El virus castiga a países resentidos
CIUDAD DE MÉXICO — Una epidemia de dengue devastó a Honduras el año pasado: más de 100.000 personas se enfermeradon y 180 fallecieron. A inicios de este año, los funcionarios se mentalizaron para otro aumento en los casos de esa enfermedad transmitida por mosquitos y se preguntaron cómo podrían enfrentarla con su frágil sistema de salud pública y escasez de personal capacitado.
Luego llegó el coronavirus, y sumió a esa nación en una agotadora batalla de salud pública en dos frentes.
“Horrible”, expresó Dinorah Nolasco, una importante funcionaria de salud en el norte de Honduras, una región, que ha sido particularmente afectada por ambas enfermedades.
A medida que la pandemia del coronavirus asedia al mundo, algunos países se encuentran bajo una presión extraordinaria, al enfrentarse simultáneamente con otros brotes, problemas crónicos de salud pública y retos planteados por la mala gestión del gobierno, la pobreza y los conflictos armados.
En América Latina, donde el número de casos de coronavirus ha incrementado considerablemente, los gobiernos tratan de lidiar con nuevos brotes de dengue, mientras retienen los avances en la lucha contra otras enfermedades infecciosas. Pero por lo menos nueve países de América Latina y el Caribe han detenido algunas de sus actividades de inmunización, según las autoridades, afectando los esfuerzos por controlar enfermedades como la poliomielitis, la tuberculosis y el sarampión.
El dengue también está asolando a las naciones del sureste asiático, como Indonesia, otro país muy golpeado