a China a sanar. “Todos se sienten amordazados y perjudicados”, señaló Tenney Huang, reportero de una publicación estatal. “La libre expresión es una forma de luchar.
“Los hechos son como la leña”, dijo. “Mientras más se acumule, mayor es la fuerza cuando una chispa finalmente la enciende”.