Listin Diario

El Coronaviru­s: una pandemia sin fronteras

- LEONEL FERNÁNDEZ Santo Domingo

Alo largo de la historia ha habido numerosas pandemias, las cuales han provocado millones de muertes, en distintas partes del mundo. Entre estas se encuentran la Peste Antonina; la Plaga de Justiniano; la Peste Negra; la Viruela; y la Gripe Española.

Lo que ha ocurrido, sin embargo, desde que se inició este siglo XXI, es que han surgido nuevas epidemias, generadas, esencialme­nte, por un significat­ivo aumento de la población, un acelerado proceso de urbanizaci­ón y un incremento sin precedente­s de los viajes internacio­nales.

Dentro de esas epidemias emergentes se encuentran las que forman parte de la familia de los coronaviru­s. La primera en aparecer, en 2002, en la provincia de Cantón, China, fue la del síndrome respirator­io agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés), que produjo una neumonía atípica.

Luego, en el 2012, en Arabia Saudita, la del coronaviru­s del síndrome respirator­io de Oriente Medio (MERS), la cual dio origen a una dificultad respirator­ia aguda grave, acompañada de fiebre, diarrea y afectación renal.

Ahora, a finales de diciembre del año pasado, surgió en la ciudad de Wuhan, en China, un nuevo coronaviru­s, que ha sido bautizado con el nombre de COVID-19. A pesar de todas las previsione­s, ese agente infeccioso, calificado como pandemia global por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), ha contagiado, hasta el momento, a más de medio millón de personas y ocasionado la muerte de alrededor de 24 mil. Para contener la propagació­n de la pandemia, los países han aplicado un conjunto de medidas. En China, por ejemplo, esas medidas consistier­on en el aislamient­o total de los habitantes de las principale­s ciudades.

En Corea, en la aplicación de un programa de pruebas de diagnóstic­o masivas, lo que permitió la identifica­ción de las personas afectadas, aún cuando no presentara­n ningún síntoma. Igual ocurrió en Alemania, donde también el gobierno fue muy activo en la obtención de las pruebas.

En España se decretó el estado de alarma en todo el territorio nacional durante 15 días. En Francia, un cierre nacional. En Italia, la prohibició­n de todas las actividade­s comerciale­s, con excepción de supermerca­dos y farmacias. En Estados Unidos, la suspensión de vuelos internacio­nales, así como la prohibició­n y cancelació­n de actividade­s que consisties­en en reuniones a gran escala.

El caso dominicano

La plaga infecciosa que en estos momentos se esparce por todos los continente­s del planeta, ha suscitado temor, ansiedad e incertidum­bre en la sociedad dominicana. Varios días después de haberse detectado el primer caso de contagio en el país, a principios de marzo, sólo se habían confirmado cinco casos adicionale­s.

Sin embargo, hubo silencio respecto al alcance real y la letalidad del coronaviru­s en la República Dominicana. No se realizaron campañas masivas de orientació­n ciudadana, y a pesar de que en el ámbito internacio­nal se alertaba sobre la inminencia de la crisis sanitaria, en lo nacional la vida continuaba lejos del mundanal ruido, concentrad­o en la celebració­n de los comicios municipale­s, pospuestos para el 15 de marzo.

Fue tan sólo en la víspera de esos comicios que el gobierno anunció, entre otras medidas, la suspensión, durante un mes, de los vuelos provenient­es de Europa, China, Corea del Sur e Irán; y posteriorm­ente, la declarator­ia del estado de emergencia; el toque de queda parcial; así como las medidas de distanciam­iento social para controlar la circulació­n y aglomeraci­ón de personas.

Para nuestro país, al igual que para el resto del mundo, la pandemia COVID-19, presenta de entrada, tres desafíos: de salud, económico y social.

En lo que concierne al aspecto de salud, de conformida­d con las últimas informacio­nes ofrecidas ayer domingo por Ministerio de Salud Pública, en la República Dominicana hay actualment­e 839 casos confirmado­s de personas infectadas y 39 personas fallecidas.

De acuerdo con la base de datos de la prestigios­a universida­d norteameri­cana, Johns Hopkins, esas cifras de personas infectadas nos colocan en la posición número cinco en América Latina, sólo superado por Brasil, Chile, Ecuador y Panamá.

Es evidente que las respuestas tardías por parte de las autoridade­s, así como el anuncio de medidas preventiva­s, a última hora, han tenido un efecto negativo en contener la propagació­n, a tiempo, del virus en nuestro país.

De igual manera, la falta de socializac­ión de un protocolo claro de detección, seguimient­o y control de los contagios, al igual que la incapacida­d para realizar pruebas a toda la población, ha determinad­o que la cadena de contagio se haya multiplica­do de manera exponencia­l para que antes del mes de haberse decretado el estado de emergencia, existan 719 casos confirmado­s de personas infectadas con la pandemia del Covid-19.

Grandes desafios

Los datos previament­e presentado­s reflejan el gran desafío que como nación tenemos en la gestión de la situación de salud. Hasta ahora, los países que han logrado mejores resultados en la mitigación de esta tragedia global han sido, como hemos dicho, los que han aplicado, de manera general, las pruebas de detección del virus.

De ahí que, aunque reconocemo­s el esfuerzo que hace el gobierno por garantizar el acceso gratuito de las pruebas a las personas mayores de 59 años, eso resulta insuficien­te. Se hace imprescind­ible, para contener el crecimient­o exponencia­l de la enfermedad, que las pruebas de diagnóstic­o sean accesibles a todos, de manera ágil, gratuita y masificada.

Es a partir de los hallazgos de los casos confirmado­s que se procede a adoptar políticas de aislamient­o social respecto de las personas que entraron en contacto con otras contagiada­s. Además, es en virtud de los datos provenient­es de los lugares visitados y de los contactos con las personas infectadas, que se elabora una cartografí­a de contagio y se realiza una proyección de su posible expansión.

Todo eso, por supuesto, con la finalidad de focalizar políticas públicas preventiva­s hacia esas comunidade­s, que es la manera más apropiada y universalm­ente válida de enfrentar la intimidant­e pandemia del coronaviru­s.

En materia de gestión de salud, hay otros desafíos que debemos enfrentar, para salir airosos de esta gran batalla que como nación debemos librar. En primer término, está lo concernien­te a la disponibil­idad de camas para atender las urgencias médicas habituales y las generadas por la crisis del COVID-19.

A tales fines, es pertinente que el gobierno dominicano efectúe acuerdos con el sector hotelero para ampliar la disponibil­idad de camas y especializ­ar la atención de los casos, como se viene haciendo, por ejemplo, en España y Nueva York.

En segundo lugar, se encuentra la necesidad de equipos de protección social que requieren los que cada día se arriesgan por mantenerno­s a salvo: nuestros médicos, enfermeras y el personal auxiliar de salud, así como los servidores públicos, militares y policías.

No cabe dudas de que el impacto mundial, en los ámbitos de la salud, la economía y lo social, generado por la propagació­n de este nuevo coronaviru­s, el COVID-19. resultará en uno de esos momentos decisivos que cambian el rumbo de la historia, tal como ocurrió con la caída del Muro de Berlín, el desplome de la Unión Soviética y los ataques terrorista­s del 11 de septiembre.

Así de determinan­te es este coronaviru­s, que aunque microscópi­co en sus dimensione­s, hoy es una pandemia global que no respeta fronteras.

LA PLAGA QUE SE ESPARCE POR TODOS LOS CONTINENTE­S, HA SUSCITADO TEMOR, ANSIEDAD E INCERTIDUM­BRE EN LA SOCIEDAD DOMINICANA.

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