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Músico. El Cieguito de Nagua apagó su acordeón DECESO

Bartolo Alvarado. Falleció la tarde del viernes a los 72 años, en NY, tras una complicada situación de salud.

- YNMACULADA CRUZ HIERRO

Su verdadero nombre era González Alvarado Pereyra, artísticam­ente se dio a conocer como Bartolo Alvarado, El Ciego de Nagua. Nació el 10 de enero de 1947 en La Jaguita, municipio de Cabrera, provincia María Trinidad Sánchez.

De sus diez hermanos fue el único que nació sin el sentido de la vista, pero esto no lo limitó a desarrolla­r su talento y oído musical. Hijo de Ramón Alvarado y Juana Pereyra, fue apodado Bartolo desde su infancia.

Alvarado falleció la tarde del viernes a los 72 años, en Brooklyn, Nueva York, tras sufrir problemas respirator­ios. Desde hacía años padecía de diabetes, hipertensi­ón y problemas renales.

Infancia

Quienes lo conocieron desde su niñez contaron que Bartolo sacaba ritmo de todos los objetos que llegaban a su mano. El primer instrument­o musical que tuvo en sus manos fue una tambora, siendo apenas un infante, que le regaló su abuelo quien vio en el niño una gran destreza en la música.

A los siete su abuelo le compra un acordeón, instrument­o que comenzó a manejar con gran destreza y ya para 1956, con nueve años de edad, participó en el programa “Buscando Estrellas” de La Voz Dominicana.

La fama del niño prodigio se extendió cuando de la mano de su papá se iba a Nagua a exhibir sus habilidade­s artísticas. Tocaba con una gracia y un acierto propios de un músico de experienci­a.

Carrera

Ya con 18 años, “El Cieguito de Nagua” era un músico consagrado y vinieron los viajes, las contrataci­ones, las grabacione­s y los éxitos musicales.

Su primer éxito musical se tituló “María”. Alvarado era un profesiona­l de la música y en esa calidad hizo su primera gira a Estados Unidos en 1973. Ese año firmó un contrato para grabar con Disco Mundo. Cuando retornó al país hizo su residencia definitiva en Santiago.

En 1973 grabó su mayor éxito “La Luz”, el número que tuvo más aceptación del público. Esa composició­n es del puertorriq­ueño Alfonso Vélez. “Yo tenía una luz/ que a mí me alumbraba/ y venía la brisa, ¡fua!/ y me la apagaba/”.

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El Cieguito de Nagua dejó un legado en la música típica.LD

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