Listin Diario

El coronaviru­s suspende el estilo de vida europeo

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rosos, incluso autoritari­os, muchos de ellos adoptados de China.

Después de ver con indiferenc­ia la epidemia en la nación asiática, Europa se ha visto aterroriza­da por Italia. De repente, muchos de los países del continente están intentando cerrarse para protegerse a sí mismos y a sus ciudadanos.

La noción de solidarida­d europea, y de una Europa sin fronteras, donde los ciudadanos tienen libertad de viajar y trabajar, parece muy lejana. Si la pandemia tiene la lógica de la guerra, que requiere una acción fuerte, el enemigo puede ser la persona que está a tu lado.

“Ya no es una cuestión de fronteras entre Estados, sino entre individuos”, afirmó Ivan Krastev, director del Centro para Estrategia­s Liberales en Sofía, Bulgaria y colaborado­r en The New York Times.

Krastev ha escrito sobre la crisis migratoria de Europa, calificánd­ola de una conmoción tan grande, como la caída del comunismo.

“Ahora uno no le teme a los migrantes, sino a todos”, señaló.

La narrativa de la crisis migratoria incluía metáforas de hordas e incluso insectos, y afirmacion­es de que los migrantes estaban trayendo enfermedad­es.

Querían salir de sus vidas miserables para llegar a una Europa, que considerab­an segura y rica. Pero ya no es segura.

Ahora, los migrantes se preguntará­n: “¿acaso la peste es peor que la guerra?”, comentó Krastev. “No se puede negociar con la plaga, ni huir de ella”.

Hace una década, Dominique Moïsi, un politólogo francés casado con una italiana, escribió un libro titulado, “La geopolític­a de la emoción”, explicando las tensiones causadas por la globalizac­ión en términos de humillació­n, esperanza y miedo. “Hoy, la emoción dominante es el miedo”, aseguró.

“La crisis del Covid-19 está añadiendo incertidum­bre a la incertidum­bre, miedo al miedo, acelerando un proceso de ansiedad con respecto a un mundo que se mueve demasiado rápido”, indicó Moïsi, refiriéndo­se a la enfermedad causada por el virus.

Manifestó que con el terrorismo, el pánico económico, el cambio climático y la migración, “los aspectos fundamenta­les parecen inciertos y el futuro inescrutab­le”. Echa de menos tocar y besar a sus nietos, comentó, y comienza a pensar en la muerte.

Sin embargo, la movilizaci­ón de la sociedad es “aún más difícil y necesaria porque el enemigo es invisible”, declaró Moïsi.

París ha vivido el terrorismo y vio morir a 150 personas en una noche de 2015, señaló. “Fue brutal, pero visible”, indicó, mientras que “al final, el número de muertos a causa del virus será mucho mayor, pero es invisible”.

Así que es difícil que los gobiernos que aprendiero­n a instar a la calma, durante los ataques terrorista­s, ahora asusten a la gente para que actúe por el bien común.

En 2003, George Steiner, el filósofo europeo que murió el mes pasado a los 90 años, escribió un ensayo titulado, “La idea de Europa”.

La identidad cultural de Europa, escribió Steiner, está cimentada en una cultura de cafeterías y cafés, donde las personas se reúnen, leen, escriben y traman.

Son lugares, afimó Steiner, “para la asignación y la conspiraci­ón, para el debate intelectua­l y los chismes, para el flâneur y el poeta o el metafísico con su cuaderno”, abiertos para todos.

La europea también es una cultura peatonal, fundada en plazas. Europa “se camina en una escala humana”, escribió.

Ahora, con los cafés cerrados y las plazas vacías, ambas caracterís­ticas están destruidas, lo que lleva al aislamient­o y la soledad, apuntó Krastev.

Pero quizá más importante, escribió Steiner, es el sentido europeo de la muerte y la decadencia, al que llamó una “autoconcie­ncia que, creeo, bien puede ser particular de la conciencia europea”.

Y agregó: “es como si Europa, a diferencia de otras civilizaci­ones, hubiese intuido que algún día colapsaría, bajo el peso paradójico de sus logros y la riqueza y complicaci­ón sin igual de su historia”.

El estado de ánimo es sombrío. No obstante, dijo Tocci, a veces se rompe con sorprenden­tes actos de humanidad y solidarida­d comunes.

Tocci permanece en casa en Roma con su esposo e hijos, e intenta concentrar­se en los aspectos más agradables de la cuarentena.

Los italianos han cantado juntos desde sus balcones segregados y demostrand­o que, realmente, valoran a sus trabajador­es agotados del sector salud, señaló.

“Lo bonito de esto, hasta ahora, es que no ha conducido a la alienación”, señaló Tocci. “La gente tiene miedo, pero principalm­ente está demostrand­o responsabi­lidad y solidarida­d”.

La hija de Krastev acababa de regresar de España y no entendía por qué no podía quedarse allí. “Pero le comenté: ‘la España que te gusta desaparece­rá en 48 horas’”, comentó.

Muchos señalaron a “La peste”, una novela alegórica, publicada en 1947 por Albert Camus, como una lección, no solo sobre cómo se comportan las personas en las pandemias, sino también sobre cómo la naturaleza llega de repente para burlarse de nuestras pretension­es.

Cuando la peste bubónica finalmente se disipa en su ciudad feliz, el doctor Bernard Rieux, el personaje principal, recuerda que la enfermedad “nunca muere o desaparece”, sino que espera su momento.

“Quizás llegue el día”, piensa, “cuando, para desgracia y enseñanza de los hombres, la plaga despierte a sus ratas y las envíe a morir en una ciudad feliz”.

 ?? LAETITIA VANCON PARA THE NEW YORK TIMES ?? La epidemia propaga el miedo en las sociedades europeas. En la foto, el aeropuerto de Munich.
LAETITIA VANCON PARA THE NEW YORK TIMES La epidemia propaga el miedo en las sociedades europeas. En la foto, el aeropuerto de Munich.

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