Una ‘guerra’, entre la vida o muerte
ROMA — El alcalde de un pueblo se quejó de que los médicos se veían obligados a decidir no atender a los ancianos, dejándolos morir. En otro poblado, los pacientes con neumonía causada por el coronavirus eran enviados a casa. En otro lugar, una enfermera colapsó, y su fotografía se convirtió en un símbolo del personal médico abrumado.
En menos de tres semanas, el coronavirus ha sobrecargado el sistema de atención médica en todo el norte de Italia. Ha convertido a la región de Lombardía en una visión sombría, de lo que le espera a los países, si no pueden frenar la propagación del virus y “aplanar la curva’’ de nuevos casos —permitiendo que los enfermos sean atendidos, sin superar la capacidad de los hospitales.
De lo contrario, los hospitales corren el riesgo de convertirse en salas de selección, obligando a los médicos y enfermeras a tomar decisiones extraordinarias sobre quién puede vivir y quién puede morir.
“Esto es una guerra”, expresó Massimo Puoti, jefe de medicina infecciosa en el hospital Niguarda de Milán, uno de los más grandes de Lombardía.
Italia recientemente implementó medidas draconianas —restringiendo el movimiento y cerrando todas las tiendas, salvo las farmacias, los supermercados y otros servicios esenciales. Pero las medidas no llegaron a tiempo para evitar la oleada de casos, que han abrumado la capacidad del sistema de cuidado de la salud.
La experiencia de Italia ha destacado la necesidad de actuar con decisión, mucho antes de que los números de casos parezcan alcanzar niveles de crisis.
Los médicos repentinamente están enfrentando interrogantes sobre el triaje, a medida que se cancelan las cirugías, los respiradores se convierten en recursos escasos y los funcionarios proponen convertir los espacios de exposición en salas de cuidados intensivos.
Una foto de una enfermera, Elena
Pagliarini, que colapsó boca abajo con su mascarilla puesta, en un hospital en la ciudad norteña de Cremona, después de 10 horas seguidas de trabajo, se convirtió en un símbolo de un sistema abrumado.
“Estamos física y fisiológicamente en las últimas”, afirmó Francesca Mangiatordi, una colega que tomó la foto.
Giorgo Gori, el alcalde de Bérgamo, comentó que en algunos casos en Lombardía la brecha entre los recursos y la enorme afluencia de pacientes “obligó a los médicos a decidir no intubar a algunos pacientes muy ancianos”, esencialmente dejándolos morir.
Di Marco rebatió esa afirmación, afirmando que todos recibieron atención.
Flavia Petrini, presidenta del Colegio Italiano de Anestesia, Analgesia, Reanimación y Cuidados Intensivos, indicó que su grupo había emitido pautas sobre qué hacer en un periodo que rozaba la “medicina de catástrofe”, en tiempos de guerra.
“En un contexto de grave escasez de recursos sanitarios”, según las directrices, se debe prestar cuidados intensivos a los “pacientes con las mayores probabilidades de éxito”.
“El brote ha puesto a los hospitales bajo un estrés sin precedentes, desde la Segunda Guerra Mundial”, indicó Massimo Galli, director de enfermedades infecciosas en el Hospital de la Universidad Sacco de Milán. “Si la marea continúa subiendo, los intentos por construir presas para retenerla serán cada vez más difíciles”.
Puoti, del hospital Niguarda, relató que algunos médicos se habían infectado, lo que creaba el riesgo de escasez de personal.
“Estamos tratando de mantener un nivel de trabajo humanamente sostenible”, apuntó. “Porque esto va a durar”.
Los informes del abrumado sistema italiano han resonado en Estados Unidos, donde el presidente Donald J. Trump cerró los vuelos a los extranjeros que vienen de Europa.
“La enfermedad italiana se está convirtiendo en una enfermedad europea y Trump, con su decisión, está tratando de evitar que se convierta en una enfermedad estadounidense”, expresó Romano Prodi, ex primer ministro italiano y presidente de la comisión de la Unión Europea.
“En cualquier caso, creo que el coronavirus ya es un problema estadounidense”, señaló, y agregó que, debido a la diferencia en el sistema de atención médica, “puede ser más grave que el europeo”.
El virus reta los límites de sistemas de salud modernos.