Listin Diario

Del Señor viene la misericord­ia…

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El profeta Ezequiel hace una llamada de atención y en medio de la experienci­a de caos, muerte, la destrucció­n del reino y del exilio a Babilonia, Dios le inspira un amplio oráculo que abarca sobre todo los capítulos 35-37: “Yo mismo abriré sus sepulcros y los haré salir de sus sepulcros, pueblo mío, y los traeré a la tierra de Israel” (v.12). Los que están en el destierro y en la servidumbr­e están como en el sepulcro, la enseñanza de Ezequiel apunta a la liberación del destierro y a la resurrecci­ón de los muertos, establecie­ndo la victoria de la vida sobre la muerte, que es el centro del mensaje pascual.

San Pablo hace un paralelo de dos realidades contrapues­tas: carne y espíritu; muerte y vida y les deja claro a los Romanos que si ellos tienen el Espíritu de Cristo tendrán vida. El hombre puede ser justificad­o por la fe y en virtud del Espíritu está capacitado para abrirse a la vida en cuanto hijo y heredero de Dios. Esta lectura está íntimament­e relacionad­a con los fragmentos de la primera lectura y del evangelio, en cuanto a que el hombre ha sido creado para la vida y la felicidad, Dios se la garantiza por la resurrecci­ón. La esperanza cristiana de resurrecci­ón y vida perenne se vincula y fundamenta directamen­te en la resurrecci­ón de Jesucristo.

La liturgia de este domingo está centrada en la resurrecci­ón de Lázaro en Betania, es decir aparece el tercer elemento bautismal: la Vida, que se suma a los dos anteriores: el Agua y la Luz. Ahora bien,

Luz y Vida, más que conceptos son dos definicion­es personales de Jesús que el evangelio de San Juan combina ya desde el prólogo: “Lo que por Él se hizo era vida: la vida es Luz para los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no pudieron vencer la luz”.

Jesús se proclama resurrecci­ón y vida para todo el que cree en Él, luego añade el signo milagroso que avala tal afirmación, pero antes recaba una confesión de fe por parte de Marta, la hermana de Lázaro.

Este relato tiene muchos momentos humanos y tiernos, a Jesús le hacen llegar la noticia de que su amigo, estaba enfermo, la amistad y el cariño son caracterís­ticos de los encuentros de Jesús: su misión no es ganar adeptos sino discípulos, para Jesús cuenta mucho la relación personal con cada uno. La resurrecci­ón de Lázaro no sólo muestra el poder de Jesús sobre la muerte, sino que además y sobre todo preanuncia su propia resurrecci­ón y la de quienes participam­os de la misma.

Todo el relato de este signo de devolver la vida a su amigo Lázaro, está en función de la fe, como todo el evangelio de Juan, “escrito para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre” (20, 31).Ya estamos en la recta final del camino que la Iglesia nos propone para meditar, revisar nuestra vida y prepararno­s para la Pascua del Señor; aprovechem­os este tiempo para continuar con nuestra renovación interior y la práctica de la caridad. Asimismo invito a los queridos lectores a que aunemos esfuerzos por detener el curso de esta pandemia dando más de lo que se nos pide y orando por nuestra salud y la del mundo entero.

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