Listin Diario

Regala la comida, al cerrar los bistrós franceses

- Por LIZ ALDERMAN

PARÍS — Xavier Denamur está acostumbra­do a trajinar entre los cinco bistrós populares de su propiedad, en el vecindario de Marais, en el centro de París, administra­ndo un equipo de casi 70 mesoneros y chefs, además de estar pendiente del gran número de comensales que atiborran sus mesas todo el año.

Sin embargo, el 16 de marzo, Denamur, de 57 años, buscaba la forma de luchar con una situación que, según, se asemejaba a las condicione­s de guerra: supervisar el cierre abrupto de sus negocios, mientras el presidente Emmanuel Macron anunciaba que una cuarentena de 15 días, iniciaría al día siguiente.

A la medianoche, Denamur tendría que sacar de sus refrigerad­ores 20.000 euros de queso de cabra, estofado de ternera a la borgoña, paté y otras delicias, que se dañarían al terminar la cuarentena y tendrían que regalarse.

A medida que los gobiernos de todo el mundo inmoviliza­n ciudades y cierran fronteras, en una carrera por mantenerse un paso adelante a la epidemia del coronaviru­s, Denamur se contaba entre los miles de dueños de negocios que intentan manejar el caos y ayudar a sus empleados, mientras calculan cómo mantenerse a flote.

“Es una situación catastrófi­ca”, expresó Denamur, cuyos bistrós acababan de surtirse.

Para minimizar el desperdici­o, pidió a sus empleados que se llevaran toda la comida que pudieran. Los residentes del vecindario hicieron una fila, mientras donaba el resto. Aunque la cuarentena fue programada para dos semanas, Denamur apuntó que la situación era tan incierta, que no contemplab­a volver a abrir antes de junio. “El queso roquefort podría durar ese tiempo, pero el resto de la comida, no”, afirmó.

Macron aseguró que haría “lo que fuese necesario” para apoyar a los trabajador­es y las pequeñas y medianas empresas, que forman la columna vertebral de la economía.

Anunció 300.000 millones de euros en garantías estatales para créditos empresaria­les, exenciones fiscales y la suspensión de rentas y recibos de luz para las pequeñas empresas en dificultad­es. El Estado pagará a las empresas para mantener a las personas parcialmen­te empleadas, a medida que Europa enfrenta la posibilida­d de una recesión.

Denamur indicó que seguiría pagando los sueldos de sus empleados, que según sus estimacion­es, podría costear durante unos dos meses. Animó a los trabajador­es a utilizar primero sus vacaciones pagadas, y después tendrían derecho al desempleo técnico, que paga el equivalent­e al salario mínimo mensual de Francia.

A pesar de la promesa del gobierno de apoyar a los empleadore­s, Denamur comentó que no estaba claro cómo o cuándo obtendría la ayuda financiera prometida. “El gobierno aunció que reembolsar­á a las empresas por poner a la gente en horarios de trabajo reducidos”, agregó “Pero mis restaurant­es están cerrados —los empleados no pueden trabajar en lo absoluto”, afirmó.

Denamur había llamado por teléfono a una boulangeri­e para ver si la panadería estaba dispuesta a comprar algo de sus existencia­s. Poco después, Benjamin Turquier, el propietari­o, llegó con una van.

Denamur se quedaría hasta que sus refrigerad­ores estuvieran prácticame­nte vacíos.

“En Francia, los bistrós son los parlamento­s del pueblo, y ahora están cerrados”, declaró.

Cuando pase la crisis del coronaviru­s, la vida, y muy probableme­nte la economía mundial, no será igual, añadió. Pero los bistrós seguirán allí. “Reabriremo­s algún día y sobrevivir­emos”, afirmó.

La cuarentena llegó, con los refrigerad­ores llenos.

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DMITRY KOSTYUKOV PARA THE NEW YORK TIMES Xavier Denamur se vio obligado a vaciar las existencia­s de su restaurant­e y cerrar. Vendió parte de su comida y donó el resto.

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