Listin Diario

Kazajos libres, en un evento techno

- Por THOMAS ROGERS

ALMATY, Kazajistán — En un viernes reciente por la noche, Mitya Koksharov bailaba de forma exuberante, al ritmo de música techno, en una antigua sala de vapor atiborrada.

El joven larguiruch­o con lentes de armazón oscura flexionó la pierna y se dejó caer dramáticam­ente al piso —un paso conocido como “dip”, inventado hace décadas, en el mundo de los salones de baile LGBT de Nueva York.

Era el tipo de baile que uno no esperaría ver en una ex república soviética autoritari­a, pero ésta no era una pista de baile kazaja ordinaria: se trataba de Zvuk (“sonido” en ruso), un evento de música techno, con un toque progresivo en Almatý, la ciudad más grande de Kazajistán.

Zvuk es la creación de Nazira Kassenova, una DJ kazaja de 28 años, que se presenta como Nazira. Tocaba su mezcla caracterís­tica de techno potente para los 200 asistentes.

Nazira, una estrella en el mundo en la música electrónic­a, se presenta en algunos de los antros más importante­s de Europa, entre ellos Berghain, en Berlín, y De School, en Ámsterdam. También ha jugado un papel clave en una escena techno alternativ­a en Kazajistán, que ofrece una antítesis al represivo entorno político y social.

“Quería crear un espacio donde la gente pudiera ser un bicho raro —ser libre, gay, heterosexu­al, rico, pobre, donde se pudiera desvestir si quisiera”, declaró, antes de rectificar. “Espérame, nadie se desviste en Kazajistán”.

La oposición política y la libertad de expresión están reprimidas, en esta nación rica en petróleo de Asia Central. Después de 30 años en el cargo, el presidente Nursultan Nazarbayev, renunció a finales del año pasado.

Su sucesor escogido personalme­nte por él, Kassym-Jomart Tokayev, ganó las elecciones.

Las personas LGBT habitualme­nte enfrentan amenazas de violencia, y Human Rights Watch ha denunciado el problema generaliza­do de violencia doméstica en el país.

Sin embargo, cuando dos manifestan­tes fueron encarcelad­os, durante 15 días tras desplegar una bandera de protesta en el maratón de Almatý, la primavera del año pasado, hubo una oleada de oposición pública al gobierno en medios de comunicaci­ón y en manifestac­iones callejeras ilegales, que continuaro­n durante todo el otoño e invierno.

Amir Shaikezhan­ov, cofundador de Kok.team, una organizaci­ón de derechos LGBT (el nombre hace alusión a la palabra en kazajo que significa celeste, un color asociado con las personas LGBT en el país), indicó que Kazajistán parecía haber llegado a un “momento de inflexión”.

“El techno es una música sin prejuicios. Es el tipo de música que une a la gente”, afirmó, destacando que Zvuk es la única fiesta donde la gente LGBT y otras personas liberales bailan juntas abiertamen­te. “No estoy seguro de que Nazira entiende el tipo de impacto, que ha tenido con estar simplement­e estar”.

Zhangir Mukhametkh­ana, de 21 años, empleado de una escuela de idiomas y cliente de Zvuk, indicó que el pasado comunista de Kazajistán había hecho que fuese, especialme­nte difícil, para los residentes del país dejarse llevar. “Zvuk es un lugar donde puedo convivir con otros y darme cuenta de que no soy el único al que no le gusta lo que sucede en nuestro país”, indicó.

La antítesis resonante de una DJ al régimen autoritari­o.

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DAMIR VTOW PARA THE NEW YORK TIMES

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